miércoles, 9 de septiembre de 2015

Breve Historia del Cuento: Cuento Moderno Kafka

KAFKA






FRANZ KAFKA (1883-1924)


«Hacer de lo grotesco y surrealista lo natural, y de lo cotidiano lo retorcido e infinito»

Aunque Chéjov es considerado el padre del cuento moderno, con Kafka esa evolución que deja atrás el modelo propuesto por Poe, se divide en dos vertientes diferenciadas, la chejoviana y la kafkiana. 

Con un lenguaje sencillo Kafka nos muestra lo cotidiano como algo tortuoso y sórdido mientras aceptamos el hecho grotesco o surrealista con naturalidad. Está muy lejos de querer ofrecerle al lector un final cerrado en sus cuentos y esa retorcida cotidianidad termina por transformarse en una espiral infinita de la que el protagonista no puede escapar.

El termino kafkiano es usado como adjetivo para describir situaciones que a priori deberían resolverse de manera simple, pero que por motivos que están fuera del alcance o de la compresión del individuo que las vive, terminan adquiriendo un alto grado de complejidad de manera absurda e irremediable.

Esa indefensión, esa perdida del control de la situación por parte del sujeto en favor de un poder externo implacable es lo que ocurre en gran parte de su obra, tanto en los cuentos como en las novelas, y por lo que se considera a Kafka un autor enmarcado dentro del existencialismo, cuyos escritos contribuyeron en parte al desarrollo de esta corriente filosófica. La deformación de la realidad para expresar de manera muy personal y subjetiva su visión sobre la verdadera naturaleza del hombre también enmarca su obra dentro del expresionismo.

En Un médico rural la realidad y lo onírico se entrelazan de manera natural conformando un relato surrealista pero verosímil para el lector. El protagonista se encuentra con diversas dificultades para poder atender una llamada urgente, a diez millas de distancia, en mitad de la noche, durante una tormenta invernal... Aún así logra llegar al supuesto paciente, gracias a la mágica rapidez de unos caballos sobrenaturales, pero al que finalmente es incapaz de ayudar. Su vuelta a casa se tornará dramática, quedando atrapado en un camino de regreso infinito y sintiéndose engañado (existencialismo).

A este paso nunca llegaré a casa (...) Desnudo, medio muerto de frío y a mi edad, con un coche terrenal y dos caballos sobrenaturales, vagando por los caminos. Mi abrigo cuelga detrás, pero no puedo alcanzarlo...

La historia que discurre de manera simple pero a la vez enrevesada y angustiosa por la superficie del cuento, se vuelve profundamente compleja si atendemos a su sentido metafórico, su simbolismo maniqueista y sus paradójicas contradicciones. El viaje que se transforma en un querer regresar, el médico que no sana, el paciente sano que quiere morir, la flor que es una herida mortal, los que piden ayuda incapaces de prestarla, los rápidos caballos sobrenaturales incapaces a avanzar...

Primeras dos paginas del manuscrito de El Castillo (Das Schloss)
Fotografía: Andrea Vinci

Aunque Kafka fue un hombre atormentado por sus demonios, víctima del despotismo de su padre, enfermo de insomnio y frecuentes cefaleas, y él mismo nos confiesa en sus cuadernos que la mayor parte de su obra esta influenciada principalmente por su vida, aparte de todo ese simbolismo oscuro que encierra entre sus páginas, lo que también encontramos en sus escritos es el miedo al poder, a la alienación, a lo desconocido y, sobre todo, una desbordante y desconcertante imaginación. 



Mauri
Punto y Seguido

1 comentario:

  1. Un personaje fascinante Franz Kafka, que parece haber nacido ex-profeso para convertirse en la figura que todos conocemos hoy; un paradójico final el suyo de convertirse en un literato inmortal, cuando lo que ordenó en su lecho de muerte fue que se destruyera toda su obra. Kafka fue quizás el hombre más alienado y solitario del siglo XX: era miembro de la minoría germanoparlante de Bohemia, dentro de ella era miembro de la minoría hebrea, y por si fuera poco, era un ateo confeso dentro de la comunidad judía local. Ni los checos, ni los alemanes, ni los judíos lo consideraron como suyo durante muchos años. Al final tiene cierta gracia que su figura se haya convertido en patrimonio de todos -de los checos, de los alemanes, de los judíos y de la humanidad en su conjunto-: ni lo pretendió jamás, ni nadie -ninguna comunidad quiero decir- le demostró aprecio intelectual. Sólo Franz Kafka podía haber sido Franz Kafka :)

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