Hace unos días terminé de leer “Una providencia especial” de Richard Yates. Una vez más me felicité por embarcarme en un nuevo libro de este magnífico escritor norteamericano que me ha cautivado en las cuatro novelas que llevo leídas hasta el momento. Son novelas aparentemente sencillas y transparentes, con cierto tono pesimista que tiene su origen en la época en la que fueron escritas, una época en la que el sueño americano se había acomodado en unas clases medias donde la mediocridad y el miedo al fracaso adornaban las estampadas paredes. Las décadas de los 50 y los 60 fueron terriblemente aburridas para muchos norteamericanos que camuflaron su bienestar con los nuevos electrodomésticos y los barrios residenciales. Esa es la sociedad que nos relata Yates en sus obras. Personas que emborracharon sus sueños con sucedáneos de felicidad. Su obra más conocida: “Revolucionary Road” (Vía revolucionaria, Alfaguara, 2008) nos describe magistralmente a esa familia media americana anclada en la rutina, victima del autoengaño y la frustración.
En su novela “A Special Providence” (Una providencia especial, RBA, 2011) va un poco más allá y además nos insinúa aspectos autobiográficos de su propia vida.
La historia gira en torno a Robert Prentice, un soldado de infantería de la Segunda Guerra Mundial, y la relación con su madre, una escultora con poco talento y menos suerte. Robert sólo tiene diecinueve años cuando entra en el ejército, y una parte de la obra se basa en sus esfuerzos por tratar de encajar en la vida militar. Robert Prentice es muy sensible y siempre está inseguro de sí mismo. Él quiere ser uno más, pero se da cuenta de que nunca lo conseguirá. A diferencia de los otros soldados, en realidad no puede considerarse a sí mismo un hombre adulto. La razón implícita de sus deficiencias está en el trato recibido por su madre quien lo adoraba y mimaba convirtiéndole un niño de mamá, algo que él sabe y que es la base para que sienta asco de sí mismo.
La novela es una exposición, una vez más, del autoengaño. Una madre / artista frustrada, que vive su falsa fantasía al amparo del whisky y de un ex marido cuya misión es ir tapando los agujeros que aquella va abriendo. Por otro lado, el hijo del matrimonio que crece deslumbrado por la fantasía de su madre sin llegar a comprender la verdadera realidad. Poco a poco va asumiéndola hasta el momento en que, enrolado en el ejercito, acude (cargado con los complejos acumulados durante su vida) a la guerra de Europa para toparse de lleno con la descarnada realidad.
Destaca la forma en que R. Yates narra el conflicto bélico, desprovisto del glamour de la hazaña y del atractivo de los héroes. En sus capítulos uno siente la incertidumbre del soldado y el miedo al entrar en combate sin conocer muy bien qué es lo que hace ni hacia donde se dirige. Otro aspecto interesante es el descubrimiento del padre justamente el día en que este último muere, la revelación de la verdad y la condena a la madre por habérsela ocultado .
Esta novela me ha dejado inolvidables momentos de lectura que aconsejo no perderse, como ningún libro de este maestro del Siglo XX. Richard Yates ocupa una de mis estanterías preferidas y es fuente de inspiración para no perderme entre adjetivos y otros adornos florales.
Pedro Rojano
Punto y Seguido
Pedro, me dio ganas de leerla. Sólo leí Revolucionary Road y me encantó, así que no dudo de esta, dado el tema...
ResponderEliminarGracias Andrea, me alegro que te interese.
EliminarSi no tuviera tanta lectura "empezada", me ponía con ella hoy mismo...pero le haré un hueco, Pedro.
ResponderEliminarSeguro que te la lees en un recreo... con tu facilidad de leer y la facilidad para leer a Yates...
EliminarPedro, yo también me la he apuntado, pero antes quiero leerme Revolutionary Road, que como sabes, la empecé y la dejé y creo que ha llegado el momento de retomarla. Seguro que después, me entrarán ganas de seguir con ésta. Ya te contaré.
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