jueves, 25 de febrero de 2016

LA MUERTE JUEGA A LOS DADOS. VEINTE MOTIVOS PARA LEERLO.






He pasado el fin de semana leyendo La muerte juega los dados, de la escritora Clara Obligado. La lectura del libro me apasionó por muy diversas razones que paso a detallar sin orden ni concierto o mejor, por puro orden de aparición.

1. La portada. Una habitación de papel, con cortinas plegadas de cartulina amarilla, mueblecitos de papiroflexia, una alfombra persa de origami. Un escenario de Cluedo con tipografía de novela negra. Según he leído,  sus diseñadoras, Julieta González y Mariana Grekoff trataron de representar en ella  todas las habitaciones del libro, que son muchas. Nos dicen: "De los infinitos temas que habitan en estos cuentos, nos gustó una referencia a Walter Benjamin que habla de la memoria del papel. Para el matemático, la belleza del origami es su simple geometa. Es una técnica que sugiere más de lo que muestra, el doblado resulta a menudo sorprendente y para comprender su lógica y completar una figura es necesaria la mirada del espectador. Esto mismo pasa en este libro, que necesita de una lectura completa para captar su estructura matemática".

Un buen envoltorio para presentar esta colección de dieciocho relatos con asuntos en común,  o esta novela de intriga compuesta de dieciocho capítulos que también funcionan como relatos autónomos. Según le he oído a la escritora, lo que ella ha escrito son relatos, pero la novela la arma el lector. Esta complicidad necesaria del  lector es uno de los elementos más valiosos que encuentro en el libro, cuya estructura podría ser un puzzle que yo imagino como un espejo roto en pedazos que el lector recompone para entender la historia real y la imaginaria, la propuesta y la propia, como ocurre siempre con los espejos.


2. Las citas. Comenzando por las tres que pone al frente del libro la escritora y de las que destacaré la de Cervantes, que resume el espíritu que la autora quiso darle al libro: Confía en el tiempo, que sabe dar dulces salidas a amargas dificultades. Y  siguiendo por tantas otras que orientan y personalizan la lectura de cada relato.

3. Un cadáver en la biblioteca. El primer relato o el primer capítulo. Como en las novelas de Agatha Christie, se nos presenta el crimen: el escenario, la víctima  y alguno de los sospechosos. En este relato es magistral el tratamiento  del tiempo narrativo, como corresponde a un mecanismo de generar intriga.

4. El miedo. El microrrelato onírico de la monja enana. Sí, en este libro hay relatos de todos los tamaños. Y muchas buenas frases de inicio, como la de este: "La monja enana vive en la cornisa del patio del colegio, donde anidan los murciélagos, debajo del reloj".

5. El cuerpo. En este relato comenzamos a querer a Alma, una de las protagonistas de esta novela de personajes femeninos, aprendemos a comprender su necesidad de salir del cuerpo para habitar la memoria y la imaginación, viendo pasar nubes. Es un relato lleno de imágenes que se escapan de y hacia otros relatos y que funcionan como leit motivs (la trenza roja de Leonor, las pajaritas de papel, las piscinas- las piletas-...)

6. Paranoias. Los sueños de Alma. Y Alicia en el País de las Maravillas. Surrealismo y algo más: pìstas para desentrañar el enigma.

7. Europa. " Europa es un sueño que solo existe en la mente de los latinoamericanos, y abarca Francia, España, Italia e Inglaterra". Un delicioso inicio para el relato de un viaje en barco a través del Atlántico rumbo a Europa,  en el que Leonora, otra de las maravillosas mujeres del libro, también hace un viaje de transformación. El chic y la despreocupación, París y Londres en los superficiales años 20 de la gente rica, riquísima. Aliñado el relato con los fragmentos de la carta de Leonora a su madre. Y las descripciones y los ambientes y las cortinas amarillas en el piso de Paris y la alfombra que recorre todo el libro y el desengaño amoroso y las mariposas y el amor de verdad.


8. Nada útil. Teo, y la casa vacía en un París lleno de soldados . El miedo, las matemáticas, lentejas mojadas y pajaritas de papel. A menudo lo que nos salva es lo inútil. Los relatos de este libro nos hablan con todos los sentidos y en este,  el protagonista es todo oídos y ojos para espiar al enemigo. Sospecho que en este capítulo casi todo es inventado, con Teo a la cabeza, aunque sea uno de los relatos más llenos de verdad.

9. Cosas que me preguntaba mientras escribía estos relatos. Cosas que me preguntaba yo  mientras los leía. Pensar el absurdo de  la guerra a través de Irina.  "Había miles de personas presas dentro del Cap Arcona y podemos suponer que una de ellas se llamaba Irina. Supongamos también que Irina tiene diecisiete años. Que es rusa y ha sobrevivido a la deportación, los trabajos de campo, la fábrica de ladrillos, los experimentos, el hambre, los malos tratos, la marcha de la muerte por la carretera".

10. La huída. El culebrón mexicano de Estanislada y Catalina en el burdel de la época de Pancho Villa. Dos personajes que se reflejan como en un espejo dando las dos caras de la mujer bajo la represión masculina. Alguna pista para la intriga y el plus del deleite del lenguaje y los sentidos para contar una historia truculenta. El mestizaje y el aire popular que utiliza Clara Obligado en su búsqueda del lector  normal.

11. La sangre. La sangre que viaja en este relato desde el principio de los tiempos por el sistema circulatorio hasta la herida  de la que mana y que mancha la alfombra persa traída de lejos hasta la biblioteca en Buenos Aires y que servirá de reposo al cadáver de la novela. La historia de la humanidad en un par de páginas.

12. El efecto coliflor. De cómo el detective O´Brien retoma el caso del cadáver en la biblioteca tras ser abandonado por su esposa, Amalia, y ahoga sus penas con el frigorífico (la heladera). Y de regalo, la receta de las novelas policíacas y la clave para entender esta novela. Aunque, en cualquier caso, el lector sospechará de todos los personajes, pero también a todos los exculpará.
"¿Y si el muerto no fuera el final ,sino el principio de todos los problemas? He estado leyendo esas novelitas tuyas y ya entiendo cómo están hechas: primero se busca un muerto y se le pone en las primeras páginas, después un culpable, que aparece en las últimas y, con esos dos datos bien plantados, se enreda una madeja durante doscientas páginas. Es un buen truco, pero en la vida no sucede así. La vida es puro azar, querido mío, y la muerte juega a los dados".

13. La divina proporción. Un relato muy breve sobre unas siamesas unidas por los pezones.

14.Zoo lógico. La historia de Fernanda, donde todos los personajes son animales o ,al menos, lo parecen.

15. El verdadero amor nunca se olvida. La deliciosa voz narrativa de la protagonista, una mujer que se siente afortunada porque todo se le da doble  (la casa, los hombres...) y que adora jugar con las palabras.


16. La peste. Uno de los relatos más bellos  del libro y sospecho que uno en el que la autora más indagó en la propia memoria. No en vano  está encabezado por la famosa cita de la magdalena de Proust.

17. Las eléctricas. Impresionante relato sobre el dolor  y el sufrimiento.

18. Porcelana. El cuento maravilloso de un conde ruso que lo perdió todo, dejó su país y tras muchas visicitudes hizo fortuna en la Argentina.

19. Interferencias. A mí lo que me va es la demonología...La divertida voz de una madrileña que va a hacer espiritismo a Buenos Aires, con una vidente lapona. Divertidiísimo.

20. Verano. Hermoso relato de autoficción, con forma epistolar y en el que todas las cartas del juego narrativo quedan boca arriba.

Eso es todo. Veinte motivos pueden ser muchos o pueden no ser suficientes. Seguro que se me han quedado en el tintero por lo menos otros veinte más. Es probable que cualquiera que lea este libro será capaz de encontrar al menos otros cuarenta motivos distintos a los míos. ¿No sería esta una buena razón para intentar descubrirlos?


 Inmaculada Reina
Punto y Seguido

martes, 16 de febrero de 2016

QUE ENTRE EL PRIMERO

Bella Durmiente despierta de su sueño de años en la suite Presidencial del Hawai Sunrise, exclusivo lupanar en las afueras de Madrid. Tambaleante recorre la enorme habitación apoyándose en las paredes, muy despacio, arrastrando su larga capa azul expansivo. En el salón Viridiana, bajo la espesa niebla que le produce un efecto de euforia repentina, pregunta:
—¿Qué hora es?
El personaje de Bella bien podría haberlo interpretado Patricia Adriani en un registro similar a su papel en Dedicatoria de Jaime Chávarri en 1980. Imaginen la fragilidad de los gestos, la sonrisa que parece mantener a raya un dolor antiguo, el adormecido resplandor de los ojos.
En el salón, todos los figurantes se vuelven a mirarla. Una sonrisa de lasciva impaciencia se les dibuja en los rostros y agitan entre los dedos una chapita metálica con un número rotulado en purpurina. Los asientos atornillados al suelo, los aspersores de humo ocultos bajo los apliques.
—Es la hora de la siesta—, interviene Madame Maléfica desde el centro de la sala, terminando de repartir chapitas y preservativos.
Este personaje hubiera sido perfecto para Lola Gaos, inolvidable Saturna de Furtivos o, si me apuran, por el Anthony Perkins disfrazado de su propia madre en Psicosis.
—Vamos, querida— le dice a Bella tomándola del brazo y, recogiéndole su larga cola, la acompaña de vuelta al dormitorio.
Ya en la cama, en plano medio, los rostros apenas iluminados por la débil luz proyectada sobre un vaso de leche, Bella ingiere una a una el surtido de pastillas que Maléfica le proporciona en una pequeña bandeja de plata. Apenas se adormila, pregunta por su príncipe.
Maléfica se acerca a la cabeza (primerísimo primer plano de la boca rozando la oreja, recorriendo la mejilla y la comisura del labio) y le  susurra:
—Duerme querida, él no tardará en volver.
Seguidamente la cubre con su capa y descuelga el auricular de baquelita de un teléfono colgado junto al cabecero
—Don Luís, podemos continuar.
Don Luís, con monóculo y alzacuellos, intenta aparentar un personaje anodino. Se escurre, se niega a ser fotografiado y apenas habla con sus colaboradores. Puede ser un príncipe y también un embaucador, un conseguidor, o un simple intermediario. Ricardo Darín lo haría perfecto si no fuera argentino. Desde su sillón en una plataforma elevada, oculto tras los cortinones del salón, toma su megáfono y se dirige a los figurantes:
—Vamos, no me lo pongan más difícil. Muéstrenme que son capaces de algo parecido al entusiasmo. Háganselo creer a esa infeliz o créanselo ustedes mismos. Venga, pónganse en pie sin apelotonarse y que entre el primero.

Foto: Alberto García Alix



Miguel núñez ballesteros
Punto y seguido

martes, 9 de febrero de 2016

MAL DE ALTURA



«Encaramado a la cima del mundo, con un pie en China y el otro en Nepal, limpié de hielo mi máscara de oxígeno, encorvé la espalda al viento y contemplé, abstraído, la enorme extensión de Tíbet. De un modo difuso, con cierto distanciamiento, comprendí que el paisaje que se extendía debajo de mí presentaba una vista espectacular. Había fantaseado mucho sobre ese momento y la oleada de emociones que lo acompañaría. Pero ahora que por fin estaba allí, literalmente de pie en la cima del Everest, no tenía fuerzas para pensar en ello».
Jon Krakauer (Mal de altura)
Jon Krakauer
Jon Krakauer, periodista de la revista Outsider, fue invitado en 1996 a participar en una expedición comercial a la cima del Everest dirigida por el escalador neozelandés y dueño de la agencia Adventure Consultants, Rob Hall. Su ascensión a la cumbre, en compañía de otros siete clientes, resultó una catástrofe. Aquellos días,  doce alpinistas se dejaron la vida en el Himalaya. Las causas las analizan sólo los que sobreviven, y desgraciadamente el fruto de ese análisis de poco les sirve a los muertos. 
Expedición de Adventure Consultants 1996 . Jon Krakauer sentado tercero por la izquierda. Rob Hall sentado tercero por la derecha

Años después de su ascensión y regreso, el periodista, que había publicado un extenso artículo en la revista Outsiders, decidió relatar su experiencia en un libro. Una oportunidad para contemplar los hechos desde la distancia temporal, sin la pátina de la inmediatez. Y sobre todo, según nos dice él mismo en el prólogo, un deber de enmendar graves errores que cometió al escribir el artículo recién ocurrida la catástrofe.

Mal de Altura no es un libro de aventuras, es más bien un relato de las consecuencias que puede suponer la aventura. El manto de opaca realidad que cubre los deseos de incautos soñadores. Se trata de un honesto canto a la mezcla de entusiasmo y temeridad de algunos.
“Si uno se limita a hacer lo que se supone que debe hacer, nunca se convierte en héroe”
Cormac McCarthy . El Sunset Limited
Siempre nos hemos preguntado por el motivo que obliga a ciertas personas a ir más allá de sus límites, aunque ello suponga asumir ciertos riesgos tan llamativos como el hecho de perder la vida. Un periodista hizo esa pregunta al escalador británico Mallory poco antes de emprender un nuevo intento para llegar a ser el primer hombre en hollar la cumbre más alta del mundo. Su respuesta fue un simple: «Porque está ahí». La racionalidad camina por distinto sendero que los sueños. Si uno se equivoca de camino, puede que llegue a un glorioso destino o se despeñe por el acantilado. Resulta complicado delimitar las fronteras de lo posible. ¿Por qué Colón se atrevió a cruzar un temible mar desconocido? ¿Qué llevó a Amundsen y a Scott a desafiarse por saber cuál de ellos sería el primero en llegar al Polo Sur? ¿Qué interés pasaba por la cabeza de Neil Amstrong el día que aceptó embarcarse en el Apolo XI? Son decisiones irracionales que justifican los deseos por llegar más allá, por conocer en qué punto se encuentra la línea de nuestro horizonte.
Mal de Altura está narrado con agilidad y emoción. Desprovisto de esas descripciones grandilocuentes que echan un velo sobre lo real. Durante la travesía podemos sentir el cansancio, el frío, la falta de oxígeno, el sufrimiento. Podemos ser partícipes de la terrible sensación de saber que la muerte aguarda en el frágil apoyo de unos crampones. El horror de la indiferencia ante la desesperación de otros. El coste psíquico de la supervivencia. Jon Krakauer nos hace revivir la emoción de lograr el reto, el miedo que supone el descenso y la estupidez que persiste durante todo el camino de regreso.

Gracias a este autor, he podido ascender los 8840 metros de altura del Everest, y aún tengo restos de hielo en mis ojos al comprender que algunos sueños, como cadáveres a la intemperie, se enfrían sobre el manto helado.

Pedro Rojano       


viernes, 5 de febrero de 2016

THE REVENANT. DEL HARTAZGO A LA BELLEZA. DE LA BELLEZA AL HARTAZGO

Como contadora de historias diré que lo más positivo en esta película de Iñárritu fue la atmósfera, que ha sido expresada con total maestría. La belleza del paisaje regresa una y otra vez a la copa de los árboles, a ese pedazo de cielo que simboliza la protección, la fortaleza. Pero es una historia de venganza, por eso Dios es sólo una mímica, una carcajada perversa. Expresar frío y soledad ha sido el reto, tras una batalla épica, tras una brutal paliza propinada por una osa, que en ese tropel de sangre y mugre me ha dejado respirar el bosque, la ferocidad, hasta engañar a mis sentidos, hasta dejarlos knock out, para inhalar olor a caballo sudado en vez de a palomitas de maíz. Cuando estas cosas me suceden reculo en mi asiento, salgo despedida a la más profunda de mis emociones, y me concentro en esa brisa que cruza por mis narices y que nadie más percibe. Ahora bien, estos detalles me sacan de la historia, como el buscar los añadidos en los planos secuencia tan extremadamente largos. Tan Iñarritu.


La música es como una gota de agua sobre el cráneo, como una tortura china que nos golpea en las sienes de manera sutil, casi imperceptible, y que nos deja más fríos aún que el paisaje, más fríos frente a este relato, donde cada tanto sucede algo que nos conmociona y nos saca del letargo. Porque eso es lo que se encaminó, por lo menos dentro de mí, un ¿Cuánto falta para que termine?, que la convierte en más gris que el paisaje.


No discutiré sobre la actuación de Di Caprio. Pocas palabras y muchos gestos, que finalmente es lo que cuenta: lo que se dice con el cuerpo. Pero si esta vez sí se lleva el Oscar, y esto no lo digo en detrimento de su excelente trabajo, será para compensar el antes mucho más merecido de El lobo de Wall Street.


Algunos opinan que ha sido el regodeo en los planos secuencia el culpable de esta sensación que me tuvo sosteniéndome la cabeza gran parte de la película. Otros dicen que la música. Estimo que el tándem de ambas. Pero no puedo quitarle el mérito al encanto de las imágenes, al acercamiento al dolor hasta el punto de meternos adentro de las heridas. No puedo dejar de ver la poesía en este contador de historias. Y la poesía, al igual que París, bien vale una misa.






Andrea Vinci
Punto y Seguido





martes, 2 de febrero de 2016

¿10 FRASES DE ESCRITORES QUE MOTIVAN A LEER?


Reconozco que no soy romántica. Reconozco también que leo en E-book, aunque lo continúe haciendo en papel. Y por último, reconozco que las cosas cambiaron, y que muchas de las frases dichas por grandes escritores, que alguna vez pudieron ser inspiradoras y fomentar a la lectura, ya caducaron. Esto nada tiene que ver con el escritor, su literatura o su talento. De hecho las frases que copiaré aquí son de algunos de mis escritores favoritos, pero me pregunto si existe la palabra mágica que abra esa puerta, para que la gente que no lee comience a hacerlo.

         Esta entrada no es para que discutamos sobre qué es más importante: si leer o hacer gimnasia. Y mucho menos para desautorizar a los escritores que alguna vez escribieron estas frases. Mi idea es «estudiarlas» a la distancia, en este siglo XXI, y analizar hasta que punto nos son útiles para ese fin: que suba el número de habitantes de habla hispana que se interesen en leer.

         Los aficionados a la lectura ya lo somos, y parece que siempre somos los mismos. Está comprobado que mucha gente, tras finalizar la universidad, deja de leer… No quiero hablar aquí sobre lo que publican las grandes editoriales, ni sobre la calidad de lo que lee la mayoría. De hecho cuando hablamos de leer no sólo entra la narrativa. Soy de las que piensan que mucha gente puede cambiar sus gustos a medida que va adentrándose en la lectura, y si bien no leo para que me «entretengan», he aprendido a «respetar» a los lectores, a darles una oportunidad. 


Ilustración de Dick Sargent

Aquí transcribo las frases:

1 - «Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado. Casi setenta años después recuerdo con nitidez esa magia de traducir palabras en imágenes.» Mario Vargas Llosa

La frase es preciosa: traducir palabras en imágenes. Quién duda de su belleza. El problema es que no creo que los niños de hoy, demasiado estimulados ya desde antes de aprender a leer, encuentren esa belleza en un mundo que cambió el criterio de analfabetismo.


2 - «Aprender a leer es encender un fuego, cada sílaba que se deletrea es una chispa.» Víctor Hugo

En la época en que el gran Víctor Hugo escribía no había más que eso, y era un lujo. Ojo que no niego el fuego, pero a la mayoría les atrae más el de BioShock o Call of Duty.


3 - «De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todo lo demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria.» Jorge Luis Borges

Se nota que mi admirado Borges murió antes de la invención del teléfono celular y el tablet.


4 - «Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros.» Franz Kafka

¿Discutir con Kafka? ¡Ni soñando! Sólo que la mayoría cree que al mar helado lo rompe Grey.  


5 - «Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro.» Emily Dickinson

Que se lo cuenten a los fans del Halcón Milenario.


6 - «Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública, puede medirse la cultura de un pueblo. » John Ernest Steimbeck

Una verdad como un templo. Todo sigue igual, y eso que Steimbeck no conoció “Salsa rosa” y otros programas del corazón.


7 - «Leemos para saber que no estamos solos.» William Nicholson

Aquí casi todo el planeta está de acuerdo, y lo ponemos en práctica: leemos y leemos y continuamos leyendo todo el día la pantalla del teléfono.


8 - «Usted no tiene que quemar libros para destruir una cultura. Sólo tiene que hacer que la gente deje de leerlos.» Ray Bradbury

No se puede estar más de acuerdo. No voy a hablar de los distractores, sólo haré una afirmación: la culpa, por dar un ejemplo, la tiene Rajoy.


9 - «El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.» Miguel de Cervantes Saavedra

Discutir esto es como enfrentarse a los molinos, aunque si Cervantes viviera ahora añadiría: “y navega mucho…”


10 - «No leas, como hacen los niños, para divertirse, o como hacen los ambiciosos, con el propósito de la instrucción. No, lee para vivir.» Gustave Flaubert

¡Ay, mi respetado señor Flaubert! ¡Si al menos leyeran!

Ilustración de Martín Matje


Andrea Vinci
Punto y Seguido