lunes, 3 de marzo de 2014

EL VILLANO

El villano es el personaje malvado que se opone al protagonista. Generalmente, los villanos son antagonistas, aunque no todos los antagonistas son villanos. El papel de villano siempre connota maldad, pues se opone al predominio del bien, y generalmente causa estragos sociales y personales. 


La mayoría de villanos están guiados por la acción, (roban, matan, traicionan, hieren y conspiran), pero rara vez sus malvadas acciones se justifican, y aunque suelen ser personajes que tienden a estar poco motivados y a ser unidimensionales, es posible crear villanos dimensionales. Dependiendo del estilo y la profundidad de la historia, los villanos pueden llegar a convertirse en personajes tan inolvidables como cualquier otro. 



Las diferentes formas de plantear la creación de villanos dimensionales es preguntarse por qué actúan del modo en que lo hacen. Es posible explicar sus motivos a través de la exploración del villano como víctima, (Reacción),  o como agente que actúa para sí mismo, (Acción). 

Muchos villanos obran el mal como resultado de las influencias negativas que ha habido en sus vidas. Para introducir un personaje de este tipo en uno de nuestros relatos o novela, deberemos explorar la historia de fondo, y prestar especial atención a los factores sociales y personales que hayan podido dar lugar a las características negativas del personaje. Hemos de reconocer que nadie es puramente malo, y que por tanto tendremos que perfilar al personaje demostrando que posee aspectos buenos, una psicología compleja y emociones tales como temor, frustración, ira, rabia y/o envidia. La mayoría de los villanos justifican sus acciones y están convencidos de que obran de ese modo para aumentar el bien. Este tipo de personajes poseen fuertes mecanismos de defensa, se dejan guiar por su lado oscuro y justifican continuamente sus acciones. Sufren una especie de narcisismo, es decir, una incapacidad de percibir y de respetar la realidad de las demás personas. 

Un ejemplo sería Don Corleone de El Padrino. A él le motiva parcialmente el amor por su familia. Así pues para crear un villano habría que intentar descubrir cuál es el bien mayor que le motiva y guía sus acciones. 


Los personajes principales rara vez sorprenden, sin embargo los personajes villanos, como buenos secundarios que suelen ser, acostumbran a hacerlo, y eso consigue que el lector se mantenga alerta. 

Uno de los peores problemas que puede surgir con este tipo de personajes es que no estén lo bastante caracterizados, pues hay cierta tendencia a esbozar sólo aquellas características que pueden resultarle útiles al personaje y, por lo tanto, a dejar al personaje incompleto. 

Respecto a este tipo de personajes en nuestra historia, deberíamos preguntarnos cuál es la historia de fondo de este personaje, qué fuerzas del inconsciente lo gobierna o si persigue algún tipo de bien haciendo uso de acciones perversas para alcanzarlo. Es importante  darle una voz distintiva en los diálogos, que lo aparte del resto de personajes y permitirle al lector introducirse en la mente del villano, incluso si no es el personaje principal de la historia. La profundidad psicológica le añadirá credibilidad. 

Los primero villanos que recuerdo, en mi infancia, eran femeninos: Maléfica, La malvada madrastra de Blancanieves, la madrastra de la Cenicienta, la Bruja malvada de La casita de chocolate. Después apareció El Capitán Garfio,  y seguidamente Rumpelstitskin, sin olvidarme de todos los ogros malvados del resto de cuentos que oía de pequeña. Siempre había un héroe o heroína, y un villano o malvada. Por supuesto siempre prevalecía el bien y estas historias, llamémosle cuentos fantásticos o de hadas, (os remito a mi entrada Los cuentos de hadas. Pincha Aquí), terminaban de forma feliz y con un banquete de perdices. 



Cuando comencé la adolescencia sólo leía libros detectivescos. Por aquel entonces Agatha Christie o Arthur Conan Doyle me llenaban la cabeza de casos que yo quería resolver antes que Poirot o Sherlock, y si no he podido olvidarme de esos héroes, (déjenme llamarlos así porque para mí eran los más grandes), tampoco lo he hecho de los villanos de todas aquellas novelas: personajes que en principio parecían normales, en el caso de Christie, lo que demostraba que villano podría llegar a serlo cualquiera con cierta psicología, pasado y frustraciones, o uno de los malvados por excelencia: Moriarty. 


En la edad adulta no podría clasificar el tipo de literatura que leo, pues es bastante diversa, y no hay un género único, aunque sí algunos géneros que prevalecen sobre otros, en todos ellos encuentro villanos, y a veces, cuando están bien creados y perfilados, esos personajes, se vuelven aún más inolvidables que los propios personajes protagonistas. 

Hay tantos que nombrar… Por citar alguno/a, ya que lo he hecho en los dos párrafos anteriores, me vienen a la memoria: Hannibal Lecter (El silencio de los corderos), Annie Wilkes (Misery), Anton Chigurh (Sin lugar para viejos), Lord Vordemort (Harry Potter),  Jean Baptiste Grenouille (El perfume), El conde Drácula (Drácula), Ellen (Que el cielo la juzgue), Lady Macbeth (Macbeth), Mr Hyde (Jekyll and Mr Hyde), etc etc

Fernando Savater, en su libro Malos y malditos, distingue los que tienen la maldad de serie, los que hubieran querido ser buenos pero acabaron convirtiéndose en malos por distintas circunstancias, y los adversarios, que son amenazas pero que no tienen el concepto de maldad. 


No hay nada más disfrutable en un buen libro que un villano bien creado, y como he leído en alguna ocasión:

 Un verdadero buen villano es difícil de olvidar, pero aún así, deseas con toda el alma poder hacerlo. 





Punto y Seguido. 



Libro de Referencia: Cómo crear personajes inolvidables. Linda Sieger. (Ediciones Paidós)

2 comentarios:

  1. Muy buena entrada Isa.
    Una villana de mi infancia: Cruela de Vil.
    Algunos villanos son muy seductores...

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  2. Gracias, Andrea. Hay un villano de la infancia de todos los niños que no he puesto en esta entrada porque creo que merece mención especial, y es El Lobo Feroz. No lo he nombrado porque a la vez que feroz, siempre me pareció entrañable, y a mis sobrinos, por más cuentos que les cuente de Caperucita o Los Tres Cerditos, jamás han sentido miedo por tal villano, al contrario, se rién y hasta les da pena...

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