jueves, 16 de mayo de 2013

«AMOR»: La ternura de Haneke

De alguna manera, Michael Haneke con su película “Amor” viene a decirnos que es posible la esperanza en medio del derrumbe de los años, de la enfermedad y de la negación del futuro. Es posible hallarla mirando los ojos de la mujer con la que has vivido, mientras cortas un trozo de filete y se lo acercas a la boca. Aferrarse a la posibilidad de no perder un minuto de ese tiempo que se agota. No importa el esfuerzo, ni la desazón que te produce el no saber si ella aún te reconoce, si todavía te recuerda.

En la escena del primer desayuno de “Amor”, Georges, Jean-Louis Trintignant, percibe que su esposa Anne, Emmanuelle Riva, se ha quedado callada con la mirada fija en él, aunque no parece mirarlo. Georges le pregunta, le sonríe. Ante su mutismo, pasa la mano por delante de los ojos y la llama: Anne.  El plano del rostro de Anne refleja su ausencia, como si la mirada constatara ese vacío al que acaba de asomarse. En el contraplano del rostro de George, primero se muestra la incredulidad, después el miedo ante lo que está a punto de perder y por último su resolución: se levanta, abre el grifo del fregadero y moja con agua el rosto inmutable de Anne.


A partir de ese momento George vive a contracorriente, trata de preservar su amor frente a la sociedad, su hija, las cuidadoras, las recomendaciones de los médicos. Limita las visitas, las imposturas, todo lo accesorio. Quiere atrapar el momento de su amor, alargarlo y retenerlo. No puede permitirse el final, a su edad no reconoce otra forma de vida. Se resiste a que acabe, y lucha para que ella, Anne, mantenga en todo momento la conciencia de su identidad como única forma de hacer frente al dolor y el olvido.



El cine de Haneke siempre me ha producido sentimientos contradictorios. Me atrae la forma de sus películas, frías, concisas, desprovistas de sentimentalismo. También la idea de reencontrarme cada cierto tiempo con alguien que se toma en serio su trabajo y que tiene algo que decir. Pero me producen incomodidad cada una de sus propuestas y, ahora que lo pienso,  por las mismas razones que me atraen. La violencia enquistada de “La cinta blanca”, la arbitrariedad de la tortura de “Fanny Games”, el nihilismo y la objetividad aparente de la convulsa “La pianista”. En “Amor” se pueden reconocer todos estos elementos, pero hay algo más, algo nuevo: una mirada de humanidad hacia sus personajes que incluye la comprensión y la simpatía, y que alguien podría confundir con piedad, aunque es posible que solo se trate de ternura.


                            

3 comentarios:

  1. Una cualidad genuina, sin duda, de quién se dedica a escribir, es saber destacar aquellos detalles que los lectores comunes y corrientes (más corriente que común como es mi caso) no podemos identificar a la primera lectura. Usted no se conforma sólo con decirnos de que va la película sino que además nos traza en un par de líneas, un esbozo del perfil psicológico de los personajes y por si esto fuera poco, adicionalmente como un plus (lo que vendría ser la cereza en el pastel) nos resume el estilo del director y guionista de la obra. Creo que no se puede negar la influencia que ha ocupado el cine dentro de la sociedad como una de las expresiones artísticas más importantes. Más allá de su entorno estético, social y filosófico, Su valor está en la manera en que descubrimos o contemplamos nuestra propia existencia. El cine refleja por la pantalla, las fantasías y los sueños de diferentes épocas. Para lograr eso con frecuencia recurre a lo mágico y a lo fantástico. Hay que mencionar que el uso de la tecnología con sus avances ha venido a ser un elemento fundamental con el cual ha llegado a sacudirnos.
    ¿Cómo distinguir una película buena de una mala?
    Personalmente creo que una buena película es aquella que despierta en nosotros eso en que creemos o nos hacen creer. Conmovidos por aquello que consideramos cotidiano, preciso y estable lo aceptamos y vamos por ahí imitando lo que se nos difunde como algo indiscutible, razonable y verídico. Una buena película puede llegar a levantarnos de ese letargo en el que podemos encontrarnos y abre en nosotros cierta sensibilidad a lo insólito y desconocido.
    Es cierto que en gustos se rompen géneros, pero esta película es de las que consciente o inconscientemente deja su impronta en el espectador.
    Me gustó su reseña, creo detectar que usted es un apasionado del cine y del bueno (diría yo) a mi no me queda más que agradecer esa sensación que me deja el haber aprendido algo nuevo.
    Quedo a sus apreciables órdenes

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