Muchas veces me preguntan sobre un libro que sea
bueno, sobre todo quienes no se fían de los autores actuales y se han llevado un fiasco con las recomendaciones publicitarias.
José Antonio Garriga Vela es uno de los autores que recomiendo sin ningún
tipo de duda. Quienes me conocen saben
que me gusta su forma de escribir, intimista, sencilla y a la vez llena de metáforas e
imágenes muy potentes, pulida y evocadora en esa mezcolanza que sabe imprimir a sus escritos de realidad y
ficción.
El cuarto de las estrellas , su última novela galardonada con
premio Café Gijón, es como no podría ser de otra manera una novela de corte muy intimista. Empieza con un episodio
autobiográfico que le sucedió cuando la escribía: tuvo un desmayo, se golpeó en la sien y perdió
la memoria inmediata aunque recordaba el
pasado con total nitidez, según afirma, lo que le obligó a permanecer ingresado en
el hospital.
“Al
despertarme por la noche, la cabeza era un cuarto cerrado, oscuro y sumido en
lo más hondo, igual que el camarote de un submarino”
La novela está ambientada en un territorio convertido
en lo que algunos han dado en llamar su Comala particular: La Araña, un lugar en mitad de
ninguna parte que por extraño que parezca, existe a sólo tres kilómetros de Málaga. Garriga Vela, lo describe creando un nuevo espacio a los ojos del lector, sumergiéndonos en ese mundo gris, impregnado de polvo y bruma que envuelve a sus
personajes. Personajes atrapados por el paso del tiempo, acompañados por los
que no están, que de alguna forma remiten a sus anteriores novelas, a sus otros
personajes que con sus silencios, sus miradas, sus secretos conforman la
memoria de un gran amor.
Como ha comentado el propio autor, trata también
de las relaciones familiares que encaja, como mundos concéntricos, en
lugares cerrados como el sótano de la casa en dónde conviven. Y del amor que a pesar de la muerte sigue existiendo, mientras permanecen los sentimientos.
Un golpe de suerte se puede convertir en
un arma de doble filo y trastocar la vida de los personajes que se alejan y viven una especie de soledad acompañada.
“En esos
momentos en que mi madre estaba callada y distante era cuando más llamaba mi
atención. La vida en común de mis padres era una manera de estar solos y a la
vez una especie de protección contra la soledad.”
El cine se encuentra muy presente en la vida de
los personajes, el viaje a NY de la familia no es más que un viaje a ese
espacio mítico de las películas que veían en la sala del cine y que luego le contaban al personaje oculto en el sótano. Impresionante como describe la
metáfora de la vida y la muerte mediante el funambulista que hace equilibrios
entre las Torres Gemelas y el hermano que juega al amigo invisible con
el que no está.
Tal vez el gran protagonista de este libro sea
el paso del tiempo, que va variando la visión del narrador y su realidad, con la de
los demás personajes, a medida que el narrador se va haciendo mayor y se descubre frente al
espejo con la misma cara y haciendo los mismos gestos que su padre al afeitarse.
“Cuando salía
a la calle nada le sorprendía. Tenía la posibilidad de comprar todo lo que se
le antojara, pero lo que él necesitaba no se conseguía con dinero. “¿Acaso
existe alguna casa de empeño en la que pueda recuperarse el tiempo perdido?”
(imagen bajada de Internet)
Loli Pérez
Punto y Seguido
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