Cuando se
enfrenta a la tarea de escribir una historia, el escritor siempre regresa a la
infancia. Porque es allí donde se encuentran todas aquellas cosas que le
asombraron, y es el asombro el principal motor de la motivación. Regresar a Sevilla
es para mí, además de una ilusión, una necesidad constante. Y es por eso que lo
hago, tanto física como mentalmente.
En Sevilla se quedó aquel niño curioso que, desde la Puerta Carmona, miraba por encima de las vías del tren cómo le asombraba el mundo. Curiosamente las vías del tren, como una metáfora tangible me señalaban un camino que me llevaría lejos para conocer otra ciudad, otros países, otros paisajes, pero el tren en el que iría montado siempre sería mi ciudad primigenia, mi familia, mi Sevilla.
En Sevilla se quedó aquel niño curioso que, desde la Puerta Carmona, miraba por encima de las vías del tren cómo le asombraba el mundo. Curiosamente las vías del tren, como una metáfora tangible me señalaban un camino que me llevaría lejos para conocer otra ciudad, otros países, otros paisajes, pero el tren en el que iría montado siempre sería mi ciudad primigenia, mi familia, mi Sevilla.
El pasado
16 de Octubre, presentamos nuestro libro en Sevilla. Era la primera vez que
salíamos de la provincia de Málaga y, por consiguiente, todo un reto. La ciudad
nos recibió con mucho cariño.
El lugar que nos brindaron para celebrar el
evento, gracias a la generosa gestión del poeta Onofre Rojano y el escritor
José Rodríguez, era inmejorable: El Centro Cívico Casa de las Sirenas, situado
en la Alameda de Hércules.
Un antiguo palacio restaurado del XIX, de elevados
techos, escaleras suntuosas y amplias salas. Tras haber sido la morada de
aristócratas en una primera etapa, toreros después, y maleza y olvido al final,
la ciudad la ha recuperado para que sea habitada por el arte. Una manera de
desandar el tiempo muy adecuada para echar a correr a nuestro libro por las
calles de Sevilla.
La sala se
llenó de público y ofrecimos el recital que ya habíamos estrenado en el Ateneo
de Málaga. A final, recibimos el cariño y las felicitaciones de los asistentes,
y pudimos compartir con ellos un trocito de nuestro libro donde escribimos las
dedicatorias y un poquito de tiempo que almacenaremos para desandarlo algún día.
Para mí, fue
algo un poco más especial que para el resto del grupo, ya que una manera de desandar
el tiempo no es más que regresar a la tierra natal, la ciudad que me vio crecer
y que alumbraron escritores como mi abuelo Pedro, a quien no conocí y sin
embargo a quien bien conozco. De él heredé el apellido con el que firmo y la
ilusión por crear. La ciudad que vio nacer a mi tío Onofre, ilustre poeta
sevillano. El es uno de mis guías literarios, un modelo y una meta. Y Sevilla
también es la ciudad a la que me enseñó a amar mi padre: escritor, poeta y
rapsoda. Sevillano ejemplar, padre ejemplar, insuperable maestro.
El viernes
16 de Octubre regresé a Sevilla desde mi otra ciudad: Málaga. Me acompañó mi
grupo literario Punto y Seguido: Andrea Vinci, Inmaculada Reina, Isabel Merino
González, Mauricio Ciruelos, Loli Pérez y Miguel Núñez. Hace ocho años
decidimos unir nuestros caminos y avanzar juntos en la aventura de escribir.
Muchos de vosotros sabéis que es un camino pedregoso, a veces oculto por
la maleza, plagado de desvíos y encrucijadas que hay que saber despejar. Mejor
si se hace acompañado. En estos ocho años, Punto y Seguido ha publicado tres
libros: Album de familia, Cuando vivíamos aquí, y el que venimos a presentaros:
Maneras de desandar el tiempo. Este
libro no es el resultado de 4 años de trabajo, sino una muestra más de nuestro
compromiso como grupo con la literatura en general y, en particular, con el
relato.
Nota: Si vivís en Sevilla y queréis adquirir el libro, podéis hacerlo en la librería “Un gato en bicicleta" situada en la calle Regina. Un lugar encantador, perfecto
escenario para vivir el cuento.
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