lunes, 11 de noviembre de 2013

LAS MANOS


         ―¡Puta! ―dijo.
La arrastró al lavadero y limpió su sangre. En el balcón del dormitorio observó las mesas amontonadas en la puerta del Nebraska, los restos de comida por el suelo. Intentó encender un cigarrillo y descubrió el temblor de las manos. Un repentino desajuste que le impedía dirigir la llama.
         ―¡Puta! ―repitió.

Ilustración de Analisa Aza

Miguel núñez ballesteros
Punto y Seguido

1 comentario:

  1. concretamente en un enjambre, no. pero sí en un manicomio controlado por sapos paranoicos, que se creen enviados del cielo, capaces de apagar la luz del sol y de justificarlo con aquello de que vivimos por encima de nuestras posibilidades.

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