martes, 1 de diciembre de 2015

JUSTO ANTES DE DESAPARECER


Fuimos en coche. Como en una expedición clandestina, solo faltó que Papá nos vendara los ojos para que no supiéramos volver. No hizo falta. Era el territorio del pasado, la casa de la infancia de mi padre justo el día antes de ser demolida, justo antes de desaparecer.

Subiendo las escaleras, Papá, maestro de ceremonias menguante, nos decía: No corráis, dejadme entrar a mí primero. Yo, con ganas de preguntar: Papá ¿cuántos años tienes? y él, entusiasmado, ignorando mis preguntas: Mira, justo ahí yo escuchaba mi radio galena.

La luz entraba por las persianas y jugaba con el suelo de baldosas hidráulicas, cuadradas, con dibujos geométricos. Yo soñando el suelo de mi propia casa, baldosas hidráulicas octogonales de color carne, tibio en el verano y olvidándome de preguntar cómo es una radio galena.

Mis hermanos desperdigados por las habitaciones como canicas después de una carambola, yo al lado de Papá, mirando lo que él miraba, recordando sus recuerdos, su infancia anómala como todas las infancias.

El suelo a punto de desaparecer y yo sin tiempo para pisarlo despacio y descubrir qué baldosas se movían, como todas las baldosas octogonales que se movían en el pasillo de mi propia casa.

La casa de la infancia de mi padre siempre a punto de desaparecer al otro lado del río y yo sin tiempo de preguntar, todavía cuarenta años después.

Si tuviera una foto de mis pies sobre aquel suelo la subiría a Instagram. Mis zapatos merceditas con correa y botón a un costado del empeine y las punteras desgastadas de jugar de rodillas. A su lado la radio galena de Papá. Si supiera cómo es una radio galena.


Inmaculada Reina
Punto y Seguido

3 comentarios:

  1. Creo que yo no he llegado a ver una radio galena, pero la antigüa radio de mi casa de la infancia estaba en un tablero bajo de una mesita que se encajaba debajo de la ventana del comedor-estar y la tapaba las faldas de la mesa camilla con brasero. En ese hueco calentito en invierno escuchaba los cuentos de la emisora Radio Madrid "La hora de los cuentos" y a continuación las Aventuras de Diego Valor.
    Allí debajo sentada en el suelo, veía las luces interiores de la radio que salían a través de un pequeño panel acartonado con agujeros (de ventilación supongo ahora, después de 60 años).

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