-A mí me parece que estas señoras no vigilan la noche, la
observan y tratan de sacar su relato, pero no la vigilan. Incluso hay casos en
los que la noche ni siquiera aparece.
Yo
haría una pequeña presentación explicando que llevamos meses leyendo a una
serie de escritoras que siendo de países, épocas y modelos de escritura distintos, tienen un montón de puntos en común, no son coincidencias de
estilos o de temas, son maneras de mirar parecidas, maneras de enfrentarse a la
realidad y su traslación al relato, porque todas ellas, de una forma más o menos
elaborada, tratan de lo mismo: cómo atrapar lo que miramos y lo que queremos
ver, cómo elegir los escenarios, los detalles, las palabras dentro de un
maremágnum de escenarios, detalles y palabras, en definitiva, cómo mirar en
toda esa oscuridad para ver el relato. Bueno, al final parece que conseguimos
justificar el título.
-Estoy
de acuerdo con que, aunque no sea "literal", el título se refiere a
una manera de mirar. Para mí es como una manera de decir : formas de mirar de
la mujer (claro, la mujer no como se nos presenta habitualmente, no la mujer
tópico, sino la auténtica, la que vigila y se fija en lo importante o lo que
tiene importancia- nunca sé cuál de las dos opciones es la buena, te acuerdas
de la canción que cantaba Rosa León? ...es cansado, por eso al llegar la noche,
él se respuesta a mi lado...).
-Oye,
¿no era “se recuesta”? Aunque “se respuesta a mi lado” no está nada mal, es una
forma de reponerse de todo el día mientras se va respondiendo a las cuestiones.
-Pues,
sí.
Bueno,
siguiendo con la introducción, yo hasta que no vea cómo va a quedar la primera
entrada no sé qué es lo que hay que introducir...
Cosas
así tal como me vienen sobre los relatos:
- Los gemelos, vaya relato raro, lo he
copiado a mano en una libreta para leerlo desde dentro, sentir cómo está
escrito, comprender para empezar al narrador, el ritmo del discurso, los
desplazamientos del punto de vista...el papel que juega en todo el relato lo
inerte (las flores que se marchitan, la lechuza, el gato muerto, el San
Bernardo). Ya sé que habla de la muerte... pero, ¿qué vigila Fleur aquí, de qué
se está ocupando está mujer? Sé qué es algo importante (o que tiene
importancia, no sé cuál es la buena expresión).
- Nada de todo esto. Cuantas más veces lo leo, más admiro este relato, la forma en que está escrito, la originalidad de la mirada. No sé, el enfocar lo anómalo como de paso y llegar a crear esa inquietud y a la vez el asombro, y sobre todo instalar en el lector la necesidad de pensar sobre el tema, mirar a estas mujeres y preguntarse cuánto de ellas puede haber en uno mismo. Eso es la identificación, supongo. Y luego su lenguaje, su manera de decir...
- Nada de todo esto. Cuantas más veces lo leo, más admiro este relato, la forma en que está escrito, la originalidad de la mirada. No sé, el enfocar lo anómalo como de paso y llegar a crear esa inquietud y a la vez el asombro, y sobre todo instalar en el lector la necesidad de pensar sobre el tema, mirar a estas mujeres y preguntarse cuánto de ellas puede haber en uno mismo. Eso es la identificación, supongo. Y luego su lenguaje, su manera de decir...
-Había
pensado que podíamos organizar los comentarios por temas, como hay 9 relatos
sacar 9 bloques que corresponderían a cada relato y sus conexiones con el
resto. Por ejemplo, ventanas, en casi todos hay ventanas por donde miran los
protagonistas, o el día y la noche, o los objetos, cosas tangibles que a su vez
evocan a cosas abstractas y que a su vez evocan a otras cosas tangibles o
abstractas de otros relatos, por ejemplo la falta de música, hay mucho silencio
en los relatos, en Las vacas, Los gemelos, Distancia, no en Fernández Cubas ni en Schwebling.
Creo
que tienen bastantes puntos en común estas señoras, es más, creo que hay dos
bandos descarados, con autoras en los extremos y en las zonas intermedias que intercomunican
uno y otro bando:
bando
de un extremo: Fleur Jaeggy, Mariana Enríquez, Fernández
Cubas, Shirley Jackson.
bando
intermedio: Carol Oates, Isabel González, Samanta Schwebling.
bando
de otro extremo: Lucía Berlín, Amy Hemper, Lydia Davis.
aunque
no me pidas que te aclare de que van cada uno de los bandos
-No
son nueve relatos. Son diez:
PUNTO
DE VISTA, Lucía Berlín
NADA
DE TODO ESTO, Samanta Schwebling
LA
NUEVA VIDA, Fernández Cubas
DISTANCIA,
Carol Oates
LOS
GEMELOS, Fleur Jaeggy
LA
COSECHA, Amy Hempel
LAS
VACAS, Lydia Davis
LA
NOCHE QUE TODOS TUVIMOS GRIPE, Shirley Jackson
FIN
DE CURSO, Mariana Enríquez
CUNA,
Isabel González
Podemos
hablar de los títulos, ahora que los veo todos juntos, se me ocurre que todos
son nombres o sintagmas nominales, bastante clásico por otro lado, pero si uno
piensa en ellos una vez leídos los relatos, ya no tanto. Distancia y Cuna, por
ejemplo, el prescindir del artículo ya es significativo. La noche que todos tuvimos gripe me parece genial, más si se va uno
a la época en la que se escribió, no es que haga dos siglos, pero aún así, me
parece un título muy moderno, yo habría apostado porque era un relato de
alguien muy joven, más joven que nosotros...y resulta que es de la veterana del
grupo, Shirley. Otros sintagmas nominales, La
nueva vida, Punto de vista, Nada de todo esto. Punto de vista me parece muy buen título para este relato metaliterario
(ya sé que no te gusta la metaliteratura). En Nada de todo esto el título cobra sentido al final de la lectura,
bueno, en realidad va cobrando sentido conforme se acumulan los despropósitos
y, hacia el final, cuando el personaje pronuncia la frase es una reafirmación
de haber leído en el sentido que la escritora estaba señalándonos. Davis tiene
títulos mejores, a mi entender (Estoy bastante cómoda, pero podría estar un
poco más cómoda, o Su geografía: Alabama, por ejemplo, y solo hojeando su
antología por encima), pero Las vacas
funciona bien en el relato, son lo más importante (y ya es importante que las
protagonistas sean un grupo de vacas que se comportan como vacas, aunque esto
no es completamente así, ya lo comentaremos) y el título resulta muy natural,
muy nemotécnico. La cosecha, sin
embargo, te remite a un relato de corte clásico, y nada más lejos de la
realidad.
-A mí
el título Punto de vista me parece
demasiado explicito, el más explicito de todos, el que menos impacta o llama la
atención una vez leídos los relatos. Hasta Las
vacas, siendo explicito también, mantiene un punto simbólico que conecta
perfectamente con el texto. La nueva
vida es un título que no aporta nada al texto, es más, creo que lo limita,
con ese título te haces una idea limitada del relato, pienso que una idea
equivocada de un relato magnifico. Bueno, toda la selección es estupenda y
estoy de acuerdo contigo en que La noche que todos tuvimos gripe es el mejor
título del conjunto, el que aporta mayores sugerencias.
-He
leído muy despacio Punto de vista y La cosecha, los dos metaliterarios.
Ambos en primera persona pero de diferente forma.
Lucía
Berlín empieza con una primera persona del plural y luego enseña las cartas:
voy a hablar de cómo se construye un relato, viene a decir, del punto álgido de
una trama, de la importancia de los detalles, de lo que hace falta para que un
relato sea creíble, verosímil. De lo que hace falta para embaucar al lector:
para empezar la tercera persona, que coloca al narrador como figura de
autoridad que si nos está contando algo será porque tiene algún interés. En
cambio luego retoma la primera para contarnos el relato que está escribiendo,
la historia de Henrietta y lo que mete y no mete de su propia vida en él.
Pero me equivoco, digo Lucía Berlín y en realidad no es ella, es la escritora
de la historia dentro de la historia la que habla, Berlín está un paso
más arriba, es la que juega con el punto de vista. En el último párrafo lleva
el juego al límite y cambia de una frase a la siguiente, sin explicación
alguna, de la voz en tercera a la voz en primera..., y yo creo que es aquí donde
se funden Henrietta, la escritora y Lucía Berlín.
-Esta
resolución, salvando las distancias, me recuerda un poco a Continuidad de los parques de Cortázar, otro metaliterario, ese
tomarse la narración como un juego de espejos y hacer que coincidan al final
narrador e historia ya estaban en Cortázar, aunque Berlín lo hace de la forma más natural del mundo,
casi sin esfuerzo, con unos elementos cercanos y reconocibles, mientras que en
Cortázar todo resulta más elaborado, mas forzado y más rígido.
-Amy
Hempel en La cosecha juega a un
juego parecido. Comienza la historia en primera persona y de modo convencional,
aunque ya la primera frase nos llama la atención: "El año en que empecé a decir florero en lugar de tiesto, un hombre al
que apenas conocía estuvo a punto de matarme accidentalmente". Además
de una frase estupenda y que despierta el interés del lector, sienta las bases
desde aquí de la importancia de las palabras en el relato y para el personaje.
Está claro que no es lo mismo decir florero que tiesto, está claro que eso va a
influir en la idea que nos hagamos de quien usa esas palabras. Y juega con eso
durante todo el relato, que yo creo que trata de las apariencias (además de
muchas otras cosas). No sé qué opinarás tú, yo creo que es así.
-La
búsqueda de la palabra justa está también en Cuna, "los nombres
suelen ser más bellos que las cosas" dice la protagonista cuando
descubre la palabra "alcayata", y también "Bernardo" y
"tachuela", quizás un poco en contradicción con Lobo Antunes que
decía en una entrevista que su motivación a la hora de escribir es alcanzar a
transformar en palabras las cosas que son anteriores a ellas. En Fin de curso, Mariana Enríquez no
encuentra las palabras para definir la fuerza que supuestamente manipula a
Marcela, la llama "él"; en Distancia Carol Oates mantiene la tensión a lo largo del relato tratando de oír al otro
lado del teléfono la voz de alguien llamado Matt L***. y en Las vacas está "No saben las palabras persona, vecino,
mirar, ni siquiera vaca."
Inmaculada Reina
Miguel núñez ballesteros
Punto y Seguido

Yo vigilo la marea...
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