jueves, 19 de septiembre de 2013

DIANA PÉREZ CUSTODIO - DIBÚJAME TU VIDA

Diana y Sonia en el Gran Hotel Ciudad de México

Conocí a Diana, compositora de música impura, gracias a Sonia Carillo y a que vivo en México DF, lugar que eligieron para mostrar su arte durante este mes de agosto. No sabía con qué arte me encontraría, y mi primer approach fue en la Fonoteca, donde Diana, acompañada por Sonia, dio una Charla-Concierto y estrenó «El ángulo de la manzana». Debo decir que su arte es ecléctico, si le cabe este adjetivo, y que de entrada asusta, pero que a medida que iba viendo-escuchando su música me fui dejando encantar por esa mezcla de sonidos y símbolos que tan bien maneja Diana.

Diana en la Fonoteca, antes de la Charla Concierto
La música nos acompaña en toda nuestra vida, la asociamos a cada uno de nuestros recuerdos, y no podríamos vivir sin ella. Suelen ser melodías puras, canciones cuya letra nos ha dejado «algo» y que canturreamos a veces con obsesión. La música de Diana va más allá, a lo más primario de nuestras células, al animal que somos, a la catarsis que necesitamos y a los símbolos que asociamos a la historia de la humanidad. Diana consigue una síntesis mediante sonidos que, a veces, pueden parecer que lastiman los sentidos. Y uno se deja lastimar porque los sonidos nos acompañan todo el tiempo, y son más «nosotros» que una música llena de armonía, porque un claxon o un grito son más cercanos que la sonoridad armónica de un violín o un arpa. Diana dice que la música pura es una abstracción y que separa al arte de la vida. Y yo, como estudiante de antropología, no puedo más que darle la razón, porque para un antropólogo la cultura está viva, y se construye cada día, con cada gesto, con cada silencio, con cada palabra. Utiliza nuevas tecnologías en un permanente mestizaje cultural, donde la voz humana tiene un lugar primordial. La impureza de su música está en las fuentes de inspiración y en los procedimientos, fusionándola con otras artes, mediante la manipulación electroacústica y de la realidad.


Sonia en la perfomance en la Fonoteca

Apenas unos días después me tocó formar parte de su música y de esa experiencia en «Dibújame tu vida», en el Centro de arte Alameda. Ya había visto dos veces la perfomance de Sonia, pero ahora yo, junto a otras cuatro personas que quisieron participar de la experiencia, dibujaríamos nuestra vida, en un espacio extraordinario: una ex iglesia, con su cúpula, sus frescos y su coro al fondo. Aclaro que yo no soy músico y que lo único que toqué en mi vida fue un xilofón que me trajeron los reyes cuando era muy chiquita. Si digo que la experiencia fue magnífica, tengo miedo de que ese adjetivo se convierta en un lugar común, pero fue así, magnífica. Pude reducir mi vida a diez minutos acompañada de campanas, corcho blanco y lo que conocemos como papel burbuja, el que nos gusta a todos explotar para calmar los nervios. Y también con mi voz. Me sentí cómoda, como si nadie me mirara o me escuchara, o como si los que estaban allí entendieran mis gestos, mis sonidos, mis palabras. Cada uno tuvo sus diez minutos e hizo uso de ellos para expresar su vida lo mejor que pudo o supo, y todas esas perfomances de esa gente a la que, casi seguro, no volveré a ver jamás, me dejaron el sabor de una vida, de cada vida, porque no sólo somos carne y mente, somos sonidos y voz, somos gestos y recuerdos. Quiero en este blog darle las gracias a Diana por dejarme compartir esta experiencia y los invito a todos a que conozcan lo que hace visitando su web: http://www.dianaperezcustodio.com/ y, si tienen la suerte de que en su ciudad algo lleve su autoría, no duden en ir a verlo-escucharlo. Déjense envolver por los sonidos que les contarán historias. No los defraudará.

Grupo de alumnos ideando su «Dibújame tu vida»

Centro de Arte Alameda



Andrea Vinci

Punto y Seguido






1 comentario:

  1. Se nota que disfrutaste la experiencia....seguro que disfrutaron también con tu puesta en escena, un abrazo ¡¡artista!!!

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