lunes, 29 de septiembre de 2014

OPORTO EN PIES DE FOTO.

Para hacer la crónica de una ciudad como Oporto, las palabras me son insuficientes. Podría decirse que, en este caso, cabría aplicar la sentencia de que una imagen vale más que mil palabras.  Pero las imágenes , aunque sean muchas, tampoco me bastan. Las palabras del pie de foto proporcionan a la imagen la carga connotativa que pide su concreción.
En este género mestizo que sería la fotografía con pie, ambos elementos con sus potencialidades se amplifican y van más allá que por separado.
En opinión de Roland Barthes, el pie de foto "insufla a la imagen significados secundarios" y "la imagen ya no ilustra la palabra, es la palabra la que, estructuralmente es parásita de la imagen". Por su parte, Walter Benjamin opina que "el pie de foto o leyenda, incorpora a la fotografía en la literaturización de todas las relaciones de la vida y , sin ella, toda construcción fotográfica se queda en aproximaciones".
Cabría pensar, entonces, que la fotografía es la concreción objetiva del elemento de la realidad y el pie señalaría la interpretación del autor, el sentido de su lectura. Como dice la fotógrafa Gisèle Freund "La objetividad de la imagen fotográfica no es más que una ilusión. Los comentarios al pie pueden cambiar su significado del todo al todo".
Quizás entonces sea este género híbrido entre plástica y literatura el que me permita hacer una crónica personal de la ciudad de Oporto, sin tener que renunciar a las cualidades de ambos lenguajes: la fidelidad e inmediatez de la imagen fotográfica, las posibilidades informativas, narrativas, poéticas...de la palabra. O al menos intentarlo.

Con tintes históricos...


Portus Calem, el enclave donde nació Portugal y su nombre.





"Dicho popular: Lisboa gasta, Coimbra estudia, Braga reza y Oporto trabaja".


Con pretensiones poéticas...





Oporto , una colada interminable.







La escenografía infinita de las fachadas de azulejos portuenses.





El puente de Luis I se aburre y juega



Explorando personajes...

Tripas a la moda de Oporto y un café antes de volver al puesto.


Jubilación, sudokus y migas para las palomas.


¿Le hace falta algo?


Tranvía de Batalha.



 Durmiendo con Salazar.



...y lugares





Rindiendo homenaje a los Héroes de las Guerras Peninsulares.




Casarse, dibujar o volar en la Catedral de Oporto.



Los tópicos...

1001 maneras de preparar el bacalao

Sandeman, un superhéroe de origen inglés

Fiesta de la vendimia en La Ribera.

Despidiendo al tren en Sao Bento.


Azul  y blanco lusitanos.

y  la modernidad...

Graffitti en El Carmo.

 Skaters en la explanada de Casa da Musica.



No haré más arte aburrido (Fundación Serralves).


Inmaculada Reina
Punto y Seguido

viernes, 26 de septiembre de 2014

UN NUEVO PREMIO PARA PUNTO Y SEGUIDO







El relato con el nombre MISISIPI, de nuestro compañero PEDRO ROJANO ha sido galardonado con el Accésit en el XVII Certamen de Relatos Frida Kahlo en el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid.  


Además del nuevo premio para Punto y Seguido, el Jurado, compuesto por el concejal de Cultura Curro Corrales, la escritora Montserrat Cano y el escritor Juan Nebreda, ha otorgado el primer premio al relato "UN SECRETO EN EL MALETERO" escrito por MANUEL MORENO PÉREZ.


La entrega de premios se llevó a cabo el pasado miércoles 24 de septiembre en la sala de exposiciones del Centro Cultural Federico García Lorca de la localidad de Rivas Vaciamadrid. El acto estuvo presidido por el concejal y por el pintor Raimundo de Pablos.


Desde estas líneas le damos la enhorabuena y esperamos que continúe su empeño por alcanzar nuevas metas.

Punto y Seguido

De izq. a der. Raimundo de Pablos, Pedro Rojano, Curro Corrales y Manuel Moreno 






lunes, 22 de septiembre de 2014

Breve Historia del Cuento: Cuento Clásico Poe


POE


EDGAR ALLAN POE (1809-1849)

«Cada palabra del texto tiene como finalidad contribuir a la unidad de efecto»

A mediados del siglo XIX las narraciones de Edgar Poe establecen las bases del cuento clásico. Atrás queda, el cuento tradicional, popular, folklórico, maravillosos o de hadas, y se abandona el mensaje moralista o adoctrinador que había implícitos en ellos.

UNIDAD DE EFECTO

Para Poe, la finalidad del cuento es crear un efecto en el lector. Este efecto se consigue a través de la Unidad de Efecto o Impresión —que en cierta manera es una unificación de las tres unidades dramáticas o aristotélicas de la tragedia: de acción, tiempo y lugar—, y que obliga a la narración a tener una serie de características fundamentales de brevedad, intensidad y concreción, para que esta se mantenga durante toda la lectura y sea eficaz a la hora de conseguir el efecto deseado al final del cuento.

Por lo tanto, un cuento debe narrar un único acontecimiento o suceso concreto. No hay cabida para historias secundarias que distraigan al lector del asunto principal. Y parar narrar un único acontecimiento no es necesario una gran cantidad de palabras, el cuento debe ser breve y debe poder leerse en una sola sesión de lectura. Eso facilitará mantener la tensión de manera constante durante todo texto. Si se interrumpe la lectura se interrumpe la tensión, y el efecto final que experimentará el lector seguramente no será el preconcebido por el autor. Cada frase, cada palabra de la narración está destinada a conseguir ese efecto final. Lo importante no son los personajes, solo hay sitio para los personajes esenciales, que suelen estar basados en arquetipos. El verdadero protagonista del cuento suele ser el acontecimiento principal en sí, el hecho que se narra. 

La historia se desarrolla en base a la estructura de planteamiento, nudo y desenlace, que corresponde con el principio, medio y final del que nos habla Aristoteles en su Poética.  Así mismo los acontecimientos se suceden en ese mismo orden cronológico de causalidad. El desenlace es siempre un final sorpresivo o efectista, un final que cierra la historia de un modo circular, sin dejar cabos sueltos. No se deja nada a la imaginación del lector.


Mauricio Ciruelos

Punto y Seguido

jueves, 18 de septiembre de 2014

CINE CLÁSICO EN V.O.S.E.

Mi afán por el cine clásico me lo inculcó la tele. Una tele que había antes de la que existe ahora, tenía sólo dos canales: La primera y la UHF. Todo lo que veía en ella era en blanco y negro, el fútbol, las pelis, incluso los dibujitos y la carta de ajuste. Entonces echaban ciclos de cine, no se llamaban clásicos o yo no recuerdo que los llamaran así, simplemente eran las pelis que echaban y que todos veíamos, amén de los rombos que tuviesen. 

Mi tele Elbe a finales de los setenta y ppios de los 80. 

Recuerdo los ciclos de Ava Gardner, de Rita Hayworth y tantos otros. Al día siguiente se hablaba de aquellas películas en el cole, y todas queríamos ser bailarinas, cantantes, mujeres detectives o lo que quiera que fuese la protagonista de turno. Sí, en el cole, en la E.G.B. de entonces, se hablaba de ese cine que hoy llamamos clásico. Recuerdo cierta redacción que hice sobre Venus era mujer, una comedia donde una escultura de la diosa tomaba vida tras ser besada. 

Venus era mujer

También recuerdo el ciclo sobre Vincent Price, especialmente aquella película llamada El péndulo de la muerte, aún siento escalofríos al recordar los pasadizos de aquel siniestro castillo al que llega su personaje para averiguar la causa de la muerte de su hermana Elizabeth. Unas películas oscuras y extrañas, que me mantenían sentada en el butacón con las piernas encogidas, abrazada a las rodillas y seguramente con una expresión a caballo entre el asombro y el miedo, (si es que existe ese tipo de expresión), como el ciclo de Hitchcock y, ya más adelante, cuando llegó el color y se fueron suprimiendo los dos rombos, las Historias para no dormir que nos traía, como reposición, Chicho Ibañez Serrador, el del Un, dos, tres

El péndulo de la muerte

Todo esto viene a cuento de que hace pocos días tuve la ocasión de volver a ver en televisión La ventana indiscreta de Hitchcock en horario Prime Time, lo cual es un logro, pues aparte de en Navidades, que siempre contamos con las repeticiones, (benditas porque me encantan), de Lo que el viento se llevó o Qué bello es vivir entre otras, pues durante el año, si queremos ver películas de este tipo hay que madrugar o rebuscarlas en algún canal, de las decenas que hay hoy en día, y en algún horario que no le viene bien a nadie. O dar con ellas por puro azar porque la publicidad es nula en estos casos, o al menos yo tengo esa sensación.  

La ventana indiscreta

Ya no se hacen películas como ésta, pensé. Ya no existe una época como aquella, es lo siguiente que se me vino a la cabeza. Y por supuesto también aquello de ¡Dios, qué guapísima era Grace Kelly, qué ojazos azules tenía James Stewart y qué divertida era Thelma Ritter, la asistenta-enfermera! Una historia de lo más simple llevada magistralmente por el director e interpretada impecablemente por actores que hoy también reciben el calificativo de clásicos.

Un tipo impedido por un accidente se aburre en su piso y se dedica a mirar por la ventana de su terraza a los vecinos del bloque de enfrente y a conjeturar sobre sus vidas en base a lo que ve. Comparte sus cotilleos con su asistenta y con su novia, (que luce un maravilloso vestuario durante todo el filme), y vuelve loco con sus sospechas de asesinato, a su amigo que trabaja para la "ley". ¿Acaso no es éste el paradigma de cómo contar una historia y mantener un asombroso suspense? Como la calificó Fernando Morales del Diario El País, sin duda, toda una lección cinematográfica. 

Y quizá esa noche, o la indiscreción de aquella ventana, o la silueta de Hitchcock que parecía estar reflejada en cada fotograma, o tal vez esa mirada azul de Jimmy o esa dulzura de Grace, me hicieron querer recuperar toda aquella filmografía que disfruté de niña durante aquellos ciclos en blanco y negro cuando la tele era precisamente en blanco y negro. Es curioso, tener tele de gran dimensión, de brillantes colores y sonido envolvente, y querer sin embargo volver al ayer y ver esas películas como las veía antes, así es como me gustan, y a ser posible en V.O.S.E. 

Y como las cosas nunca vienen solas, de repente surge un ciclo de cine de oro durante la última semana en el cine Albéniz de Málaga, (que viene ofreciendo cine de este tipo durante todo el año y que hace las delicias de los más exigentes o más soñadores, o más nostálgicos, llámeseles como se quiera), con las pelis de entonces en blanco y negro y en versión original. Durante una semana hemos podido disfrutar de grandes títulos en pantalla grande. Ya se venía haciendo de hace años en Madrid y otros lugares, pero en Málaga, sólo tenemos el Albéniz, y a Dios gracias. ¡Un aplauso, por favor!

Cine Albéniz de Málaga - C/Alcazabilla

El jueves día 4 tuve la ocasión de ver una de las primeras películas de dicho ciclo: El fantasma y la Sra Muir, del director Joseph L. Mankiewicz, con guión basado en la novela de R. A. Dick del mismo nombre; donde Gene Tierney hace el papel de la Sra Muir, una joven viuda, madre de una Natalie Wood niña, que decide irse a vivir a una casa encantada a orillas del mar que perteneció a un capitán de navío, Rex Harrison, cuyo fantasma se le aparece para obligarla a alejarse de la que aún cree su casa. Pero, sus artimañas, lejos de asustar la Sra Muir, consiguen retenerla y entre ellos se forja algo más que una simple amistad. Una comedia divertidísima, llena de diálogos irónicos, fantásticos, y con una música inmejorable, y en la que podría caber plantearse si a veces los libros que escribimos son dictados por alguien desde el más allá que luego nos ha susurrado entre sueños que olvidemos todo lo que aconteció y creamos de todas-todas, que lo que hemos escrito es nuestro. Ahí queda. 

El fantasma y la Sra Muir.
El cliclo traía otras maravillas como: Las uvas de la ira, Me siento rejuvenecer, La fiera de mi niña, Vértigo, Drácula, La noche de los muertos vivientes, El profesor chiflado, Te querré siempre, El jovencito Frankenstein, Qué verde era mi valle, Imitación a la vida, Ciudadano Kane o Historias de Filadelfia, entre muchas otras. Pero voy a hablar de Historias de Filadelfia, que la vi el pasado jueves día 11 mientras media Málaga despedía en el puerto al crucero más grande del mundo. 

Historias de Filadelfia
Historias de Filadelfia, ganadora de 2 Óscars, (uno de ellos como mejor actor a James Stewart), fue dirigida magistralmente por George Cukor, que pudo haber sido director de Lo que el viento se llevó, (incluso llegó a ensayar escenas con Vivien Leigh y Olivia de Havilland). Es una comedia romántica brillante donde en la señorial Filadelfia, Katherine Hepburn, (que fue premiada como mejor actriz por su papel de Tracy Lord, por el círculo de críticos de NY),  se prepara para celebrar su segunda boda, esta vez con el rico Kittredge (John Howard), la primera fue con C.K.Dexter Haven (Cary Grant), que acabó dos años antes con los trastos y palos de golf lanzados literalmente a la cabeza. Para inmortalizar los festejos, chantaje de por medio, aparecen Connor  (James Stewart) e Imbrie (Ruth Hussey), invitados especialmente por Dexter, el primer marido. La llegada de estos personajes a escasos dos días de la boda, revolucionará a toda la familia, especialmente a Tracy. 

Sentada en mi butaca de cine, primero acalorada y después con una rebeca tratando de resguardarme del frío del aire acondicionado, pensaba que si tuviera que aplaudir una actuación no sabría a quién aplaudirle más, si a Cary Grant, si a Jimmy Stewart, si a Katherine Hepburn, al tío Willie o a la hermana pequeña suavona y repipi. No dejé de sonreír, de alabar los diálogos, las escenas, las interpretaciones y esa raya bien hecha en el pelo engominado de de un Grant en estado de gracia interpretativa que le duró hasta el final de su carrera. Sin embargo, he de confesar que a mí habría sido Jimmy el que me habría llevado al huerto. Un clásico irrepetible, sin duda alguna. 

- Hay algo en tu mirada, Tracy, en tu voz, en tu forma de andar, en tu porte; hay algo luminoso dentro de ti, algo que resplandece como el fuego y es un fuego intenso, una gran hoguera. 

- ¿A ti no te parece que soy de bronce?


Ejemplo de tele actual marca Samsung. 

En fin, que las teles han cambiado mucho, han avanzado tecnológicamente, como casi todo, como las grandes pantallas del cine y sus enormes y cómodas salas, pero esas películas, da igual donde se vean, en una pequeña Elbe de los 70 de pantalla ovalada, en una de cine de los 80, en móvil de última generación o en tablet, que en lo más actual o futurista que haya de venir, el cine clásico siempre vamos a poder disfrutarlo de esta manera tan íntima, tan especial, y tan literaria a la vez. Sí, digo literaria porque  lo literario está en las historias que esas películas cuentan, en la forma de ser contadas o narradas, en la manera de ser interpretadas y en el carácter de cada uno de los personajes que pasen los años que pasen siempre serán recordados. ¿Y acaso no es ese uno de los principales objetivos de los personajes? Ser recordados, hacernos reflexionar o tal vez cambiar, dejar, al fin de al cabo, una huella en nosotros. Estas películas y todos sus personajes, dejaron y siguen dejando una huella en mí, no sé en vosotros. Contádmelo. 


Punto y seguido


Posdata: Y, por favor, Sres de programación, más cine clásico en horario Prime Time, y en los cines. Son joyas que no debemos perder y que con los años, lejos de ennegrecer, brillan y se revalorizan. Dejemos que las disfruten y las conozcan las nuevas generaciones y podamos charlar juntos sobre ellas.