lunes, 26 de enero de 2015

EL IMPOSTOR. LAS MENTIRAS DEL HÉROE

Las buenas mentiras, las mentiras creíbles, necesitan una base de verdad sobre la que sustentarse. Si quisiéramos contar una historia de ficción cuantos más elementos reales incluyamos más verosímil resultará, cuanto más hechos cotidianos e identificables por parte del lector/oyente, más atrapado le tendremos, más creíble será nuestra mentira, mas verdadera, seguida y asumida por ese probable lector/oyente. Si en cambio, llenamos nuestra ficción de hechos imaginarios, irreales, inventados así a vuela pluma, sin ningún nexo con la realidad, será difícil que nos crean. De igual manera, en nuestra vida cotidiana, cuando mentimos tendemos que adornar nuestras mentiras con elementos fácilmente reconocibles y comprobables, sino la mentira aparecerá desnuda, desprovista de protección y expuesta al primer desaprensivo que pretenda desmontar nuestra impostura.

Esta es una de las ideas sobre la que gravita "El Impostor", última novela de no ficción de Javier Cercas. A lo largo de poco más de cuatrocientas páginas, el autor trata de descubrir y de entender qué parte de verdad adornaban las mentiras que durante más de treinta años hicieron de Enric Marco un personaje en la primera línea de la lucha sindical y, posteriormente, en lo que se llamó Recuperación de la memoria histórica. Cómo pudieron creer sus mentiras todos aquellos que le rodeaban, admiraban y aplaudían y por qué abominaron de su protagonista cuando se destapó que se trataba de un impostor.
Cercas, no solo trata de esclarecer cuáles fueron las verdades que sustentaron y acompañaron las mentiras de Marco, la verdad de las mentiras, sino que también trata de que nosotros, lectores, entendamos al personaje. «Entender es justificar», viene a decir una antigua correligionaria de Marco que no está de acuerdo con que Cercas escriba su libro, a lo que este se responde: «¿No es más bien nuestra obligación?». Entender es saber, nunca justificar, y para saber tiene que llegar al fondo de su personaje, quitarle todas las máscaras, desnudarlo de todas esas mentiras que ocultaban la verdad, cuando hasta ese momento fueron pequeñas verdades las que ocultaron su mentira, hasta dejarlo desprovisto de su mejor arma, la de inventar, para que todos podamos entender, saber, opinar y si cabe, justificarlo. Y esto hasta el punto de que en determinado momento sea el propio Marco el que se sienta  indefenso ante su propia verdad y con la cabeza entre las manos, pida a su escritor: «Por favor, déjame algo».


Pero no solo vamos a descubrir la verdad y tratar de entenderla sino que también lo que la verdad significa para su personaje. Según Cercas, la realidad mata, la ficción salva, y en base a esta aseveración, su personaje al cumplir cincuenta años, cuando su vida se encaminaba hacia una vejez discreta, cuando se pregunta dónde quedaron sus sueños, decide reinventarse, creándose un pasado de soldado anarquista que luchó en la Columna Durruti durante la Guerra Civil, de deportado en un campo de concentración nazi y de luchador clandestino contra el franquismo a su regreso a España. Como Don quijote, decide aparcar la verdad para seguir viviendo: la realidad mata, la ficción salva. Sin embargo, Don Quijote al final claudica, y se reconoce en Alonso Quijano, su realidad, y expira. En cambio Enric, cuando se ve acorralado por la verdad, por el desvelamiento del engaño, no claudica, se crea un nuevo personaje e intenta seguir con una nueva máscara: «Mentí por vosotros, para que supierais la verdad», dice.


Como ya hizo con Adolfo Suárez en Anatomía de un instante, en esta nueva novela de no-ficción, Javier Cercas también trata de salvar a su personaje. Al igual que aquel antiguo arribista del Régimen acabó convertido en héroe de la democracia, este Enric Marco, de alguna manera, se adecua perfectamente a su prototipo de héroe, un héroe que miente descaradamente para salir en la foto, para estar en la primera línea, pero que termina salvándose por puro instinto de supervivencia, por ese humano intento de sobrevivir a cualquier precio y por encima de todo. En este sentido me recordó el relato de Borges, Tema del traidor y del héroe, donde el descubrimiento de la verdad mata al impostor. El glorioso conspirador Fergus Kilpatick ha traicionado a sus compañeros y debe morir, pero esa muerte propiciada por la verdad, crea a su vez una mentira superior transformando al traidor en héroe y haciéndole vivir como tal más allá de su muerte física.
También con respecto al relato de Borges, quiero apuntar el juego metaliterario establecido por Cercas en el capítulo ocho de la tercera parte. Aquí el autor reproduce una conversación imaginaria con Marco, en la que este le dice que al igual que Don Quijote eligió a Cervantes para que escribiera su novela, él lo ha elegido para que escriba su historia. En su relato, Borges utiliza al personaje de Nolan, descubridor del impostor, para que prepare la muerte que lo transformará en héroe y para que cien años después, un nieto suyo investigue y descubra la impostura, la verdad de las mentiras, y para que, mucho después, un escritor llamado casualmente Jorge Luís Borges lo imagine y tal vez lo escriba para nosotros.


—La ficción salva, la realidad mata.
—Exacto
—De todos modos no se puede vivir siempre en la mentira.
—De todos modos no se puede vivir siempre en la verdad. No se puede vivir, pero hay que vivir. Esa es la cuestión.
El Impostor, página 361


Miguel núñez ballesteros
Punto y seguido

2 comentarios:

  1. Muy interesante el artículo, la comparación con el relato de Borges y con su "Anatomia de un instante".
    La novela tiene bastantes aspectos que tocar, no solo este personaje tan peculiar. En sus páginas Cercas nos hace partícipes de temas tan complejos como la memoria histórica o el poder del pasado
    “Pero ya sabemos que el pasado no se supera o es muy difícil superarlo, que el pasado no pasa nunca, que ni siquiera –lo dijo Faulkner- es pasado, que es sólo una dimensión del presente”


    ANTONIO

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    1. "el pasado no pasa nunca"
      creo que sobre esta idea gira toda la novela.

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