martes, 5 de noviembre de 2013

¿ESCRIBIR QUÉ?: EL TEMA

¿Qué se supone que debe hacer uno cuando decide escribir?

Fotografía de Robert Mapplethorpe

Lo primero es tener ganas de contar una historia, de recrear un entorno donde unos personajes vivan una aventura que ha salido estrictamente de tu mollera. Pero, ¿qué es lo fundamental? ¿La historia en sí?, ¿una frase genial que da pie al desarrollo de la trama?, ¿ese personaje peculiar que te ha llamado la atención?, ¿un diálogo que escuchaste en el autobús o en el metro de regreso del trabajo?, ¿un sorpresivo final que se te ocurrió de golpe, como quien encuentra un billete arrugado junto al pie de una papelera? … todas esas cosas, para cualquier amante de contar historias, son un buen punto de partida, el detonante para hacer estallar las palabras que llevas dentro, pero en ningún caso, será el corazón de vuestra historia. 
Las historias surgen de la forma más inesperada, frecuentemente de la observación de la realidad que te rodea o de la que te gustaría ver. Todas las personas llevamos dentro una serie de dudas o de certezas que son las que finalmente colocamos en nuestras conversaciones, en nuestras decisiones, tertulias, en las historias que contamos; en definitiva, en nuestra vida. Esas ideas, vagas o no, revolotean continuamente a nuestro alrededor como zumbidos de moscas, y no hay manera de espantarlas. Esas ideas conforman el corazón de nuestros relatos, aquello de lo que nos gusta poner sobre la mesa, de lo que nos gusta hablar: el tema.
Cuando te lances a contar una historia, es fundamental que no lo pierdas de vista. Está bien, ya tienes el entorno, los personajes, la trama, el clima, el tono… pero no te olvides del tema, porque habrás echado todo lo anterior por el hueco del retrete.
Pero, ¿cómo puedo identificar esas ideas que vagan imprecisas por mi cerebro? No tienes que preocuparte, ya se posarán sobre el papel cuando empieces, pero una vez que lo hagan, no te olvides de cazarlas y extenderlas a lo largo del relato o de tu novela.
Cuantas más dudas tengas acerca del tema, mejor, pues para eso contamos las historias, para plantear los conflictos, para discutirlos con el fin de encontrar certezas, acercamientos a la razón que no suele estar absolutamente del lado de nadie.
Un personaje fuma a la entrada de un hospital. ¿Está esperando información acerca de un familiar herido?, ¿Acaba de traer a su padre de 90 años a su revisión de próstata? ¿Le han diagnosticado un cáncer? ¿Su mujer acaba de dar a luz a su hijo?... seguro que pensando en ese personaje se te han pasado por la cabeza aquellas dudas que te cuestionas a  veces, aquellos temas que te inquietan: la muerte prematura, la vejez dependiente, el lugar que ocupas en una familia, tú como ser imprescindible, la descendencia con sus alegrías y sus problemas…
Conoce bien a tu personaje y los lugares por donde va a moverse, su forma de hablar, la comunicación gestual, su formación, su origen… y después cárgale con tus dudas y tus frágiles certezas, y échalo a andar por tu historia. Y nunca, nunca olvides qué es lo que estás planteando.


Pedro Rojano
Punto y Seguido



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