jueves, 30 de junio de 2016

MUJERES QUE VIGILAN LA NOCHE (I)

-A mí me parece que estas señoras no vigilan la noche, la observan y tratan de sacar su relato, pero no la vigilan. Incluso hay casos en los que la noche ni siquiera aparece.
Yo haría una pequeña presentación explicando que llevamos meses leyendo a una serie de escritoras que siendo de países, épocas y modelos de escritura distintos, tienen un montón de puntos en común, no son coincidencias de estilos o de temas, son maneras de mirar parecidas, maneras de enfrentarse a la realidad y su traslación al relato, porque todas ellas, de una forma más o menos elaborada, tratan de lo mismo: cómo atrapar lo que miramos y lo que queremos ver, cómo elegir los escenarios, los detalles, las palabras dentro de un maremágnum de escenarios, detalles y palabras, en definitiva, cómo mirar en toda esa oscuridad para ver el relato. Bueno, al final parece que conseguimos justificar el título. 

-Estoy de acuerdo con que, aunque no sea "literal", el título se refiere a una manera de mirar. Para mí es como una manera de decir : formas de mirar de la mujer (claro, la mujer no como se nos presenta habitualmente, no la mujer tópico, sino la auténtica, la que vigila y se fija en lo importante o lo que tiene importancia- nunca sé cuál de las dos opciones es la buena, te acuerdas de la canción que cantaba Rosa León? ...es cansado, por eso al llegar la noche, él se respuesta a mi lado...).

-Oye, ¿no era “se recuesta”? Aunque “se respuesta a mi lado” no está nada mal, es una forma de reponerse de todo el día mientras se va respondiendo a las cuestiones.

-Pues, sí.
Bueno, siguiendo con la introducción, yo hasta que no vea cómo va a quedar la primera entrada no sé qué es lo que hay que introducir...
Cosas así tal como me vienen sobre los relatos:
- Los gemelos, vaya relato raro, lo he copiado a mano en una libreta para leerlo desde dentro, sentir cómo está escrito, comprender para empezar al narrador, el ritmo del discurso, los desplazamientos del punto de vista...el papel que juega en todo el relato lo inerte (las flores que se marchitan, la lechuza, el gato muerto, el San Bernardo). Ya sé que habla de la muerte... pero, ¿qué vigila Fleur aquí, de qué se está ocupando está mujer? Sé qué es algo importante (o que tiene importancia, no sé cuál es la buena expresión).
- Nada de todo esto. Cuantas más veces lo leo, más admiro este relato, la forma en que está escrito, la originalidad de la mirada. No sé, el enfocar lo anómalo como de paso y llegar a crear esa inquietud y a la vez el asombro, y sobre todo instalar en el lector la necesidad de pensar sobre el tema, mirar a estas mujeres y preguntarse cuánto de ellas puede haber en uno mismo. Eso es la identificación, supongo. Y luego su lenguaje, su manera de decir...

-Había pensado que podíamos organizar los comentarios por temas, como hay 9 relatos sacar 9 bloques que corresponderían a cada relato y sus conexiones con el resto. Por ejemplo, ventanas, en casi todos hay ventanas por donde miran los protagonistas, o el día y la noche, o los objetos, cosas tangibles que a su vez evocan a cosas abstractas y que a su vez evocan a otras cosas tangibles o abstractas de otros relatos, por ejemplo la falta de música, hay mucho silencio en los relatos, en Las vacas, Los gemelos, Distancia, no en Fernández Cubas ni en Schwebling.
Creo que tienen bastantes puntos en común estas señoras, es más, creo que hay dos bandos descarados, con autoras en los extremos y en las zonas intermedias que intercomunican uno y otro bando:
bando de un extremo: Fleur Jaeggy, Mariana Enríquez, Fernández Cubas, Shirley Jackson.
bando intermedio: Carol Oates, Isabel González, Samanta Schwebling.
bando de otro extremo: Lucía Berlín, Amy Hemper, Lydia Davis.
aunque no me pidas que te aclare de que van cada uno de los bandos

-No son nueve relatos. Son diez:
PUNTO DE VISTA, Lucía Berlín
NADA DE TODO ESTO, Samanta Schwebling
LA NUEVA VIDA, Fernández Cubas
DISTANCIA, Carol Oates
LOS GEMELOS, Fleur Jaeggy
LA COSECHA, Amy Hempel
LAS VACAS, Lydia Davis
LA NOCHE QUE TODOS TUVIMOS GRIPE, Shirley Jackson
FIN DE CURSO, Mariana Enríquez
CUNA, Isabel González

Podemos hablar de los títulos, ahora que los veo todos juntos, se me ocurre que todos son nombres o sintagmas nominales, bastante clásico por otro lado, pero si uno piensa en ellos una vez leídos los relatos, ya no tanto. Distancia y Cuna, por ejemplo, el prescindir del artículo ya es significativo. La noche que todos tuvimos gripe me parece genial, más si se va uno a la época en la que se escribió, no es que haga dos siglos, pero aún así, me parece un título muy moderno, yo habría apostado porque era un relato de alguien muy joven, más joven que nosotros...y resulta que es de la veterana del grupo, Shirley. Otros sintagmas nominales, La nueva vida, Punto de vista, Nada de todo esto. Punto de vista me parece muy buen título para este relato metaliterario (ya sé que no te gusta la metaliteratura). En Nada de todo esto el título cobra sentido al final de la lectura, bueno, en realidad va cobrando sentido conforme se acumulan los despropósitos y, hacia el final, cuando el personaje pronuncia la frase es una reafirmación de haber leído en el sentido que la escritora estaba señalándonos. Davis tiene títulos mejores, a mi entender (Estoy bastante cómoda, pero podría estar un poco más cómoda, o Su geografía: Alabama, por ejemplo, y solo hojeando su antología por encima), pero Las vacas funciona bien en el relato, son lo más importante (y ya es importante que las protagonistas sean un grupo de vacas que se comportan como vacas, aunque esto no es completamente así, ya lo comentaremos) y el título resulta muy natural, muy nemotécnico. La cosecha, sin embargo, te remite a un relato de corte clásico, y nada más lejos de la realidad.

-A mí el título Punto de vista me parece demasiado explicito, el más explicito de todos, el que menos impacta o llama la atención una vez leídos los relatos. Hasta Las vacas, siendo explicito también, mantiene un punto simbólico que conecta perfectamente con el texto. La nueva vida es un título que no aporta nada al texto, es más, creo que lo limita, con ese título te haces una idea limitada del relato, pienso que una idea equivocada de un relato magnifico. Bueno, toda la selección es estupenda y estoy de acuerdo contigo en que La noche que todos tuvimos gripe es el mejor título del conjunto, el que aporta mayores sugerencias.

-He leído muy despacio Punto de vista y La cosecha, los dos metaliterarios. Ambos en primera persona pero de diferente forma.
Lucía Berlín empieza con una primera persona del plural y luego enseña las cartas: voy a hablar de cómo se construye un relato, viene a decir, del punto álgido de una trama, de la importancia de los detalles, de lo que hace falta para que un relato sea creíble, verosímil. De lo que hace falta para embaucar al lector: para empezar la tercera persona, que coloca al narrador como figura de autoridad que si nos está contando algo será porque tiene algún interés. En cambio luego retoma la primera para contarnos el relato que está escribiendo, la historia de Henrietta y lo que mete y  no mete de su propia vida en él. Pero me equivoco, digo Lucía Berlín y en realidad no es ella, es la escritora de la historia  dentro de la historia la que habla, Berlín está un paso más arriba, es la que juega con el punto de vista. En el último párrafo lleva el juego al límite y cambia de una frase a la siguiente, sin explicación alguna, de la voz en tercera a la voz en primera..., y yo creo que es aquí donde se funden Henrietta, la escritora y Lucía Berlín.

-Esta resolución, salvando las distancias, me recuerda un poco a Continuidad de los parques de Cortázar, otro metaliterario, ese tomarse la narración como un juego de espejos y hacer que coincidan al final narrador e historia ya estaban en Cortázar, aunque Berlín  lo hace de la forma más natural del mundo, casi sin esfuerzo, con unos elementos cercanos y reconocibles, mientras que en Cortázar todo resulta más elaborado, mas forzado y más rígido.

-Amy Hempel en La cosecha juega a un juego parecido. Comienza la historia en primera persona y de modo convencional, aunque ya la primera frase nos llama la atención: "El año en que empecé a decir florero en lugar de tiesto, un hombre al que apenas conocía estuvo a punto de matarme accidentalmente". Además de una frase estupenda y que despierta el interés del lector, sienta las bases desde aquí de la importancia de las palabras en el relato y para el personaje. Está claro que no es lo mismo decir florero que tiesto, está claro que eso va a influir en la idea que nos hagamos de quien usa esas palabras. Y juega con eso durante todo el relato, que yo creo que trata de las apariencias (además de muchas otras cosas). No sé qué opinarás tú, yo creo que es así.

-La búsqueda de la palabra justa está también en Cuna, "los nombres suelen ser más bellos que las cosas" dice la protagonista cuando descubre la palabra "alcayata", y también "Bernardo" y "tachuela", quizás un poco en contradicción con Lobo Antunes que decía en una entrevista que su motivación a la hora de escribir es alcanzar a transformar en palabras las cosas que son anteriores a ellas. En Fin de curso, Mariana Enríquez no encuentra las palabras para definir la fuerza que supuestamente manipula a Marcela, la llama "él"; en Distancia Carol Oates mantiene la tensión a lo largo del relato tratando de oír al otro lado del teléfono la voz de alguien llamado Matt L***. y en Las vacas está "No saben las palabras persona, vecino, mirar, ni siquiera vaca."



Inmaculada Reina
Miguel núñez ballesteros
Punto y Seguido

miércoles, 22 de junio de 2016

FICHA DE PERSONAJE LITERARIO



Una ficha de personaje puede ser una herramienta muy útil a la hora de construir nuestros personajes y dotarlos de la complejidad necesaria que requieren para desarrollar su papel en la historia, sobre todo si se trata de una novela o texto extenso donde podamos llegar a necesitar un gran número de ellos. Rellenar las fichas de los personajes principales puede ayudarnos en los primeros instantes de la escritura a vencer el folio en blanco, o a conocer más profundamente y consolidar las características principales que lo conforman si lo hacemos en un estadio más avanzado del proceso. Puede que las rellenemos y no necesitemos volverlas a mirar nunca más y las dejemos olvidadas en el fondo de un cajón, o que necesitemos tenerlas a mano e ir actualizándolas constantemente conforme avance nuestra historia. Que podamos rellenar todos los apartados desde un primer momento, que necesitemos avanzar en la historia para poder responder a las preguntas que se plantean en ellos, o que nunca tengamos esas respuestas, ya sea porque la complejidad del personaje no las requiera o no sean procedentes. Evidentemente, la profundidad de los personajes no será la misma si tratamos con protagonistas que con secundarios. 

A lo largo de los años, he ido sintetizando los aspectos esenciales que deberíamos conocer de cualquier personaje en una pequeña ficha muy básica con diferentes apartados para rellenar de forma escueta, lo suficientemente simple para no ser tediosa de rellenar, lo suficientemente concisa para ser práctica y lo suficientemente visual para disponer de toda la información en un solo vistazo. A veces me resultaron muy útiles y otras veces no tanto, pero siempre aprendí más de mis personajes rellenándolas. Si ustedes quieren probar, les dejo a continuación una versión sin los diferentes desarrollos de los apartados que pueden imprimir o usar como deseen y ya me contarán.





DESARROLLO DE LOS DIFERENTES APARTADOS


ROL
¿Qué papel desarrolla el personaje en la historia? Protagonista, Antagonista, secundario. O si se prefiere atendiendo a la función que desempeña en la historia, según Propp: Héroe, Rey, Princesa, Falso Héroe, Agresor, Donante, Auxiliar Mágico. O atendiendo al sus rasgos de personalidad o arquetipos de Jung: El Héroe, El Explorador, El Sabio, El Gobernante, El Creador, El Inocente, El Mago, El Rebelde, El Fuera de la Ley, El Bufón, El Amante, El Amigo, El Cuidador, El Enemigo, etc…

PUNTO DE PARTIDA
Es la situación personal en la que se encuentra el personaje al principio de la historia (el Mundo Ordinario de El Viaje del Héroe de Joseph Campbell).

CONFLICTO
El conflicto es el dilema interno que se le plantea al personaje en la historia, y que lo obliga a elegir entre varias posibilidades de acción, escogiendo aquella que de alguna u otra manera lo hace participe de la trama, aunque esta elección sea contraria a su carácter natural.

OBJETIVO
El objetivo es la misión principal que tiene que completar el personaje, el hecho concreto cuya finalidad tienen las acciones que emprende el personaje.

OPOSICIÓN
La oposición son los obstáculos e impedimentos que el personaje va encontrando durante el desarrollo de la historia (a veces encarnados por otros personajes como el antagonista o el falso héroe), que le dificultan alcanzar su objetivo y que tendrá que superar para completar con éxito la aventura.

ATRIBUTOS
Son las cualidades, propias o adquiridas durante el desarrollo de la historia (fase de iniciación del camino del héroe), que ayudaran al personaje a completar su objetivo y alcanzar el éxito en su misión.

MOTIVACIÓN
Es la razón interna que tiene el personaje para ponerse en movimiento y pasar a la acción.  Aquello que lo mueve a la consecución de su objetivo principal (el verdadero deseo que tiene el héroe de Joseph Campbell para cruzar el umbral, abandonar el mundo ordinario y adentrarse en lo desconocido). Al igual que un crimen siempre tiene asociado un móvil, un objetivo (concreto) siempre tiene una motivación (abstracto).

CLIMAX
Es el momento cumbre del personaje  dentro  de la historia y que en el caso del héroe coincidirá con el Climax en la acción de la trama principal.

EPIFANÍA
Es lo que aprende el personaje al final de la historia si es un personaje redondo, la revelación personal que tiene o el cambio que sufre. Los personajes planos no sufren ningún cambio y permanecen inmutables, de principio a fin, durante el transcurso de la historia.

PUNTO FINAL
Es la situación vital en la que queda el personaje al final de la historia.

SINOPSIS DE PERSONAJE
Es un breve resumen del papel que desarrolla el personaje dentro de la historia.



Mauricio Ciruelos
Punto y Seguido

martes, 7 de junio de 2016

DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS. EJEMPLO DE NOVELA HISTÓRICA


Me gustan las novelas históricas donde la HISTORIA no sea el centro, donde la narración transcurra durante un período específico, pero que no sea «ese» el tema, y si lo fuera, se justifique y no sea una mera impostura para vender. Donde no se «fabule», y el escritor esté muy bien informado sobre esos detalles que parecen nimios, pero que no lo son: la vida cotidiana. Y además nos regale el subtexto que nos quiera contar, su manera de interpretar esa época. Eso es lo interesante, quieran o no. El resto lo encontramos en los libros de Historia: las guerras, los tratados, los nombres de los almirantes, la sucesión de los reyes, las ciudades invadidas, los imperios que se extienden, los imperios que mueren… Tu reino. Mi reino.


    Cuando pensamos en García Márquez lo que nos viene a la cabeza es el paradigma del Realismo Mágico: Cien años de soledad. Aunque toda su literatura esté impregnada de ese toque a Macondo, en esta novela, específicamente, el realismo está embebido por la magia en las mentes enrevesadas de la última etapa de la Edad Moderna, donde se perciben los postreros coletazos de la Inquisición. La diferencia radica en que Gabo, de manera indirecta, ironiza y no se deja seducir por «ese» pensamiento mágico, porque se trata de una magia sin poesía. Es una magia cargada de terror, de mentira y de aversión a la belleza y al amor.

Convento de Santa Clara

    La narración transcurre en el siglo XVIII en Cartagena de Indias. No se nombra la ciudad ni el año, pero en la primera hoja lo descubrimos con la llegada del galeón de la Compañía Gaditana de Negros, con los esclavos de Guinea, y más adelante, cuando uno de los personajes nombra los autores que ha leído (Leibniz y Voltaire), podemos darnos cuenta que se encuentran en plena Ilustración. 


La inspiración para este libro le vino de un desenterramiento en una de las criptas del convento de Santa Clara, cuando Gabo era un joven periodista. Fue el de una niña de cabellos rojos y larguísimos, sin apellido, llamada Sierva María de Todos los Ángeles. Según cuenta en el prólogo que antecede a la novela, su abuela le hablaba siempre de «una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el mordisco de un perro, y era venerada en los pueblos del Caribe por sus muchos milagros». No sabemos qué tan cierto sea esto, y mucho menos si la cabellera medía, al desenterrarla, veintidós metros con once centímetros, como él cuenta en el prólogo. Gabo unió en esta novela a todos los muertos que, según nos cuenta, desenterraron ese día: don Toribio de Cáceres y Virtudes, obispo de esa diócesis; la madre Josefa Miranda, abadesa del convento; doña Olalla Mendoza, marquesa de Casalduero; don Ygnacio de Alfaro y Dueñas, marqués de Casalduero, cuya cripta estaba vacía; y algunos más, creados por su fecunda imaginación. Por supuesto, el convento de las clarisas, que albergaba la cárcel de la Santa Inquisición, y que hoy es un hotel de lujo, juega un papel importante en este relato.

Convento Sta. Clara-Cartagena de Indias

     Todo gira alrededor de Sierva María, que a pesar de ser la hija del marqués de Casalduero, fue criada por los esclavos yorubas de su casa. Con ellos dormía, jugaba, cantaba y aprendía sobre su religión de sincretismo enmascarado, de orishás, donde Ymanjá era la virgen María, y donde los collares que usaba le otorgaban poderes mágicos. Una niña mordida por un perro rabioso, que no contrajo la rabia pero que, por orden del obispo, fue entregada al convento para ser exorcizada, porque en esa época de ignorancia y superstición el pueblo confundía al mal de la rabia con la posesión demoníaca. El exorcista se llama Cayetano Delaura, casi un bibliotecario, un hombre que tiene acceso a ciertos libros «prohibidos», que emula a los monjes benedictinos de El nombre de la Rosa, pero con la razón por bandera, como buen hijo de la Ilustración. Y como bien dice el título, es una historia de amor, prohibido, y de ahí los demonios: el amor entre un cura y una niña de doce años. Un sacerdote que la defiende porque sabe que no está poseída, y que además entiende que la rabia es una enfermedad, no una posesión. Una niña que representa la posesión como un teatro para burlarse de las monjas que la acogen, con el mismo poderío oculto de los esclavos, con su lenguaje, con sus costumbres.


     Es un libro de apenas 150 páginas. Uno de esos libros que yo aconsejo para leer en aeropuertos, cargado de guiños históricos que hoy pueden parecer descabellados, pero que no lo son, porque aún el mundo está lleno de fanáticos. 
 Andrea Vinci
Punto y Seguido