viernes, 28 de junio de 2013

ZAGREB



Hace unos días, un amigo me invitó a compartir en una red social un chat tridimensional. Me quedé perplejo por el gran avance de las nuevas tecnologías, que además de poder hablar con un amigo, te ofrecían la posibilidad de estar sentado frente a él. Su siguiente frase me hizo enrojecer … ¿Dónde quedamos?


Me acordé entonces de Zagreb, una ciudad donde la tertulia es deporte nacional. Cuenta la historia que antiguamente se fundaron dos ciudades sobre dos colinas: Kaptol, controlada por la Iglesia y Gradec fomentada por el estado. A lo largo de los siglos estas ciudades rivalizaron en religiosidad, comercio y prosperidad llegando incluso a conflictos y guerras entre ellos. Finalmente tuvieron que unirse para repeler a enemigos que llegaban del exterior y así fue como se fundó la capital de Croacia: Zagreb. Que no sea en los libros de historia, hoy ya no se habla de Gradec y Kaptol, sino de la ciudad alta y la ciudad baja. Zagreb se ha convertido en una gran capital de corte centro europeo, de amplias avenidas, elegantes edificios neoclásicos, que ha crecido extendiéndose más allá de las faldas de las dos primitivas colinas y que conserva en su entorno elegantes jardines entre sus avenidas y varios bosques de castaños alrededor de su casco urbano. Pasear por sus calles es un verdadero placer, pues el centro urbano está privado, en su mayoría, de la circulación de vehículos y tan solo el tranvía y las bicicletas circulan por el asfalto. Las enormes plazas como la de Ban Josip Jelacic, con su gran estatua ecuestre en cuyo pedestal se citan los jóvenes para irse a la discoteca o al bar de moda; los jardines afrancesados como el Tomislavov, donde corretean los niños mientras los padres respiran tranquilos la tarde de domingo; la calle peatonal de Tkalciceva, lugar de concentración de bares, cafeterías y restaurantes con las mesas convertidas en tribuna callejera para contemplar el paso de la gente; o el bulevard de Strossmayerovo en Gradec, salpicado de parejitas de arrullos y brazos entrelazados sentados en los bancos frente a unas vistas inmejorables de la ciudad baja. También resulta agradable sentarse en una de sus mesas a saborear un expreso y observar el trajín de personas por la Plaza de Petar (con los Kioskos de flores) o frente al mercado de Dolac tachonado de sombrillas rojas que resguardan del sol los puestecillos de verduras, hortalizas y frutas. Las calles de Zagreb siempre ofrecen al menos un café con su terraza para compartir un rato de charla, o simplemente leer un libro, aunque sea un best seller.

Todos esos lugares conforman la capital de Croacia, una metrópolis cuyos ciudadanos al fin respiran paz. Es como si aquellos antiguos habitantes de Gradec y Kaptol estuviesen condenados por los siglos y los siglos a conversar y entenderse, o a debatir y luchar entre ellos. Puede que sea esa pasión por la tertulia lo que caracteriza a esta ciudad repleta de cafés y terrazas en los que la palabra sustituye a la pantalla.

Ea pues, ¿dónde quedamos?


Punto y Seguido

3 comentarios:

  1. Antonio Lupiáñez28 de junio de 2013, 12:37

    Leí lo de Alejandría y ahora lo de Zagreb. ¿Te inventas lo que escribes o has estado allí realmente?

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  2. Gracias Antonio por participar en el blog. La verdad es que siempre me invento lo que escribo porque no lo copio de ninguna otra parte, pero si te refieres a si he estado en esas ciudades, sí es así. Me gusta viajar y tratar de escuchar a las ciudades. Todas tienen algo que decir. Te propongo (al igual que a otros seguidores del blog) que nos conteis esas cosas que os dicen al oído las ciudades en las que habeis estado.

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  3. Ojalá sigan existiendo ciudades donde podamos charlar mirándonos a los ojos, sin pantallas de por medio...

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