"En la Puerta del Sol, como el año que fue, otra vez el champán y las uvas y el alquitrán de alfombra están. Los petardos que borran sonidos de ayer y acaloran el ánimo para aceptar que ya, pasó uno más. Y en el reloj de antaño, como de año en año, cinco minutos más para la cuenta atrás. Hacemos el balance de lo bueno y malo, cinco minutos antes de la cuenta atrás…"
Un año más (Mecano, 1988)
Siempre acabo el año escuchando esta canción de Mecano, y suelo empezarlo oyendo uno de sus discos, una manía como otra cualquiera, pero ésta es la mía. Los que escribimos, a uno u otro nivel, tenemos varias. Manías, digo. Y hoy quiero hablar de una que se ha convertido en doctrina: La Reescritura. (Volver a escribir lo ya escrito introduciendo cambios o dándole una nueva interpretación)
¿Y a qué mezclar churras con merinas? ¿Qué tiene que ver una canción de fin de año con el arte del reescribir? Todo y nada. La nada es la obviedad. El todo es de lo que se trata esta entrada. Acabar un año es como terminar un relato, una tesis, una poesía, un ensayo, una novela. Lo hemos hecho lo mejor que hemos podido o las circunstancias nos han permitido, y cuando llegamos al final, recapitulamos, releemos, hacemos el balance de lo bueno y malo, y comenzamos de nuevo. Más resabiados. Más dispuestos. Repasamos los errores, enmendamos, corregimos, mejoramos, eliminamos personajes, añadimos nuevos, y le damos un nuevo aire a nuestra vida, a lo que ya hemos escrito. ¿Recomenzar no es, pues, Reescribir? Pues ya pueden pastar juntas, churras y merinas.
Igual que en ese punto exacto donde las manecillas del reloj nos indican que dejamos un año para comenzar el siguiente, podemos hablar de una reflexión anterior y otra posterior a la escritura del texto, en la hoja exacta en que hemos terminado de escribir nuestro relato, ensayo, poesía, novela, etc. Son varios los autores que insisten en que la verdadera escritura es la reescritura:
Raymond Carver: No me gusta dejar mi relato así como está. Prefiero retomar una historia después de haberla escrito y continuar trabajando, cambiando. Hay una razón: La revisión me guía forzosamente al centro, hacia el verdadero argumento de la historia, porque se trata de un proceso, no de una realidad bien definida.
Juan José Millas: La tarea de la reescritura es apasionante y se puede comparar con la del carpintero, que corta, pule, encola…
No hay una sola manera de reescribir. Se trata de ver aquello que no vimos en la escritura inicial y mejorarlo, pulirlo, acercarlo a nuestra idea original del texto. En las sucesivas relecturas se va perfilando la revisión: El principal esfuerzo que debemos exigirnos es que nuestro relato fluya sin perder la cadencia ni el rumbo. El pulso narrativo no debe fallar en ningún momento. Cada paso que demos debe estar ligado al primero y tender hacia el último. Debe haber armonía entre todos sus elementos y un ritmo que no decaiga. En definitiva, se trata de que el texto aparente ser natural, gracias al exhaustivo trabajo de la reescritura.
La reescritura incluye no sólo revisión de tono, de trama, de personajes o atmósferas, sino también revisiones verbales, sintácticas, semánticas, gramaticales… Un método de comprobación de las variaciones atmosféricas narrativas, por poner un ejemplo, sería rellenar un mismo texto con adjetivos y adverbios diferentes y ver cómo funciona en nuestro texto según el efecto que queramos obtener. Un adjetivo bien puesto abre un campo de sugerencias:
1. Texto base sin adjetivar:
Un hombre conoció a una mujer en el metro y le propuso ir a tomar un café. La miró. Ella no respondió. (Efecto: Ambos están en el mismo nivel psicológico)
2. Texto adjetivado:
2.1.Un hombre sumamente delgado, conoció a una mujer fornida en el metro y, tímido, le propuso ir a tomar un café. La miró admirado. Ella, altiva no respondió. (Efecto: El hombre es más débil que la mujer)
2.2.Un hombre violento conoció a una mujer inocente en el metro y, excitado, le propuso ir a tomar un café. La miró, morboso. Ella, indecisa, no respondió. (Efecto: La mujer es más débil que el hombre).
Hay que tener en cuenta a la hora de reescribir que si existe un sustantivo para nombrar correctamente un concepto, no debemos apelar a una serie de adjetivos para explicarlo.
La descripción, a menudo con ayuda de documentación, también es algo importante que debemos revisar en nuestra reescritura. Hay que imaginar con toda precisión cómo ha de ser determinado objeto o ademán y explorar las palabras justas para describirlo.
Lawrence Durrell: No puedo recordar ninguna de las flores silvestres de las islas griegas sobre las que escribo con tanto éxtasis, tengo que buscarlas en los libros. Y, Dylan Thomas dijo una vez que los poetas sólo conocen dos pájaros, el gorrión y la gaviota, y los demás tienen que buscarlos en los libros también.
También es preciso evitar en un relato el exceso de lirismo o de retórica, del vocablo o la metáfora decorativa. La naturalidad debe guiar nuestro trabajo.
William Strunk: Una frase no debe tener palabras de más, igual que un dibujo no debe tener líneas de más, ni una máquina piezas de sobra. El escritor debe escribir las palabras y frases precisas.
Ernesto Cardenal: Evitar los lugares comunes, tópicos, frases hechas y expresiones gastadas.
Mi parte favorita de la revisión es la puntuación. Procuro que no se me escape ni una tilde, ni una coma, ni un punto. Muchas veces, cuando me escriben, el primer posdata de la carta suele ser: Perdona si me he saltado alguna tilde. Me río, pero la verdad es que siempre he sido muy "tikismikis" con este tema y los que me conocen lo saben bien. Los signos de puntuación destacan las intenciones del autor. Yo soy de las que abusan de las comas, y en mis revisiones me cargo más de la mitad de ellas, aunque también peco, como hacía Óscar Wilde, de quitarlas en la primera revisión y volver a colocarlas en la segunda. (Soy la tonta de las tildes y las comas).
En definitiva:
Cuando reescribimos debemos eliminar las palabras, frases, párrafos, páginas enteras incluso, que no aporten significación al relato, novela, etc. Es conveniente emplear frases sencillas, adjetivaciones precisas, comparaciones funcionales y metáforas apropiadas.
Y, tener en cuenta, que un relato no es un relato cuando informa más que narra, cuando no hay ningún tipo de transformación entre el principio y el final, cuando no crece a medida que avanza, cuando explica lo que no es necesario, hace referencias ambiguas, está constituido por un léxico estereotipado, sus frases son confusas y cuando no presenta una coherencia integral.
O, lo que es lo mismo, si seguimos con la comparación que hacía al principio, cuando hablaba de churras y merinas: Tratar de que nuestro nuevo año mejore el anterior, añadiendo lo que nos falta, eliminando lo que nos sobra, aprendiendo de lo vivido y dejándonos sorprender con lo nuevo.
A reescribir se aprende reescribiendo.
El escritor se hace reescribiendo.
En la Puerta del Sol, como el año que fue, otra vez el champán y las uvas y el alquitrán de alfombra están...
Punto y Seguido
Bibliografía: Cómo lo reescribo de Silvia Adela Kohan
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