jueves, 28 de mayo de 2015

EL ARTE DE PROCRASTINAR

Un día cualquiera. Hora: 20:15. Me siento a escribir. Abro mi documento: Novela. Doc.

Releo las últimas hojas escritas. Me llega una notificación de Facebook: Uno de mis contactos ha subido fotos de sus hijos. ¡Qué monos! Le doy a Me gusta. Suena el whatsapp una vez, dos, tres… Es uno de los grupos. Lo pongo en silencio, pero antes, leo la conversación. Aprovecho para ver las fotos de los perfiles de mis contactos. Actualizo la mía. ¿Dónde estábamos? Ah, sí, la novela. Me releo el último párrafo. Pongo un punto y aparte y escribo: Era un día… Notificación de Twitter. El Unicaja ha ganado. ¡Olé! Retuiteo la noticia a todos mis seguidores. Hace calor. Voy a por un vaso de agua y me recojo el pelo en una coleta. No me gusta la frase que he escrito. Releo el último párrafo de nuevo. La borro. ¡Qué hambre! ¿Qué hora es? Las 21:20. Voy a seguir hasta las y media. Ay, me acabo de acordar de un texto muy bueno de Baricco que me puede inspirar. Voy a la estantería y cojo Seda. Busco un párrafo en concreto. Sí, sí, es genial. Yo debería escribir algo así. Observo la hoja en blanco. Uy, es hora de cenar. Mejor, sigo mañana. Hora: 21:47.        




Esto es lo que se llama Procrastinar, o como lo define la RAE: Diferir, aplazar.
La procrastinación se define como el hábito de eludir responsabilidades que son importantes en función de diversas distracciones irrelevantes. 

El procrastinador siempre buscará subestimar el tiempo para realizar una tarea y buscará otras formas de reemplazarla. Evade las responsabilidades sin negarse completamente a hacerlas, por ello se tranquiliza momentáneamente con postergarlas.

Pero no sólo se habla de procrastinación en ámbitos de escritores, ya que es un mal común que afecta a cualquier tarea importante a la que tengamos que enfrentarnos y que postergamos continuamente. 

Ejemplo: Escena final de Lo que el viento se llevó. 


Escarlata O’Hara: No quiero pensar en esto ahora. Me volveré loca si pienso ahora en que lo pierdo. Pensaré en ello mañana. Pero… no puedo dejarle marchar. Tiene que haber algún remedio para impedirlo. No quiero pensar en esto ahora. Yo… En fin, yo mañana me iré a Tara –Y se sintió aliviada. (…) Pensaré en todo esto mañana, en Tara. Allí me será más fácil soportarlo. Sí, mañana pensaré en el medio de convencer a Rhett. Después de todo, mañana será otro día.  



Detrás de la procrastinación en la escritura, por centrarnos en un campo donde es bastante frecuente encontrarla, se esconden miedos y autoengaños, problemas en la interacción con otros autores, en la búsqueda de información y en el establecimiento de prioridades. Pero todo es cuestión de convencerse y localizar cuál es el problema: qué cosas nos hacen procrastinar

En el caso de la literatura en concreto, nos encontramos con el temor de no realizar un trabajo sobresaliente. Se trata de la espera por publicar la novela, poemario o ensayo que, al ser sometido a la crítica, salga airoso y se defienda por sí solo. Temor ante la incertidumbre, ante el despliegue a la luz, el salir de las sombras de creerse un Nobel. Preferimos vivir en el anonimato antes que vernos expuestos a los ojos de los demás. 

Formas de procrastinar del escritor

Leer manuales para escritores, investigar sobre épocas y personajes, leer blogs de escritores, leer historias de éxito de otros escritores, participar en tertulias literarias, dejarse atrapar por las redes sociales, soñar con nuestro éxito rotundo, creernos un fracaso y considerar carreras alternativas, viajar para escribir, apadrinar a otro autor, etc. 

Para evitar estos tipos de procrastinación bastaría con concentrarse en lo que nos hace falta para la construcción del personaje o la época, elegir un par de manuales acorde a nuestra etapa actual como autores, reducir el número de blogs que se siguen, limitar el tiempo de uso de las redes y centrarnos en lo que realmente nos interesa para nuestro proyecto. 

En definitiva, aceptar la situación y tomar la decisión honesta de modificar nuestros ya formados hábitos de distracción sistemática, evasión y eternas huidas a nuestras actividades creativas y transformar la procrastinación en productividad. 


Herramientas útiles para hacer frente a la procrastinación. 

1. Técnica del pomodoro: Trabajar por objetivos pequeños y realizables, consistente en dividir las tareas grandes en pequeñas y puntuales de unos 20 minutos para empezar. El periodo no debe ser inferior a 5 minutos, ni mayor de 60. 
2. Escribir un diario de procrastinación, donde crearemos un registro de la actividad evasora, para así sacarlas de la inconsciencia y llamarlas a nuestra atención. 
3. Indagar y resolver la causa de la procrastinación, ya que ésta no es un síntoma de vagancia y por regla general esconde una causa más profunda, como el agotamiento mental, el sueño, el desinterés, la apatía o el estrés. 
4. Evitar el autosabotaje y establecer una meta para finalizar un primer borrador. 

El autosabotaje es una de las principales causas de la procrastinación y suele ocurrir cuando se le ha dedicado muchos años y esfuerzos a un mismo proyecto. El inconsciente se acostumbra a ser el eterno aspirante a escritor. Finalizar la obra implica completar una transformación y si la acabamos, muchas excusas dejan de tener vigencia: No puedo salir porque estoy con la novela, no puedo trabajar porque no he terminado la novela, no puedo llamarme escritor porque no he publicado, no puedo ser feliz porque no puedo llamarme escritor...

En resumen: Acabar con la procrastinación es pasar de la actitud de dejarse llevar por la corriente a asumir el control y manejar el timón del barco. Hay que tomar las riendas de la escritura y llegar hasta la meta fijada. 

Lo más importante es terminar el primer borrador: sólo si lo completamos podremos empezar a cambiarlo. 

Para finalizar, os dejo un cuento con moraleja y, tal vez, con mucho de procrastinación entre sus líneas:

EL MONO PIENSA EN ESTE TEMA

¿Por qué será tan atractivo -pensaba el Mono en otra ocasión, cuando le dio por la literatura- y al mismo tiempo como tan sin gracia ese tema del escritor que no escribe, o el del que se pasa la vida preparándose para producir una obra maestra y poco a poco va convirtiéndose en mero lector mecánico de libros cada vez más importantes pero que en realidad no le interesan, o el socorrido, (el más universal), del que cuando ha perfeccionado un estilo se encuentra con que no tiene nada qué decir, o el del que entre más inteligente es, menos escribe, en tanto que a su alrededor otros quizá no tan inteligentes como él y a quienes él conoce y desprecia un poco, publican obras que todo el mundo comenta y que en efecto a veces son hasta buenas, o el del que en alguna forma ha logrado fama de inteligente y se tortura pensando que sus amigos esperan de él que escriba algo, y lo hace, con el único resultado de que sus amigos empiezan a sospechar de su inteligencia y de vez en cuando se suicida o el del tonto que se cree inteligente y escribe cosas tan inteligentes que los inteligentes se admiran, o el del que ni es inteligente ni tonto ni escribe ni nadie conoce ni existe ni nada?

Augusto Monterroso



No es bueno dar consejo y solamente hablar de ello. Tienes que sentarte y resistir, decía James Herbert. Un buen consejo, sin duda. 


Así que ya sabes: Deja de leer este artículo. Cierra el explorador, abre tu procesador de textos o saca tu cuaderno y: 

PONTE A ESCRIBIR

Es la única solución real para la procrastinación. 


Punto y seguido







Blografía: blognisaba.wordpress, tallerdeescritoresetrebol.blogspot, hillaryrettig.com, suburbano.net, pojomovsky.com, valentinatruneau.com, upapep.mx, monografias.com


domingo, 24 de mayo de 2015

BLOQUEO

Me tocaba escribir entrada para el blog. No hoy, sino  hace ya varias semanas. Les pedí a mis compañeros que escribieran por mí.  Llevo días,  puede que meses en los que no consigo escribir. Un bloqueo, un miedo a no estar a la altura, a no hacerlo bien. 
Lo achaco a la situación familiar y laboral que me absorbe de una forma que me impide tener un momento de calma, sentarme un rato, pensar, escribir. Dedicar horas de vida, de  cansancio, de sueño, de descanso. Horas que se me escapan como una bandada de estorninos.
 Tiempo, en definitiva, que se va.

                                  (Imagen de polanoid.net)
                           
 Leo, eso sí, es mi escape a la monotonía. Pienso en hacer una reseña sobre el libro leído. Pero no me ha gustado lo suficiente, los personajes son absurdos, vulgares actúan solo para tirar de la trama, para tener al lector enganchado, no me los creo. Leo otro libro,  una buena prosa, me gusta la historia y como está escrito, miro en la red y hay unas reseñas estupendas, escritas ya, mucho mejores que la que yo podría llegar a escribir. Para qué, me pregunto. Para qué estar horas escribiendo algo que ya está escrito. 
Alguien dijo hace unos días que los blogs habían muerto. No estoy de acuerdo, siguen vivos, pero no son tan interesantes como navegar por las redes sociales, tienen visitas, pero ni un solo comentario. Ya no tenemos tiempo de decir nada, ni yo misma lo hago, leemos y pasamos de largo en silencio, aunque nos haya interesado, o no. No nos importan las horas que esa persona haya invertido en escribir la entrada.
 La vida va demasiado deprisa. Como decía Isabel Bono los otros días, pasamos el dedo por una pantalla y creemos que estamos informados, sin detenernos a reflexionar. Gotas de información, sin entrar en mayores. Artículos de un periodista crítico vetados en la red. Días sin horas y horas que pasan sin que nos demos cuenta.

Quisiera volver a escribir, sentir esa emoción, ese cosquilleo por la mente y el estómago.  No pierdo la esperanza. Pero de momento se resiste, procrastino como dirían mis compañeras.

                                                              Loli Pérez, Punto y Seguido

jueves, 21 de mayo de 2015

LOS INTERVALOS DE LOBO ANTUNES (y 2)



Miguel:
Con respecto a la comparación con  las mujeres, sería interesante averiguar si él ya sabía que no lo querían antes de intentar tocarlas o se daba cuenta en el momento de hacerlo. Es posible que tuviera la intuición y al intentarlo tomara conciencia de esa realidad: sabes que todo ha terminado, lo intuyes, pero te niegas a aceptarlo y solo te percatas de que es imposible seguir en el momento de la insistencia, cuando descubres que no solo no vas a conseguir nada, sino que, tal vez, termines arruinando lo que habías logrado hasta ese momento, la novela,  una forma de recuerdo.




Inmaculada:
Supongo que eso se intuye, pero necesita uno la prueba para abandonar. Me resulta curioso, porque la mayoría de los escritores dicen que deben abandonar el trabajo en algún momento, pero que seguirían corrigiendo y puliendo interminablemente si les dejaran. Me gusta esa naturalidad con que Lobo Antunes dice dejar las novelas porque ya están. La misma con la que dice " nadie escribe como yo". Creo que está más allá de falsas modestias. Es verdad que nadie escribe como él. Me interesa mucho la manera en que utiliza los espacios y los objetos en su literatura, cómo a veces son símbolos de épocas completas o de sentimientos de los personajes, como consigue cifrar en ellos las emociones y favorecer sus juegos temporales. Los espejos y las fotografías, claro, pero también otras muchas cosas.

"(...) le vendría bien un ratón de chocolate para aguantar el miedo, no te quedes con el ratón en la mano, cómetelo, se acordó de la abuela acariciándole la nuca
- ¿qué va a ser de ti?
y del anillo con un lacito de plata, cuántos años tenía usted, sesenta, setenta, el médico descifrando papeles
- Vamos a estudiar las posibilidades
y por unos segundos un optimismo insensato, listo para colorear una palabra, una sonrisa, el abuelo rechazó el periódico y su madre desilusionada
- ¿No se toma al menos la sopa?
traigan un ratón de chocolate y puede ser que lo acepte mirando como hechizado el bigote y las orejas, abran la boca al ofrecerle la cuchara que él abre también la suya, ya no cuello, cuerdas y uñas sin brillo, la hiedra creciendo en la terraza (...)" 




Miguel:
¿De dónde es eso?

Esto de Esplendor de Portugal:
"soy tu puta o no lo soy has de reconocer que no me enfado por tu amante de galpón no tienes que complacerme ni preocuparte por mí ni ser tierno cuando fue lo del quiste en el pecho te hiciste humo porque sólo tienes que pagar soy tu puta gracias a que tengo salud que recibe dinero para tener salud no para ser desagradecida y enfermarse has de reconocer que no me enfado de qué sirve enfadarme"

También están Angola, la guerra, el barrio de Benfica, hiedras, terrazas, buganvillas, palmeras, ventanas donde se asoman los personajes, los sillones donde se sientan, las huellas de sus cabezas en las almohadas. Y también la enfermedad y los hospitales, la enfermedad y la locura, la enfermedad y la espera.

Inmaculada:
De Sobre los ríos que van. Ahí están la infancia, los abuelos, el dolor y el miedo, la soledad y la muerte, el cáncer como un erizo, una pista de tenis en la memoria y el descubrimiento de la mujer, la sensualidad...Hay una frase de él, no sé dónde la leí, dice algo así como que la sensualidad es el intervalo entre el guante y el comienzo de la manga. Tiene frases tan buenas que corren el riesgo de caer en un calendario de pared:
Vivir es como escribir sin corregir.
Nadie sabe lo que es la muerte. Pero no hay mucha diferencia, tampoco sabemos nunca lo que es la vida.




Miguel:
A propósito de frases:

"En realidad, la lápida común donde han ido a parar las grandes frases ha sido el Facebook: toma una frase, entrecomíllala, pon la foto del tipo que la pronunció para ilustrarla, y por obra y magia de la tecnología, esa sentencia parecerá haber sido escrita por Paulo Coelho." 

Lo dice Elvira Lindo en El País de esta mañana y es verdad lo del peligro de los calendarios. Cualquiera de sus frases aislada del contexto podría servir para un anuncio de coches o de perfumes o de seguros de vida, pero no creo que a nadie le importe, incluso le vendría bien al señor Antunes un poco de banalización, ¿Acaso no vivimos todos de vender algo?

Y hablando de personajes: ¿no tienes la sensación de que sus personajes no actúan? Hablan, sueñan, piensan, recuerdan. Hablan, solo tienen sus voces y a través de ellas los reconocemos. La acción siempre ha ocurrido antes o está a punto de suceder cuando callen. Se nos presentan en su desnudez, en un monologo interminable, nada se nos oculta, no tratan de engañarnos y aunque algunos de ellos sean verdaderamente odiosos, siempre tienen ese fondo de humanidad, de verdad, que los salva.

Inmaculada:
He estado repasando alguna de las novelas. Es verdad, los personajes apenas hacen nada. Algunos gestos, pequeños desplazamientos en el espacio, mientras todo ocurre en sus cabezas ( el mundo entero entre las páginas, dentro del pensamiento o las líneas de diálogo de los personajes).
En el siguiente párrafo de Acerca de los pájaros, una escena de un desayuno que necesita cuatro páginas para suceder y con apenas dos o tres acciones de los personajes. 

Entró en la habitación con la bandeja del desayuno ( pan en una cesta de mimbre, paquetitos de mantequilla, tazas, teteras cromadas, cosas que se entrechocaban y tintineaban), y sintió en la nariz el olor tibio, pastosos, desagradable del sueño, las sábanas mojadas de transpiración, el desorden de la ropa(...)
- Buenos días- dijo él con la bandeja en las manos mirando las paredes a su alrededor (...) Buscó dónde dejar la bandeja, no encontró espacio, arrastró una silla (...) Apagó la luz pálida del cuarto de baño, que agonizaba en la alfombra, y la encontró azucarando el té con los gestos aún sin huesos, blandos, de quién se despierta (...) Abrió un botecito circular de mermelada idéntico a los que sirven en los viajes de avión, lo probó, lo dejó a un lado: Demasiado dulce, me causa espasmos en la glotis (...) Marilia masticaba en un remanso de vaca de Walt Disney, y él pensó Sí sigo así mucho tiempo empezaré seguramente a odiarte (...)

Ahí se quedan los personajes, masticando el desayuno y la desidia, tan creíbles a pesar de las cuatro páginas repletas de ambiente y cuestiones tangenciales a la historia, más bien gracias a ellas.




Miguel:
Anoche vi la entrevista de Bilbao, bueno, no creo que fuera una entrevista, la señora que estaba sentada a su lado más que preguntas lo que hacía era meter alguna cuña para encarrilarlo y que no se fuera mucho por los Cerros de Úbeda. Nunca lo había oído hablar, tiene buena voz y el ritmo pausado, como si todo lo que dice se le ocurriera en ese momento, el ritmo de los recuerdos que fluyen, del pensamiento.
"Tienes momentos muy raros en los que te quedas tan contento con lo que has hecho. momentos en los que estas escribiendo y estas llorando. tienes momentos muy malos en los que no te crees nada de lo que estás haciendo. esto es escribir."





Fotografías de Ralph Gibson, ilustrador de las primeras ediciones en español de Antonio Lobo Antunes 

Inmaculada Reina
Miguel Núñez

domingo, 17 de mayo de 2015

LOS INTERVALOS DE LOBO ANTUNES (1)


Miguel:
Mi estreno con Lobo Antunes fue con La muerte de Carlos Gardel, pero no sabría decir de qué iba el libro, ahora que lo pienso, no sé de qué van ninguno de sus libros o, mejor aún, siempre van de lo mismo: gente que sufre, gente que recuerda, gente que habla y habla. Lo que sí recuerdo es la fascinación que me produjo, la fascinación por las palabras, por su afán de desmenuzamiento, de decirlo todo, también que no podía dejar de leerlo, volver una y otra vez sobre aquellas palabras.


Inmaculada:
Hay una entrevista suya de 2013 en Youtube, en un Festival de literatura de Bilbao, recuerdo que se refirió a eso que dices...las historias me importan un pito, dijo, son para las abuelitas. Que lo que a él le interesa es meter el mundo entero entre las cubiertas del libro. Y que eso es imposible, porque requiere transformar en palabras cosas que son anteriores a las palabras, como emociones, movimientos inconscientes...que por definición son intraducibles a palabras. Tienes que ver esa entrevista. Escribir de corazón a corazón, decía, ese era su empeño. Contar el dolor, porque nunca lo ha entendido. De eso van sus libros. No he leído La muerte de Carlos Gardel, aún. Ahora estoy terminando Sobre los ríos que van, que escribió después del cáncer.


Miguel:
Luego la busco. Supongo que lo terrible y fascinante de Lobo Antunes son esos despliegues, ese  querer contar el mundo a partir de un detalle aparentemente insignificante.

"Las buganvillas en flor a lo largo del muro. A menudo, no importa qué esté haciendo o en qué ande pensando, me vienen las buganvillas en flor, azules y moradas, a lo largo del muro, el viejo y oscuro muro de mi infancia, entre la travesía y el callejón. Tanta sombra, siempre, por debajo de la buganvilla: e insectos diminutos, lagartijas, amenazas. Recuerdos así: mi bisabuela, aturdida, desataba un pañuelo de bolsillo y desparramaba un montón de joyas en la mesa. Me quitaba los caramelos y se los comía ella con esa boca elástica de los viejos ..."

Tengo escrito un relato a partir de una frase sacada de uno de sus artículos en El País, "dejo que gotee la cuchara, que manche el mantel, ..." Me encantaban sus crónicas, cada sábado por la mañana, durante no sé cuantos años, bajaba al quiosco, me compraba el periódico y me sentaba a leerlas y a fumar en el primer escalón que pillaba.


Inmaculada:
Sus crónicas fueron las que me ganaron en primer lugar. En ellas encuentro la esencia de su literatura pero aligerada de exigencia. Y sobre todo la intimidad, van directas al centro de uno: de corazón a corazón. No me extraña que buscaras ese momento de intimidad, en el escalón más próximo, con el cigarrillo. Yo las solía leer en el rincón de mi dormitorio, junto a la ventana, donde te conté que me estoy recluyendo cada día más. Qué maravilla las Crónicas. Él no les da valor, dice que no le cuesta escribirlas. Y esa parece ser la medida que se exige: sudar la literatura. Le oí contar cómo alcanzó la voz que lo caracteriza. Escribía sin parar y le decían que lo que hacía era bueno, pero él pensaba " aún no, no es eso..." y lo seguía intentando. Estando de médico en el ala pediátrica de un hospital conoció a un niño muy enfermo que solía estar solo porque los padres eran pobres y vivían lejos y cuenta que era muy guapo y lo abrazaba. El  niño murió y él vio como se lo llevaban envuelto en una sábana, con un pie fuera  haciendo así   ( y mueve una de las manos levemente de un lado a otro). En aquel momento decidió escribir para aquel pie del niño muerto y escribió Memoria de elefante, su primera novela, en la que por fin encontró su voz. Es tremendo Lobo Antunes, encuentra palabras, frases, que te agarran por las solapas el alma.  No hay una sola línea de su literatura que no esté llena de belleza.  Ese párrafo que has copiado, por ejemplo, la sombra debajo de la buganvilla, esa boca elástica de los viejos ,son perfectos. Es un maestro de las imágenes y la adjetivación.
Recuerdo tu relato de la cuchara y que reconocí lo que había allí de Lobo Antunes.



Miguel:
Quizás por eso te gustara ese relato. De alguna manera al copiar la línea de la cuchara me impregné de algo suyo. ¡Qué bueno!

También creo que él está más cerca de la poesía que de la narrativa, puede que eso fuera lo que me enganchó al principio. Nunca he sido muy lector de novelas, es más, hubo un tiempo en que no me gustaban las novelas, solo leía poesía y el paso a la narrativa fue a través del cuento, que para mí es otra forma de poesía y Lobo Antunes apareció en esa transición. No quiero decir que no me gusten las novelas, me encantan las historias de abuelas, como dice él, pero esa forma de llegar, de agarrarte y sacudirte que tiene la poesía es muy difícil en narrativa, eso solo aparece en algunos cuentos de algunos autores y en Lobo Antunes, por supuesto.


Inmaculada:
Ya que has hablado de poesía, encontré un estudio sobre Lobo de Antonio Sáez Delgado en Turia, que habla de eso:

Es imposible hablar de António Lobo Antunes sin hablar de poesía. No solo porque el propio autor ha dicho siempre que fue lo primero que escribió y es su vocación frustrada, sino porque, en ese camino sin retorno que enfrentan sus novelas en el laberinto de los géneros literarios, la poesía ocupa un lugar fundamental. El estilo de Lobo Antunes participa de las características del lenguaje poético, empleando la elipsis, la imagen y la intensidad lírica y simbólica con una potencia que hace que muchos de sus lectores se adentren en sus obras con la pasión de quien lo hace en un extenso poema de varias centenas de páginas, que encierra al lector en su mundo y lo arrastra sin remedio a través del torrente de su lenguaje.

Y ya puestos, como  la inspiración es patrimonio de los poetas, me parece que Lobo Antunes cree en ella. Él habla de que frente a la hoja en blanco debe cerrar una parte de su  cabeza y abrir otra que suele estar cerrada, y es ahí donde llega la voz que le dicta los libros. Y sabe cuándo están terminados porque , como las mujeres que ya no le quieren e intenta tocarlas pero nada, igualmente le ocurre con sus libros.




 Miguel Núñez
Inmaculada Reina

jueves, 14 de mayo de 2015

EQUILIBRIOS SOBRE EL TIEMPO





Para seguir la línea de tiza que José Antonio Garriga Vela ha dibujado en El cuarto de las Estrellas, hay que disponerse a hacer equilibrios. Equilibrios entre la vida y la muerte, la realidad y la ficción, el pasado y el presente. Equilibrios sobre el tiempo. Solo así se puede atravesar el territorio de La Araña, su atmósfera enrarecida de polvo y humo. Solo así se puede caminar entre la bruma de la memoria perdida del protagonista. Ambos territorios están fuera del presente y marcados por el secreto. Hay que aventurarse en el túnel de lo desconocido para salir al otro lado.

               El protagonista-narrador, un escritor estancado en la novela que escribe y que sufre un accidente que le borra la memoria reciente, vuelve al lugar de los recuerdos que le quedan y desde allí hace un recorrido desordenado por los primeros años de su vida. Parte del día en que a su padre le tocó la lotería de Navidad, un golpe de suerte que les destrozó la vida. ("A veces la suerte nos traiciona"). En este viaje a la memoria subterránea, desde la mirada melancólica y asombrada del niño que fue, repasa aquellos acontecimientos descubriendo lo que estaba oculto bajo trampillas secretas o paredes giratorias: el reverso del secreto.

               En la novela son fundamentales la mirada y la voz. Una mirada teñida de  asombro por el cine, la magia (Houdini), los personajes increíbles o monstruosos (desde un celacanto que se pescó en la Araña hasta el Hombre invisible), los lugares míticos (como Nueva York), lo sobrenatural (fantasmas con nombre propio, como el del hermano). La voz del narrador es concentrada y poética, contaminada también de la de los personajes que protagonizaron las historias de La Araña, que se engarzan como ecos en las historias centrales de la novela, las del escritor y su padre, que finalmente vienen a ser casi la misma, ya que el de la identidad es otro de los temas propuestos por Garriga Vela.

               Todos los personajes son funambulistas, andan en la cuerda floja ya sea en el aire como ángeles o a ras de tierra, pegados al polvo y a merced de los temblores y las voladuras de la vida. Y tienen que elegir avanzar o permanecer paralizados por el miedo. Escuché al autor contar que, cuando era niño, su padre siempre le decía que se pasaba la vida en la inopia. Esta es la elección de algunos personajes de la novela, tumbarse en el lugar y el tiempo de sus muertos y quedarse fuera del presente, en la inopia. Otros, como ángeles, atraviesan la cuerda a gran altura hacia la muerte, por encima del polvo y el humo del pasado y la culpa. Esa es también la elección del lector, invitado a entrar en la novela desde el primer párrafo ("Esto es la Araña. Si miras el mapa…"): quedarse seguro a ras de tierra, adormecido por la fascinación de las historias llenas de maravillas o atreverse a buscar en lo profundo, a pulsar las trampillas secretas de la propia memoria.

Inmaculada Reina

lunes, 11 de mayo de 2015

XVI CERTAMEN DE RELATOS LA AVENTURA DE ESCRIBIR


El pasado viernes 8 de Mayo de 2015, se entregaron en Nerja los premios otorgados por la Asociación Cultural de escritores de Nerja “La Aventura de Escribir”. Estos premios han cerrado con éxito su decimosexta edición. El acto se llevó a cabo en un salón del Ayuntamiento localizado en el número doce de la calle Almirante Ferrándiz, a pocos pasos del Balcón de Europa.

La Asociación Cultural La Aventura de Escribir viene organizando actividades en NERJA (Málaga)desde 1996 en torno la escritura, organizando talleres a vuela pluma, maratones de escritura, certámenes de relato, presentaciones de libros, cursos de escritura creativa y publicaciones. Cada verano organiza El Foro de la Luna, que coincide con el primer plenilunio del mes julio, donde se dan cita la música y la poesía.


El acto estuvo presidido por la Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Nerja, la presidenta de la Asociación, y el presidente del Jurado. Todos dieron las gracias a los participantes y a la magnífica labor que realiza la asociación en su apuesta por la cultura en la Comarca.

Nuestro grupo Punto y Seguido estuvo presente al estar uno de sus miembros entre los premiados. Los premios recayeron en:

ACCÉSIT II: PATROCLO: LOCO, LOCO, LOCO (Isabel Jurado)

ACCÉSIT I: EL CABO (Lucía Muñoz Arrabal)

PRIMER PREMIO: ESA OSCURIDAD QUE TE ACOMPAÑA (Pedro Rojano)



Desde nuestra tribuna agradecemos todo el entusiasmo con el que diferentes asociaciones, como La Aventura de Escribir, apoyan este tipo de actos y apuestan por los autores noveles, creando con ello el abono necesario para el crecimiento de la cultura.



Y damos, una vez más, la enhorabuena a nuestro compañero Pedro y le animamos a seguir avanzando en este difícil camino.

PUNTO Y SEGUIDO


jueves, 7 de mayo de 2015

ENTREVISTA A CLAUDIA GUILLÉN

Me citó donde siempre, el bar frente al Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia; allí es profesora del diplomado. Elegí una mesa del sector de fumadores. La vi entrar como un torbellino, entre risas, luciendo una falda y una blusa que le daban un aire gitano. Me abrazó, como buena mexicana. No se es amigo mexicano si no se achucha. Le explico que es un trabajo para el diplomado y ella asiente, feliz por poder ayudarme; luego levanta la mano y pide un caballito, yo dudo, estoy con el estómago vacío, pero la acompaño. Hablamos de su trabajo, de su columna llamada El cajón de la costurera en el diario La Razón, de su vida personal. Se me hace raro pensar en hacerle preguntas formales para que los demás la conozcan. A ella le debo mi acercamiento a la literatura mexicana, entre tantas otras cosas.

—¿Cuándo te diste cuenta que querías ser escritora? 

—Cuando era niña. Mi padre, Pedro Guillén, era escritor, por cierto uno de sus grandes amigos era Rogelio Sinán, escritor panameño, entonces para mí era natural dedicarme a este oficio. Recuerdo que a la hija de Otto Raúl González, tendríamos como 8 o 9 años, le publicaron un libro y yo quería escribir uno y que me lo publicaran. Además desde niña jugaba a inventar historias, y se reproducían en mi imaginario como una suerte de pequeñas estampas.


Le pregunto por Rogelio Sinán y me dice que lo recuerda como un hombre muy dulce. Yo he estado en su casa; en el jardín del fondo hay un árbol enorme, precioso. Cuando ella, en otras oportunidades, me ha contado anécdotas de Augusto Monterroso, al que llama Tito, de José Revueltas, de Pablo Neruda o Carlos Pellicer, yo los imagino bajo ese árbol y a ella siendo niña, arrancándoles sonrisas a esos hombres que hoy nos parecen tan lejanos. Como el día que José Revueltas le llevó de regalo un payaso borracho, o como cuando Carlos Pellicer le dio un cheque de cinco centavos, porque ella encontró una ardilla en medio del nacimiento que habían armado en su casa para las fiestas decembrinas. Hoy son anécdotas y me parece mentira que esos hombres que ya no están, y que vemos en las fotos con gestos adustos, hayan tratado a la niña Claudia casi como tíos. 

Hablamos de su nuevo proyecto. Hasta ahora publicó tres libros de cuentos: La insospechada María y otras mujeres, Los otros y Pecados predecibles, este último a fines del 2013. Me dice que el cuento le pareció, hasta ahora, un género donde se ha sentido más cómoda, pero que en esta etapa está dándole la última revisada a su primera novela, que en principio se llamará Murmullos en el silencio, y en la que ha trabajado durante cinco añosCree que ambos géneros tienen la misma importancia, pero que cada uno tiene su propia estructura y, por ende, su propia complejidad.

—¿Y por qué hasta ahora sólo cuento? —la interrogo casi como si me lo preguntara a mí misma.

—La novela es mucho más leída en nuestros países, pero el cuento es un género mítico, que normalmente se dice que no es leído, pero que vemos que se siguen generando y publicando diversos volúmenes con una respetable salida en el mercado, responde haciendo hincapié en sus personajes, habitantes de la frontera entre la locura y el ostracismo, como ideales para el formato cuento. 
Confiesa que entre todos sus libros, publicados o no, no tiene ningún niño mimado, puesto que puede ver, en cada uno de ellos, las diferentes facetas de su oficio de escritora, y que ha tardado cinco años en terminar su novela porque no encontraba la solución a algunas estructuras que tenía trazadas para ella.

Antes de finalizar debo hacerle la última pregunta, porque sé que para ella es muy importante, y porque es un plumazo que define su vida:

—¿Qué disfrutas más, escribir o enseñar?

—¿Disfrutar?, dar clases, sin duda. Soy una mujer un poco atormentada y escribir me lleva a diversos estados de ánimo, entre ellos la angustia cuando no logro dar con el tono de un texto.

Esta fotografía es de V. Martínez

Seguimos un tiempo más allí, segundo caballito de por medio, hablando de otras cosas, más privadas, más personales, hasta que miró el reloj y, tal como entró, cual torbellino, abandonó el bar. Cruzó al Xavier Villaurrtia. Era la hora de la diversión.


Andrea Vinci
Punto y Seguido