jueves, 25 de junio de 2015

LA LUZ DE LA OSCURIDAD

La habitación oscura, de Isaac Rosa, es una novela incómoda que concierne al lector desde la primera frase. "No te quedes ahí. Vamos, entra, ya estamos todos". Un narrador omnisciente que se disfraza con el uso de la primera persona del plural y la segunda del singular,  descorre la doble cortina que protege la entrada y apela no solo a nuestra participación sino, sobre todo, a que nos identifiquemos con el despliegue de personajes que pueblan la habitación oscura y con su devenir vital y emocional.




Un grupo de jóvenes descubre la libertad y la risa de la oscuridad por el azar de un apagón y decide reproducirla en una habitación oscura en el sótano del local compartido. En el arranque de la novela se nos sitúa en un momento quince años posterior y se nos adelanta que el tiempo de la habitación está a punto de terminar. La lectura de la novela supone atravesar el espacio oscuro y tenso de la historia, a ciegas. Entre personajes apenas descritos a los que vemos avanzar a trompicones por la oscuridad de la habitación y con una venda en la mirada frente al derrumbe de sus existencias y expectativas.

La voz del narrador es minuciosa, exhaustiva y lleva al límite el uso de la enumeración, la metáfora y el juego temporal. En la novela, crónica y alegoría a partes iguales,  todo es metafórico pero todo es real: cada palabra, cada escena, cada situación es a la vez referente de la realidad y analogía literaria. Como en la vida, en la habitación oscura todo se multiplica, crece, se desborda como se desbordan las enumeraciones interminables del narrador que opera con todos los sentidos menos el de la vista para contarnos lo que ocurre en la oscuridad  y mira con la precisión de una cámara web en los capítulos breves que se van intercalando  en la larga letanía del discurrir de la novela. La habitación es secreto, útero, cueva primigenia, refugio o escondite. La crisis que recorremos es guerra, terremoto, intemperie, pozo ciego, vía muerta...

El extraño narrador retrasa el tiempo, lo ralentiza, lo acelera y lo adelanta, nos lo muestra como fotogramas sobre la pared de una cueva platónica, para contar el origen, la evolución y la clausura de la habitación oscura. Dosifica la tensión de una mínima trama de intriga para llevarnos hasta el final, obligándonos a mirar el ciclo vital común a personajes y lectores. Un ciclo que va desde un tiempo despreocupado, entregado al juego y al sexo, con promesa de futuro, hasta otro tiempo quebrado por la crisis y sin atisbo de porvenir. Un ciclo que Isaac Rosa cifra en tres momentos emocionales: la risa, el llanto y el grito. 


              Se ha dicho que La habitación oscura es una novela de la crisis y que retrata a una generación defraudada. Se ha dicho que se trata de una novela moral y coral que da voz a todos aquellos estafados por un estado del bienestar que truncó el insaciable poder económico. En mi opinión se trata de algo más que todo eso. Con sus personajes estereotipados como cobayas en observación, nos sitúa ante nuestra negativa a ver la realidad y a mirarnos, nos conmina a movilizarnos y tomar el control,  guiados por la luz que emana de la habitación oscura. Y si uno lee despacio y con atención entre el torrente de palabras, nos recuerda que no estamos solos en esto de la vida. "Y una noche alguien te tomo la mano...la retuviste contra la tuya, inflamaste de calor el espacio común...como una corriente de sangre compartida".
Inmaculada Reina
Punto y Seguido

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