Pensar
en la ciudad de La Plata (Argentina) me lleva, inevitablemente, a mi infancia.
Todos los años volvíamos a hacerle una visita, y todos los años vivía el mismo
entusiasmo. Por esto, y por lo que hoy significa culturalmente, le dedico esta
entrada.
La ciudad es un cuadrado perfecto atravesado por dos diagonales.
Algunos dicen que esta forma remite a los símbolos masónicos de la escuadra y
el compás, la conspiración de la razón sobre la religión... Las calles no
tienen nombres, sino números, al estilo NY, y la caracteriza la Universidad que
recibe estudiantes de todo el país y del extranjero, haciendo de ésta una
ciudad joven.
Los recuerdos de mi infancia sobre La Plata, capital de la provincia
de Buenos Aires, tienen dos cenit, dos lugares que se repetían año tras año y
que eran para mí el sumun de la fantasía: la República de los Niños y el Museo
de Ciencias Naturales.
La República de los Niños fue inaugurada cuatro años antes que
Disneylandia. Algunos dicen que sirvió de inspiración para la diversificación
de la empresa Disney. Sea o no verdad, la diferencia radica en que en ésta no
hay personajes marketineros y en que,
en verdad, es una ciudad en miniatura, con escuela, iglesia, banco, casa de
gobierno, etc. Todo en tamaño niño, con su tren, su anfiteatro, su lago con
barco y, por lo menos en mi infancia, su minibús que te llevaba a pasear por todo
el recinto. Fue inaugurada por Perón, y en ella no viven princesas ni ratones. No
sé qué tan felices podrán sentirse los niños actuales en un lugar como ese. Me
gustaría averiguarlo…
Luego, antes de la hora de cierre, me llevaban al Museo de Ciencias
Naturales. Acá estimo que la impresión puede ser la misma porque ¿qué niño no
se impresiona junto a un dinosaurio? La colección es estupenda, y cuenta con
muchos ejemplares, además, de la Edad de Hielo, y las joyas que yo siempre
quería ver: subía corriendo las escaleras porque arriba ¡me esperaban las
momias!
A esa edad me era más que suficiente toda esa sobredosis de ilusión.
Ahora, todo eso no pierde el encanto, pero le sumo lo literario, ya que La
Plata es una ciudad de poetas. En ella nació y vivió Francisco López Merino,
poeta amigo de Borges, que se quitó la vida a los veinticuatro años. Hoy, la
que fue la casa de su padre es un complejo bibliotecario, el Palacio López
Merino, uno de los tantos lugares donde transcurre la vida cultural de la
ciudad. La lista de escritores y poetas es amplia. Encuentro a Aurora
Venturini, la autora de Las primas, novela premiada que leí hace poco, y que
ella escribió casi al final de sus días, y a una larga lista de poetas: Julio
César Avanza, que además fue ministro, Mario Porro, Horacio Preler, César
Cantoni, Sandra Cornejo, Justo María Aguilar, Guillermo Eduardo Pillía, Mario
Goloboff, Estela Calvo, Ana Emilia Lahitte, y la lista sigue. Algo tendrá la
ciudad de inspiradora.
Borges junto a López Merino
A estas voces se le suman la de los escritores que vivieron en esta
ciudad por unos años, como es el caso de Rodolfo Walsh o de Pedro Bonifacio
Palacios, más conocido como Almafuerte. Entre las nuevas, muchas ya han traspasado
la frontera, como Leopoldo Brizuela, ganador del Alfaguara 2012. En la lista
sobresalen Carlos Ríos, Mario Arteca, Néstor Mux, Horacio Fiebelkorn, Eduardo
Rezano, Ulises Cremonte, Esteban López Brusa, Juan José Becerra, Mariana
Enríquez, Miguel Dalmaroni, Horacio Castillo, Edgardo Vigo, Gustavo Caso
Rosendi, Carlos Aprea, María Eugenia López, Gabriel Bañez. Incluso
podría nombrar a Laura Alcoba, que vive en Francia pero que alcanzó la fama con
La casa de los conejos, novela que
leí y que transcurre en esta ciudad en la época de la dictadura. Becerra, en una
entrevista que le hizo el diario La Nación, dijo: «No hay una literatura
platense, como tampoco hay una literatura dublinesa, a la que siempre se la
confundió con la literatura joyceana. Cada autor es un mundo íntimo y formal
que actúa al margen de su realidad civil.»
Teatro Argentino
Teatro Coliseo Podestá
Esta ciudad respira literatura, no sólo por sus autores, sino también por
sus editoriales, que han ido surgiendo en estos últimos años. Tiene, además,
muchas bibliotecas, preciosos teatros, como El Argentino y El Coliseo Podestá,
ambos pilares de la cultura nacional. Y bares, universidades, centros
culturales, plazas y calles amplias para pasear. Una capital de provincia que
debería estar en la lista de todos los que visiten Argentina.
Andrea Vinci
Punto y Seguido
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