martes, 9 de febrero de 2016

MAL DE ALTURA



«Encaramado a la cima del mundo, con un pie en China y el otro en Nepal, limpié de hielo mi máscara de oxígeno, encorvé la espalda al viento y contemplé, abstraído, la enorme extensión de Tíbet. De un modo difuso, con cierto distanciamiento, comprendí que el paisaje que se extendía debajo de mí presentaba una vista espectacular. Había fantaseado mucho sobre ese momento y la oleada de emociones que lo acompañaría. Pero ahora que por fin estaba allí, literalmente de pie en la cima del Everest, no tenía fuerzas para pensar en ello».
Jon Krakauer (Mal de altura)
Jon Krakauer
Jon Krakauer, periodista de la revista Outsider, fue invitado en 1996 a participar en una expedición comercial a la cima del Everest dirigida por el escalador neozelandés y dueño de la agencia Adventure Consultants, Rob Hall. Su ascensión a la cumbre, en compañía de otros siete clientes, resultó una catástrofe. Aquellos días,  doce alpinistas se dejaron la vida en el Himalaya. Las causas las analizan sólo los que sobreviven, y desgraciadamente el fruto de ese análisis de poco les sirve a los muertos. 
Expedición de Adventure Consultants 1996 . Jon Krakauer sentado tercero por la izquierda. Rob Hall sentado tercero por la derecha

Años después de su ascensión y regreso, el periodista, que había publicado un extenso artículo en la revista Outsiders, decidió relatar su experiencia en un libro. Una oportunidad para contemplar los hechos desde la distancia temporal, sin la pátina de la inmediatez. Y sobre todo, según nos dice él mismo en el prólogo, un deber de enmendar graves errores que cometió al escribir el artículo recién ocurrida la catástrofe.

Mal de Altura no es un libro de aventuras, es más bien un relato de las consecuencias que puede suponer la aventura. El manto de opaca realidad que cubre los deseos de incautos soñadores. Se trata de un honesto canto a la mezcla de entusiasmo y temeridad de algunos.
“Si uno se limita a hacer lo que se supone que debe hacer, nunca se convierte en héroe”
Cormac McCarthy . El Sunset Limited
Siempre nos hemos preguntado por el motivo que obliga a ciertas personas a ir más allá de sus límites, aunque ello suponga asumir ciertos riesgos tan llamativos como el hecho de perder la vida. Un periodista hizo esa pregunta al escalador británico Mallory poco antes de emprender un nuevo intento para llegar a ser el primer hombre en hollar la cumbre más alta del mundo. Su respuesta fue un simple: «Porque está ahí». La racionalidad camina por distinto sendero que los sueños. Si uno se equivoca de camino, puede que llegue a un glorioso destino o se despeñe por el acantilado. Resulta complicado delimitar las fronteras de lo posible. ¿Por qué Colón se atrevió a cruzar un temible mar desconocido? ¿Qué llevó a Amundsen y a Scott a desafiarse por saber cuál de ellos sería el primero en llegar al Polo Sur? ¿Qué interés pasaba por la cabeza de Neil Amstrong el día que aceptó embarcarse en el Apolo XI? Son decisiones irracionales que justifican los deseos por llegar más allá, por conocer en qué punto se encuentra la línea de nuestro horizonte.
Mal de Altura está narrado con agilidad y emoción. Desprovisto de esas descripciones grandilocuentes que echan un velo sobre lo real. Durante la travesía podemos sentir el cansancio, el frío, la falta de oxígeno, el sufrimiento. Podemos ser partícipes de la terrible sensación de saber que la muerte aguarda en el frágil apoyo de unos crampones. El horror de la indiferencia ante la desesperación de otros. El coste psíquico de la supervivencia. Jon Krakauer nos hace revivir la emoción de lograr el reto, el miedo que supone el descenso y la estupidez que persiste durante todo el camino de regreso.

Gracias a este autor, he podido ascender los 8840 metros de altura del Everest, y aún tengo restos de hielo en mis ojos al comprender que algunos sueños, como cadáveres a la intemperie, se enfrían sobre el manto helado.

Pedro Rojano       


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