martes, 26 de enero de 2016

Edgar Allan Poe y los Cuentos de Terror.

Baltimore, 19 de enero de 2016. 

Nací insano, con grandes momentos de cordura horrible


La tumba de Edgar Allan Poe amanece con tres rosas y una botella de coñac. Es el aniversario de su nacimiento, y como cada año, desde la década de los treinta, un misterioso hombre  del que no se conoce rostro, sino sombra, sombrero de copa y bastón con empuñadura de oro sobre el que se apoya al andar, completa su rito de madrugada. 

Los primeros curiosos de la mañana se muestran satisfechos. Ha pasado tiempo desde que dejaron de montarse las secretas vigilias para tratar de descubrir su identidad, también ha pasado tiempo desde que encontraron aquella nota en la que el hombre misterioso cedía la antorcha a un hijo, pero sigue ocurriendo y ya nadie se pregunta quién o qué. La tumba de Edgar Allan Poe amanece con tres rosas y una botella de coñac; y sobre la lápida un cuervo, posado, inmóvil y nada más. Podría decirse que se oía el constante palpitar de un corazón delator, pero también que los que allí estaban, velando el sueño del maestro del terror, tenían oído fino, habían escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra, y no pocas del infierno. 

¡Eran más negras que las alas del cuervo de la tempestad!

El miedo se crea con tensión, no con acumulación de horrores y torturas sobre los personajes. Es la primera lección que aprendí sobre las técnicas de escritura de relatos de miedo. Lo leí en el manual Escribir de Enrique Páez. El miedo es irracional y se crea con ambientaciones, dice. Con pequeños signos, oscuridad, sonidos sin identificar, sospechas, aislamientos, indefensión, silencio, adjetivos apropiados… La mayoría de las veces no hace falta buscarlo en situaciones paranormales, sino en situaciones cotidianas, como hace Patricia Highsmith en Crímenes bestiales o como hace el mismísimo Edgar Allan Poe en sus Cuentos Completos

Las novelas y los cuentos góticos-románticos ingleses son los antecedentes del cuento de terror moderno: Fantasmas, castillos abandonados, niebla, luna llena, aullidos, sombras en la noche, cementerios vampiros, maldiciones… Me viene a la memoria un libro que leí hace tiempo y que me costó encontrar en castellano: Los misterios de Udolfo de Anne Radcliffe, donde la heroína se enfrenta a la persecución de la racionalidad sobre la superstición en un castillo donde vagan figuras extrañas, moran fantasmas en sus almenas, etc. Es un libro muy recomendable si os gusta la literatura inglesa de este género, de los siglos XVIII y XIX. 

Me traes extrañas historias, Annette -dijo Emily-; esta misma mañana me has atemorizado con las aprensiones del asesinato; y ahora ¡Tratas de persuadirme de que has visto un fantasma! Esas historias fantasiosas surgen demasiado deprisa.


En el siglo XX, los cuentos de terror tienden más hacia el terreno del inconsciente: la enfermedad mental, el delirio, la paranoia, la esquizofrenia, la psicosis… El enemigo ya no se presenta por la amenaza exterior necesariamente, sino que está en el interior: en nuestra mente. Y, más recientemente, hemos incorporado a nuestros miedos todo tipo de fatalidades: robots, alienígenas, virus, mutaciones, catástrofes, etc. 

El género del terror ha formado parte de mi equipaje literario durante años, pero he de admitir que hace mucho que no leo nada de este tipo, sin embargo, muchos de los mejores libros que he leído pertenecen a este género. No quiero dejar de nombrar uno de mis libros favoritos: Drácula de Bram Stoker. Es una historia que siempre me ha fascinado y un libro que no me canso de leer y que contiene todo lo que el género de terror admite. Una novela apasionante que te enseña algo nuevo cada vez que la lees. 

“No hay vida en este cuerpo. Yo soy nada, sin vida, sin alma, odiado y temido, estoy muerto para todo el mundo. Escúchame, yo soy el monstruo al que los hombres vivos matarían. Yo soy Drácula". 

Bienvenido a mi casa. Entre libremente por su propia voluntad. 
Deje parte de la felicidad que trae

Otros libros del género de terror que me han apasionado han sido: Misery y El Resplandor, ambos de Stephen King, El silencio de los corderos de Thomas Harris, La Carretera de Cormac McCarthy, Frankenstein de Mary Shelley, Otra vuelta de tuerca de Henry James,  y por supuesto, los cuentos de terror de Edgar Allan Poe que consiguen que el lector pase realmente miedo, ya que lo involucra de tal modo en sus historias cotidianas que siente por empatía lo mismo que el protagonista. 

Una buena historia de terror te pone la piel de gallina, te produce tensión, sobresaltos y ansiedad; y el final debe darnos la tranquilidad de una prueba superada. Provoca más terror mostrar a un personaje que se ha quedado paralizado y no puede siquiera hablar que a uno que grita desesperadamente. 

Durante la hora de lectura,
el alma del lector está sometida a la voluntad del escritor. 

"El corazón late con violencia por los pasos rápidos y ruidosos que nos siguen mientras atravesamos una calle oscura. Tropezamos y caemos al suelo a causa de la carrera fantasmal y enloquecida de un gato negro. Un ruido extraño se oye en la penumbra nocturna de nuestra casa. ¿Será una rata? ¿Un fantasma? ¿Un ladrón? ¿Un ser monstruoso?"

Escenas como estas eran habituales en los cuentos de Poe. El crimen, el terror, el misterio, se adueñaban de los habitantes de las grandes ciudades, de los pueblos con pocas casas y calles oscuras y sin salida, de los hogares que se convertían en trampas mortales y de los vecinos que podían ser locos, ladrones o asesinos. Poe imaginó y escribió sobre temas, mitos y miedos urbanos que hoy resultan habituales. En sus cuentos surgen nuevos personajes, como el detective racional y deductivo, el policía lento e ineficaz, el criminal desafiante, inteligente y obsesivo o el animal domesticado que se humaniza y se venga del maltrato de su amo. Los cuentos de Poe impactan por su tema y su atmósfera oscura, por la intensidad del suspense que crean y por el efecto final

A la muerte se la toma de frente, con valor
 y después se la invita a una copa
"Para nada me asusta el peligro, pero si la consecuencia ultima: el terror", decía Poe. Llegados a este punto, si lo que quieren es conocer el terror, el verdadero terror, han de sumergirse en la lectura intensa de sus cuentos cerrados y compactos, donde cada palabra ocupa el lugar exacto y es culpable de muchas noches de insomnio. Una vez leídos, pueden comenzar por El corazón delator, El entierro prematuro, El gato negro o Los crímenes de la calle Morgue, traten de dormir y tener felices sueños. 

Les dejo un enlace donde pueden leer varios de ellos: PINCHA AQUÍ


Punto y seguido






Bibliografía consultada: 
Libro: Escribir, de Enrique Páez. 
Blog: Repositorio recursos: Edgar Allan Poe, el inventor del miedo. 
Blog: Biografías vividas: Edgar Allan Poe. 


martes, 19 de enero de 2016

ALGUNAS RAZONES PARA LEER NOVELAS. McEWAN, LA LEY DEL MENOR.




Desde hace algún tiempo me cuesta terminar las novelas. Su lectura se me hace larga y no consigo interesarme del todo en las historias, o tal vez sean las historias las que no consiguen interesarme a mí. Es un hecho que me preocuparía, si no fuera porque de cuando en cuando hay excepciones, novelas que me atrapan y cuya lectura se me queda corta. Lo que me lleva a pensar que el problema no solo está en mí.

Es el caso de La ley del menor, la última de Ian McEwan. Atravesé sus casi doscientas páginas en un par de sentadas. Nada más terminarla, comencé de nuevo su lectura, en parte para seguir saboreando la narrativa de McEwan, en parte para averiguar las razones de su eficacia, lo que me atrapó.

La trama de la novela es sencilla. Nos presenta a Fiona, una jueza de familia londinense en el comienzo de la sesentena, que se tiene que enfrentar al mismo tiempo a un inesperado problema matrimonial y la resolución judicial de un controvertido asunto  de protección de la vida de un joven, aún menor por algunos meses, por encima de sus convicciones religiosas. McEwan consigue imbricar las dos líneas argumentales a través de una protagonista completamente verosímil que se plantea, y nos plantea, dilemas éticos contemporáneos de completa actualidad. Mientras lee, no puede uno parar de preguntarse cómo se supone que deberíamos ocuparnos los seres humanos unos de otros más allá de religiones y leyes.

McEwan tiene la capacidad de introducirnos con aparente facilidad en mundos completos y complejos e interesarnos vivamente por ellos. En esta ocasión se trata del ámbito judicial inglés. En mitad de la lectura nos descubrimos disfrutando de la belleza de la redacción de una ardua sentencia judicial, con todos sus detalles y precisiones. Daría la impresión de que el novelista conociera en primera persona la profesión de juez pero se trata de documentación y maestría, ya que de la misma manera nos interesó, por ejemplo, con las complejas disquisiciones médicas de un neurocirujano en Sábado, otra de sus novelas.

A pesar de que La ley del menor puede considerarse una novela de ideas, el escritor no descuida el desarrollo emocional de los personajes apoyándose en las descripciones de entornos, la relación de pensamientos , los diálogos y otros recursos. Es en este aspecto donde juegan su parte otros dos elementos muy presentes en la novela, la poesía y la música.

Se trata de una novela de aparente sencillez formal pero de una gran complejidad de ideas y temas. Una novela realista, clásica, donde la voz del autor y su trabajo con el lenguaje quedan en segundo plano porque están puestos al servicio de la eficacia narrativa.

Leer a McEwan  te deja con una cierta sensación de impaciencia. Uno desearía que pasara deprisa el tiempo necesario para volver a tener entre las manos otras doscientas páginas de su  buena literatura.

Inmaculada Reina
Punto y Seguido

martes, 12 de enero de 2016

LAS DOS HISTORIAS DEL CUENTO

Ricardo Piglia en sus Formas Breves, en el capítulo Tesis sobre el cuento, nos ilumina sobre las dos historias que conforman un cuento y de qué manera tratan diferentes autores como Poe, Chejov, Kafka, Hemingway y por supuesto Borges, cada una de esas dos historias.






1º TESIS

"Un cuento siempre cuenta dos historias."

En el cuento clásico (Poe) la primera historia se cuenta en primer plano de manera visible y la segunda historia se construye en los huecos de esa primera historia. Las dos historias se van entrecruzando durante la narración y lo que es superfluo en una es esencial en la otra. La revelación de la segunda historia al final del relato producirá el efecto sorpresa. Un cuento no es más que un relato que encierra otro relato secreto que nos será revelado al final del mismo.



2º TESIS

"La historia secreta es la clave de la forma del cuento y sus variantes."

En el cuento moderno (Chejov) se abandona el final sorpresivo y se cuentan las dos historias como si fuesen una sola. Lo más importante nunca se cuenta. La historia secreta se construye con lo no dicho, la elipsis, con el sobreentendido y la alusión.


Ricardo Piglia


Piglia utiliza la anécdota de Chejov registrada en uno de sus cuadernos, del hombre que gana un millón en el casino, vuelve a su casa y se suicida, para mostrarnos cómo hubiesen escrito el cuento de esa anécdota diferentes autores, y cómo hubiesen tratado la historia 1, ganar un millón, y la historia 2, el suicidio. Cómo Heminnway escribiría la historia 1 con detalles precisos sin desvelar la historia 2, pero narrando la 1 como si el lector ya conociese la 2. Cómo Kafka narraría con naturalidad el suicidio de la historia 2 y la narración de la historia 1 en el casino sería algo terrible y amenazador. Cómo Borges en la historia 1 usaría estereotipos levemente parodiados de algún genero y la historia 2 seria construida con la duplicidad y la condensación de la vida de un hombre en una escena o acto único que define su destino.

Para Borges —nos cuenta Piglia—, la historia 1 es un género y la historia 2 es siempre la misma pero disimulada con alguna de las variantes narrativas que le ofrecen los géneros. La variante fundamental que introdujo Borges en la historia del cuento consistió en hacer de la historia 2 el tema del relato.

Mauricio Ciruelos
Punto y seguido

martes, 5 de enero de 2016

2016

Los mejores años ya se fueron. Me asomé a la puerta y los vi pasar uno a uno, como viejos conocidos de quienes siquiera recordaba su rostro. Me decían adiós con la mano mientras repetían, ánimo, aún te queda tiempo.

Mis mejores años se fueron y no intenté retenerlos. Caminaban alegres, tercos, despreocupados, haciendo bromas sobre las subidas del iva, la inflación, el resultado de las elecciones, los colesteroles, los riesgos de la prima de riesgo. Yo los miraba extrañado, preguntándome cómo llegaron hasta aquí, en qué lugar se ocultaron todo este tiempo.

Los mejores años ya pasaron una vez, aunque puede que estos no fueran los mejores. Los mejores, me dije, quizás todavía estén por pasar. Por eso entré en la casa y me vestí con mi ropa nueva, apagué las luces, dejé la llave en el alfeizar de la ventana y salí a encontrarme con ellos.

Charles Chaplin en Luces de la ciudad




miguel núñez ballesteros
Punto y Seguido