Se me ha ocurrido que
Fernando Fernán Gómez al plantear en su película El mundo sigue (1963) la relación entre las hermanas protagonistas,
trataba de representar, de alguna manera, el tema de las dos Españas. Esas dos
hermanas que se odian desde siempre pero que nunca llega a explicarse la razón
de su odio, quizás porque el odio en sí no tenga una razón concreta, sino una
acumulación de sinrazones. La una, madre de tres hijos, sin dinero, con un
marido tarambana, vive paralizada por su idea del honor y la moral, la otra, en
cambio, no reconoce moral alguna más que en el dinero, las posesiones y el
ascenso social; la una envidiosa, la otra relamiéndose de saberse envidiada; la
una pobre, pero honrada, la otra puta y rica. La una se mira en la otra, las
dos se odian y se necesitan.
Quizás esta idea de las dos Españas tuviera que
ver con el pensamiento de Fernán Gómez, su ideología, su manera de mirar el mundo. De ahí también el tono desesperanzado, la imagen
demoledora de esos "triunfantes 25 años de paz" y de fascismo. Los
personajes fueron niños durante la guerra, crecieron en la "España Grande
y Libre", de hambre y de estraperlo, mantenida por un puñado de
embaucadores, chantajistas, beatos, militares, delatores, arribistas, curas..., una España sin futuro o con el futuro acotado por un vuelva usted mañana o aquí no
se fía, la ilusión de ser declarada reina de las fiestas del barrio, que te
toque una de catorce o poder sentarte en una terraza, dejar una propina y oír
al camarero decirte gracias señorita.
Una España sin sueños o con los sueños hipotecados en cómodos plazos
inalcanzables.
Aquí no está la ironía de Berlanga,
el humor feroz de Ferreri, ni siquiera el vitriólico costumbrismo de otras
pelis del Fernán Gómez de la época: La
vida por delante (1958), La vida
alrededor (1959), El extraño viaje
(1964). Aquí no hay sosiego. Tampoco es una película sobre la
dictadura, ni siquiera se menciona la guerra ni a Franco, ni ninguna de las
situaciones "comprometidas" de su reinado de cuarenta años y un día. Toda ella rezuma el espíritu de la época por los cuatro costados :
el miedo a perder el trabajo, el miedo al que dirán, el miedo al embarazo, a
quedarse soltera, el miedo a los jefes, los señores, los dueños, los policías..., y sin embargo parece hablarnos del ahora mismo.
Cuentan que Fernando tuvo que hacer
concesiones a la censura, aceptar recortes, hipotecarse porque ningún productor quería financiar el proyecto, y aún así tardó dos años en
estrenar su película. Pudo hacerlo gracias a la "apertura" de Fraga Iribarne
al frente del Ministerio de Información y Turismo, aunque sólo de tapadillo,
por unos días en un cine de Bilbao. Después, agur, jamás se supo. Ni siquiera
cuando murió el dictador y repusieron todas aquellas películas censuradas o
prohibidas, algunas verdaderos chumbos, pudo colarse en las carteleras. Me da
por pensar que la nueva democracia no tenía mucho interés en verse retratada
sólo unos pocos años antes. Españoles de a pie, pobres españoles pobres, ahora
que todo era esperanza, ahora que por fin parecía que tendríamos un futuro, no
era plan de ponernos trágicos.
Han tenido que pasar cincuenta años
desde entonces, y casi todos muertos (Milagros Leal, Francisco Pierrá, Lina
Canalejas, Agustín González, Fernando Fernán Gómez, María Luisa Ponte, Fernando
Guillén, Tota Alba. La "superviviente" Gemma Cuervo, cuenta que fue su primer protagonista en
cine, después no volvieron a llamarla) para verla. Cincuenta años después, de manera distinta, siguen existiendo las dos Españas, igual que hay dos
Grecias, dos Italias, dos Alemanias, dos Europas, la una quiere soñar y lucha
por salir del agujero, la otra, simplemente, no lo necesita.
Miguel núñez ballesteros
Punto y seguido
Desde las palabras de Fray Luis de Granada usadas como prólogo o declaración de intenciones, hasta el desenlace final, la película está impregnada con una atmósfera de diferentes tipos de violencia cotidiana que resulta ofensivo ver la naturalidad con era aceptada en aquel momento.
ResponderEliminarFrancisco Pierrá, el juez; Javier Escriva, el fiscal; Jose Maria Escuer, el secretario
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