lunes, 13 de octubre de 2014

NEW YORK CITY (1ª Parte)

Aterrizamos en el JFK, la terminal a la que hemos llegado no es tan distinta de cualquier otra que haya pisado, sin embargo: Oh, my God, I´m in JFK! (La sensación de incredulidad no se pierde por más días que pasen. Aún hoy, dos meses más tarde, persiste). Me enfrento al policía de Aduanas con una sonrisa y poso para mi foto de turista in America, y cuando me permite el paso es cuando comienzo a cantar, (y que Frank Sinatra me perdone): 

Start spreadin' the news, I'm leavin' today. 
I want to be a part of it
New York, New York


Times Square

Salgo a la calle, piso suelo americano, (Queens concretamente), y busco en el cielo los cientos de focos que iluminaban la vida de  Truman Burbank en aquella película de los noventa. Y es que Nueva York, desde que lo pisas, se convierte en una película, como si cada calle fuera un plató y toda tu vida estuviese siendo filmada y emitida en un reality show. (Smile, you're in New York). Pero no es eso, no es una simple película, es LA PELÍCULA y TÚ eres el protagonista, así que dices oh, yeah y llamas a uno de esos taxis amarillos que llaman cab, y que, indudablemente, es conducido por un inmigrante o por un negro de Queens con sombrero de vaquero, y le dices: A Manhattan. Y él te pregunta por la dirección exacta y tú te acomodas en el asiento, echas un vistazo por la ventanilla y ves esas casas que parecen prefabricadas y que te conoces al dedillo, por el cine y por las series, y dices con el mejor acento posible: Broadway at times square in West 46th Street. Y el tipo arranca y sólo al cabo de unos cuarenta minutos te das cuenta de que estás cruzando el East River y que a lo lejos ya ves el Empire State, y te acuerdas que la primera película que recuerdas haber visto en el cine fue King Kong y que, a veces, por las noches, aún crees verlo enganchado a esa aguja que sobresale por encima de todos esos rascacielos.

No lo pone, pero yo lo veo. Veo ese grandísimo cartel de humo con señales luminosas sobre todos esos rascacielos. Lo pone bien claro: Welcome to New York. Y, de repente, siento que soy otra de sus víctimas, que YA le pertenezco. From heart to heart. 



Soltamos las cosas en el hotel y bajamos deprisa, con ansia de luces, de tráfico, de tiendas de lujo, de esquinas de cine, de rascacielos de cristal que te obligan a levantar la vista lo más alto que puedes. Y apenas andamos unos metros y nos encontramos el vértigo de los letreros luminosos en las fachadas de Times Square, la arteria principal del centro de Manhattan. Y ahí está de nuevo el Oh, my God, esta vez  rigurosamente acompañado del, I can't believe it. Y, una vez más, la canción de Frank nos acompaña. Le pone la banda sonora a cada una de las manzanas que recorremos entre la 6th y la 8th. 


It's up to you, New York… New York!!!



Nos disponemos conocer la City en nueve días, para ello hemos elaborado nuestra propia guía, hecha de retales de tantas otras que hemos ido estudiando a lo largo de los meses precedentes, y hemos dividido Manhattan en varias zonas. Cada día amanecemos temprano, damos los buenos días a las siempre iluminadas fachadas publicitarias de Times Square, y bajamos al metro. Es realmente ahí donde comienza la aventura diaria in a city that never sleeps. 

Nuestro hotel se encuentra en el Midtown, muy cerca también de la zona de Rockefeller Center, un complejo de diecinueve edificios entre la 48 y la 51th que reconocemos por las películas de Navidad donde en el patio central coronado de banderas de los diferentes estados, en invierno colocan, no sin la ceremonia pertinente, un enorme árbol y abren la pista de hielo al aire libre más famosa del mundo. A unos pasos se encuentra la Quinta Avenida, repleta de mansiones y edificios históricos, y de apartamentos y tiendas de lujo que la convierten en una de las zonas de compras más exclusivas del mundo. Instintivamente buscamos a Audrey Hepburn, oculta tras sus enormes gafas negras, asomada al escaparate de Tiffany's. Qué más da que hayan pasado 53 años desde el estreno de aquella  película, los turistas, los fans, todos, nos dirigimos hacia Tiffany y nos encontramos con ella. 

Los días rojos son terribles y en esos momentos lo único que me viene bien es ir a Tiffany's, porque nada malo puede ocurrir allí. 



En metro se tardan unos veinte minutos en llegar desde el Midtown al Downtown. El metro es bastante seguro, cosa que no teníamos tan clara antes de llegar a Nueva York. Han sido tantas películas de cine en las que algo turbulento, trágico o misterioso ocurre en sus vagones, andenes o estaciones, que al principio se entra con desconfianza. Pero, una cosa que descubres nada más llegar a Nueva York es que, probablemente, sea una de las ciudades más seguras. Hay policías por todas partes y la NYP se ha convertido en una marca y en un sello de confianza. En las escaleras, en las paredes, en las vigas de hierro, en todos lados puede leerse un breve mensaje que hace que sientas esa seguridad, también hay otros que te animan a denunciar si ves algo: 


Hemos madrugado para ir a coger el Ferry que nos lleva a la Staten Island. Es gratis las 24 horas del día y te permite ver a La Señora, como llaman a Lady Liberty. Otra opción es coger el barco que te lleva al pedestal, pero las colas son tan largas que optamos por verla desde el ferry y no perder el tiempo, ya que desde los atentados del 11S, subir arriba es tarea imposible.  Impone. La Señora, digo. La miramos una y otra vez. Una fotografía. Y otra. Y otra más. Y una con ella detrás. De perfil. De frente. Y ¡Guau!, es que es ¡La Estatua de la Libertad!, y estamos aquí. ¡Y es increíble! Y esa sensación de incredulidad no desaparece. Cada día que pasas en Nueva York, es la misma retahíla. ¡No me lo puedo creer! ¡Es que estoy aquí! (Y zapateamos el asfalto). ¡Es que estamos en Nueva York! Y es que es La Estatua de la Libertad, mírala, con la vista dirigida hacia Europa. ¡¡¡Ay, qué pesadas!!! Pero es que es así, a cada paso. Esta ciudad no deja indiferente a nadie. Es pura magia, como el cine. 


Manhattan Downtown desde el Ferry

Lady Liberty
En Battery Park, no muy lejos de donde cogimos el ferry, localizamos The Sphere. Es inevitable estar en Nueva York y no recordar constantemente aquel siniestro 11S de hace trece años. The Sphere es una escultura que se encontraba en la zona central de las Torres Gemelas y que desapareció bajo los escombros. Una vez rescatada, se ubicó en este parque como homenaje a las víctimas. Da escalofríos, sobre todo porque no ha sido reparada. Unos chiquillos, junto a sus maestros,  corean alguna canción, ajenos, tal vez, a lo que esta esfera metálica de color dorado representa. Junto a ella, una serie de carteles parecen indicarnos que el paraíso está allá adonde quieras mirar. 


Paradise / The Sphere (Battery Park in Downtown)
El distrito financiero de Nueva York comienza ahí. Elevados edificios de todas las alturas posibles se rifan el puesto de elegancia, de altura, de estilo o sofisticación, lo importante es tener tu hueco en el Downtown, ser reconocido  y dar cobijo a los miles de neoyorquinos que trabajan en sus miles de oficinas cuyas ventanas miran al Hudson River, al East River, o a la Staten Island. El área más financiera del mundo, la que mueve los hilos y los ciclos económicos se encuentra en una de las calles que se escapan de la gran arteria del bajo Broadway. Es una zona acordonada de cámaras de vigilancia. No hay un sitio más seguro en toda la ciudad que ese espacio frente al edificio de La Bolsa, ni ningún otro donde los yuppies opten por almorzar hot dogs a cualquier hora del día en cualquier puesto callejero, aunque vistan de Armani. 


Stock Exchange (La Bolsa - NYC)
Nos dirigimos hacia el Ayuntamiento y una multitud se congrega en un parque coronado por una fuente. En Nueva York no faltan los espacios verdes. Nos acercamos a ver. Un grupo de chicos de raza negra, descamisados,  muestran orgullosos las tabletas de chocolate en que han convertido sus cuerpos. Han montado un espectáculo en el que priman las canciones de Michael Jackson y Madonna. Animan a la gente a aplaudir y sacan a algún espontáneo. Se divierten y divierten a la gente. That´s the show!, grita uno con voz ronca. Cada vez somos más los curiosos. Ellos se preparan para saltar sobre las cabezas de varios turistas a los que han colocado en fila india. El primero se santigua, el último mira al cielo, o tal vez a una de esas banderas repleta de barras y estrellas que cuelgan de casi cada ventana, de casi cada edificio.(El patriotismo de los americanos es palpable en cada esquina, en cada orgulloso gesto por su país). Uno de los muchachos se acerca a pedir monedas mientras el resto sigue con el espectáculo. Cuando considera que ha recogido suficiente, sube el volumen del radio-cd y el espectáculo continúa. Madonna canta: 


I don´t like cities, but I like New York
Other places make me feel like a dork. 

En la Zona Cero, silencio, por favor. El sol ilumina toda la zona como si alguna vez no hubiese sido oscura, se refleja en los manantiales de agua que caen al vacío sobre una enorme piscina, (bordeada por los nombres esculpidos de las víctimas), que fluye hacia un agujero negro cuyo fondo no llegamos a ver y que desaparece en el vacío. La caída, eso simboliza. El agua cae hacia el precipicio del mismo modo que las torres gemelas y otros edificios adyacentes cayeron hacia ese abismo que produjeron los ataques terroristas del 11S. Miles de turistas nos hemos acercado al lugar casi terminado de reconstruir. La Freedom tower, que ahora supera en altura al Empire State, es ahora el edificio principal del nuevo One World Trade Center. Entre el hueco de una de las torres gemelas y la otra, nos detenemos un momento, necesitamos ese respiro. Cada cual recuerda aquel día a su manera y todos, absolutamente todos, recordamos dónde estábamos ese día, qué hacíamos y en qué canal fuimos testigos de lo que parecía el principio del fin del mundo tal y como lo conocíamos. Ahora, un minuto de silencio, por favor. Por las víctimas. 


Hueco de una de las antiguas Torres Gemelas, ahora piscina conmemorativa

Freedom Tower
 Me parece apropiado finalizar la primera parte esta crónica justo en este silencio. 

To be continued…
(Continuará)




Punto y seguido. 


Fotografías propiedad de Isabel Merino. Tomadas en NYC en Agosto de 2014. 
Videos tomados de Youtube. 

6 comentarios:

  1. Me ha encantado!!! Muy buena esta descripción de esta primera parte de tu viaje a New York Isa, ha sido para mi como viajar, sin moverme de mi silla.
    Un beso.

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    1. Muchas gracias a ti por leer y dejar tu comentario. Siempre tan atenta con nosotros. Espero algún día poder darte un abrazo, mientras tanto, te mando un beso con mucho cariño.

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    2. Magnífico acercamiento a esta ciudad, Isa. Yo he tenido la suerte de visitarla en numerosas ocasiones y siempre me ha asombrado, siempre me ha fascinado. Nueva York es como la Jerusalem de antaño, el lugar adonde se ha de peregrinar. Recuerdo un programa de radio que escuchaba todas las mañanas con ocasión de uno de mis viajes. Era un programa latino y comenzaba la sesión diciendo: ¡Buenos días desde Nueva York, la capital del mundo!
      Nada más lejos de la realidad. Gracias por el artículo

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    3. Gracias a ti, Pedro, que desde que nos conocimos, (hace años ya), siempre me has dicho: Tienes que ir a Nueva York, Isa, que te va a flipar. Y tenías razón :-) No creo que pueda hacer una crónica lo suficientemente acertada para describir mis emociones, sensaciones y lo que viví, pero al menos he logrado un acercamiento. A Nueva York, hay que ir, desde luego.

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  2. He viajado, Isa. Quiero decir, al leerte. Nunca he estado ahí pero en tus palabras pude viajar. ¿Qué cosa mejor se le puede pedir a un texto? ¡Gracias por este vuelo de instante a NY? Un abrazo (Espero la segunda parte ;) )

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  3. Gracias, Tes, por leerlo, por viajar con él y por dejar tu comentario. Siempre genera ilusión saber lo que opinan o sienten quiénes leen tus textos. Gracias. Sin duda, habrá segunda parte, queda mucho NY que recorrer aún ;-) Un besazo

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