miércoles, 12 de marzo de 2014

ABDUCCIÓN


La alarma del móvil sonó hasta asegurarse de que me levantaría. Miré en la pantalla la hora y la temperatura, y sin tocar nada, aparecieron las calorías del pitufo y el capuchino que me iba a tomar, además del tiempo estimado de llegada al trabajo. No le gustó que sacara la bici del trastero y vibró al guardarlo dentro de la mochila.
 Cuando empecé a pedalear tuve que ir esquivando a los peatones que deambulaban   por el carril bici hipnotizados por las pantallas de sus móviles. No escuchaban el timbre, ni levantaban la mirada a la mañana luminosa de verano. 
Algunos ancianos que paseaban a sus perros, observaban atónitos,  la procesión de móviles con patas que avanzaba hacia un destino incierto y bajaban en fila india, por unas escaleras mecánicas que se perdían en el subsuelo.


                                   (Imagen de Internet)
                                                     Loli Pérez
 Punto y Seguido.

2 comentarios:

  1. ¡Qué imaginación, Loli! Es un relato de ciencia ficción, quién sabe, quizás un día todo el mundo vaya por la calle mirando aparatos y saludándose por mensajes. (jeje), te ha faltado la alegría de todos los trabajadores de llegar a casa y tener wifi, sin saludar ni preguntar por la cena.

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    1. Javier es curioso como cada día más personas somos absorbidas tanto por la calle, en reuniones, y en casa por esos aparatejos.

      Abrazos

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