Llegué
a este libro por recomendación de una amiga que había leído Elena sabe, de la misma autora: Claudia
Piñeiro, y le había gustado tanto como a mí. Piñeiro tiene varias novelas que
fueron llevadas al cine: Las viudas de los jueves, Tuya, Betibú, Las grietas de
Jara. Películas que no vi. Libros que no leí. Tal vez no quería perder el
encantamiento de Elena sabe… Frente a
la recomendación me hice con Una suerte
pequeña, y aquí les contaré mi parecer.
Las viudas de los jueves
La
primera mitad del libro me pareció estupenda. Piñeiro mantiene el suspense y
nos atrapa. A la mitad del libro nos enteramos del porqué de toda la historia y
ahí, por lo menos para mí, se cae un poco la narración. Pierde fuelle. Es la
misma sensación que sentí con Mañana en
la batalla piensa en mí, de Javier Marías. Salvando las distancias.
Foto de Martín Lucelose para La Nación
Se
trata de un libro de fácil lectura, aunque profunda en su tema, donde hasta la
primera mitad aparecen dos voces de narrador. Mayoritariamente es la voz de una
mujer a la cual se la conoce por tres nombres diferentes: Mary Lohan, Marilé
Lauría y María Elena Pujol (situación que crea intriga), y que cuenta como en
un diario íntimo, aunque ella lo llame bitácora de viaje. La otra voz repite
casi el mismo texto, que avanza y se repite, y que hasta la mitad desconocemos
quién es el autor. Con esa voz comienza el libro:
«La barrera
estaba baja. Frenó, detrás de otros dos autos. La campana de alerta interrumpía
el silencio de la tarde. Barrera baja, alerta y luz roja anunciaban que un tren
llegaría. Sin embargo, el tren no llegaba. Dos, cinco, ocho minutos y ningún
tren aparecía. El primer auto esquivó la barrera y pasó. El siguiente pasó y
tomó su lugar.»
En una entrevista que le hicieron a la autora en Ciudad Equis, de La
Voz del Interior, sobre esta novela y su tendencia al suspense, dijo:
«Es una suerte de homenaje a la narración
oral. Hay gente que cuenta algo más o menos interesante, y uno escucha atento,
esperando a que llegue al final. Me gusta ese tipo de relato, en el que uno
cuenta una historia y el otro espera que sigas. Puede pasar en un policial, o,
también, en una novela psicológica como ésta. Me gusta dosificar la
información, usando un lenguaje de determinada manera, para que el otro me
quiera acompañar en esa historia que estoy contando.»
Foto de Martín Lucelose para La Nación
Hay capítulos que me remiten al cuento, como el que habla de los
murciélagos. La narradora enlaza el pasado y el presente para transmitirnos
intriga y soledad, dolor y miedo. El formato de diario íntimo justifica, en
cierta manera, la repetición de los sentimientos, de la historia.
La autora nos hace pensar en la suerte, en cómo enfrentar el dolor y
torcer la pulseada. Nos hace ponernos a favor. O en contra. Depende de cada uno…
La primera mitad del libro vale la experiencia de adentrarnos en él. Es imposible
quedar indiferentes.
«Me
pregunto una vez más si habrá sido una buena idea haber venido. Por momentos
tengo la sensación de que todo acabará muy mal, que no podré evaluar al colegio
Saint Peter por mi propia incompetencia y que mi viaje terminará siendo un
escándalo.»
Andrea Vinci
Punto y Seguido
No hay comentarios:
Publicar un comentario