Imagina que eres un pájaro. No un ave grande y planeadora como un
águila o una gaviota, no. Un pájaro, un pájaro pequeño, pongamos un colibrí. No
un colibrí diminuto, casi un insecto, no. Uno de los medianos, pongamos de unos
quince centímetros. Un colibrí americano de los que llaman picaflores o
zunzunes. Imagina su plumaje del color que más te guste. Digamos, por ejemplo,
que de un verde esmeralda tornasolado con una mancha roja en el pecho, una mota
colorada como un corbatín de seda. Imagina su pico, largo como una trompa y
fino como un florete, listo para libar en el interior penumbroso de una flor,
pongamos una orquídea blanca. Ahora imagina su vuelo portentoso, su aleteo
supersónico de ochenta aletazos por segundo, su batir cambiante: adelante,
atrás, atrás, adelante... el zumbido minúsculo de las alas al quedar congelado
en el aire, suspendido en mitad del vuelo. Imagina el colibrí y recuerda que es
el único pájaro que puede volar hacia atrás y es por eso que lo hemos elegido,
porque vamos a desandar el tiempo. Ahora, olvida el colibrí.
Inmaculada Reina
¿Ese texto está sacado de Matrix?
ResponderEliminarno, creo que pertenece a un estudio sobre teoría de la navegación supersónica de la universidad pontificia de salamanca, fuge et scelestas resistere de 1958.
EliminarAllí tienen un laboratorio de aerornitología muy destacado, eso si que es verdad.
EliminarLleváis toda la razón ambos y ninguno, paradójicamente.
ResponderEliminarHay señales por todas partes...
ResponderEliminarAhora piensa en una caja...
ResponderEliminary dentro de la caja una mariposa volando como un colibrí
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarNo un colibrí diminuto, casi un insecto, no. Un colibrí de los medianos, pongamos de unos 15 cm... ¿qué tipo de metáfora sexornitokafkiana es esta?
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