jueves, 9 de abril de 2015

LITERATURA PANAMEÑA CONTEMPORÁNEA


Aunque por el momento no me siento con autoridad para reflexionar en profundidad sobre este tema, ya que mi acercamiento a dicha literatura se remonta a los pocos meses que llevo en el país, sí puedo comentar, con conocimiento de causa, ya que he vivido en otros tres países de habla hispana, que entre naciones compartimos poco o nada nuestro arte (me refiero a la posibilidad de leer a los autores de cada país, a pesar de lo cerca que nos hace sentir internet). La lengua, que parecería acercarnos, en muchos aspectos nos aleja, ya que el castellano neutro está cayendo en desuso, o por lo menos no está bien visto en las nuevas generaciones de escritores. Esto genera exabruptos tales como: Esto no se escribe así o No entiendo nada, lo cual aleja a los lectores de otros rincones, hablantes del mismo idioma.

El desconocimiento llega al extremo de ignorar los nombres de autores emblemáticos que ya se consideren clásicos en cada país. Podemos culpar de esto a los monopolios de ciertas editoriales y al poco trabajo del ministerio de cultura y relaciones exteriores, porque es algo que no podemos dejar en manos de las editoriales independientes que cuentan con pocos recursos.

                         
                                                                     
Tristán Solarte

       Desde esta perspectiva me asomé, desde hace escasos cuatro meses, a la literatura panameña. Por el momento al cuento. Insisto: no puedo hacer de este texto más que un simple pantallazo de ideas, de intuiciones. Lo que sí puedo es, más o menos, comparar esta literatura con la de Argentina, España y México. La sensación, grosso modo, es que se trata de una literatura fresca y creativa, que camina codo con codo con la posmodernidad imperante en el mundo, con la intención de tener voz propia, no sólo fundada en sus temas histórico-culturales, sino en la aprehensión de las nuevas técnicas literarias y la puesta en práctica de recursos novedosos, y diferentes maneras de contar. No podemos olvidar que aunque Panamá no haya tenido un Borges, un Cortázar o un García Márquez, pertenece al continente del cuento, del relato, como lo llaman en España, de ahí su afición por este tipo de narrativa. Según comenta E. Jaramillo Levi en su ensayo «La producción cuentística femenina en Panamá: 1931-2014», desde los años ´90 a esta parte la aparición de nuevos talentos ha sido apabullante. Menciona a por lo menos ciento veinte nuevos cuentistas entre hombres y mujeres. Hay que tener en cuenta que hablamos de un país con una población de menos de cuatro millones de habitantes. Esto nos muestra un gran interés por este formato narrativo. 


       En términos generales la siento más cercana a la de mi país natal, no sé si por la influencia que pueden haber generado nuestros escritores más representativos, o por compartir intereses de fondo y forma, aunque algunos, como Damián Tabarovsky, opinen que en Argentina la literatura tiene «voluntad capitalista por tener un mercado funcionando y una academia investigando». 

En México he podido percibir el peso que tiene Rulfo en el cuento actual, con cierto dejo costumbrista en los temas elegidos aunque, obviamente, no significa que esto sobrevuele a todos los escritores de ese país, donde encontramos voces como la de Daniela Tarazona que nos lleva a pasear entre sus monstruos interiores. Hablo en general, como también podría indicar la influencia que tiene Carver, el microrrelato y Manuel Puig (este último sobre el afterpop mal llamado Generación Nocilla, que en realidad no es un colectivo artístico sino un invento mediático), sobre el cuento español o, mejor dicho, sobre lo que allí se entiende por relato.


Carlos Wynter Melo

Con esto no quiero decir que uno sea mejor que otro, sólo que hay ciertas características que parecen repetirse, tal vez por esa afición que tenemos, últimamente, a alistarnos en talleres que, dependiendo del profesor, nos convierten en robots animados, intentando imponernos sus gustos personales.

La tarea del maestro es compleja.

La libertad aún más.

Andrea Vinci
Punto y Seguido



3 comentarios:

  1. Panamá y literatura. Bueno finalmente en cualquier parte se cuecen habas.
    Pero me aparece una lista de lugares donde se puede estar con fines literarios. Melilla, el protectorado español al norte del África, Madrid, Barcelona. O si se trata de salir de la lengua Finlandia, Kuwait,Portugal, Vancouver,Canadá, Vermont en Estados Unidos o Hollywood, California para estudiar guión cinemátográfico. Pero vale, es tu viaje y tu sabes a que aspires. Besos y que te sea buena la vida.

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    1. Carlos, NO es mi viaje, es el lugar donde vivo. El día que a mi marido lo manden a trabajar a Kuwait, me relacionaré más con aquella literatura y sus escritores. Lamentablemente por aquí no llega la literatura de Kuwait. Por cierto, Melilla NO es un protectorado, es una ciudad española.

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