miércoles, 10 de julio de 2013

PATRICIO PRON, ENTRE LA GARÚA Y EL CHUBASCO

Fotografía de Lisbeth Salas
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia»: así se titula el libro donde Patricio Pron habla de la etapa más negra de Argentina, una etapa que él vivió de muy niño. Podría decir, como suelen hacer los españoles «¿Otro de la guerra civil?» lo que traducido al argentino sería «¿Otro de desaparecidos?», pero no diré eso, porque no es «otro». No es uno más.

         Cuando me refiero a la «garúa» y al «chubasco» es porque ha perdido el idioma, como nos sucede a todos los que nos vamos. Entonces le habla a su padre de tú, mezcla los usos idiomáticos, pero de eso me doy cuenta yo que soy porteña emigrante. De la misma manera que me di cuenta de que a la R de Rosario la convirtió en una estrella de cinco puntas, lo cual, dado mi espíritu escasamente futbolero, hace que me confunda entre Newll´s y *osario Central (disculpen pero no dispongo de dicha estrella en mi teclado), porque ambos equipos tienen estrellas, y porque como dije antes, yo soy porteña, y «xeneize». O tal vez no sea más que una llamada a su propio corazón, como si yo convirtiera en un sol la B de Buenos Aires.
También me di cuenta de que le faltaban capítulos, que iba a los saltos, y llegué a preguntarme si era un problema de la versión argentina. Los huecos son como los desaparecidos, en un claro mensaje simbólico, y como la memoria perdida, donde en esta historia (no me atrevo a llamarla novela, no estoy segura de que lo sea), el narrador sufre un cambio profundo al recuperarla. Este libro transita entre el odio y el amor, entre el olvido verdadero y el forzado, entre la negación y los recuerdos que flotan en una nebulosa, y que te araña el corazón cuando encuentra el resquicio apto para hacerlo. 






Está estructurado en cuatro capítulos y un epílogo, cada uno con muy marcadas diferencias para que se perciba el cambio progresivo en el narrador-personaje. Cargado de metáforas y poesía, también de búsqueda incesante, me trajo a «mis desaparecidos» y me los puso de frente, como hacía tiempo nadie los ponía, nariz contra nariz, para revolver en la desmemoria que se había adormecido en mí, como en el personaje que cuenta la historia.
«…mis padres continuaron a su manera: mi padre siguió siendo periodista y mi madre también, y tuvieron hijos a los que les dieron un legado que es también un mandato, que son los de la transformación social y la voluntad, resultaron inapropiados en los tiempos en que nos tocó crecer, que fueron tiempos de soberbia y de frivolidad y de derrota.»
Con estas tres palabras: soberbia, frivolidad y derrota, sintetizó una época: la de mi adolescencia. Y bastaron esas tres palabras, tan bien puestas, tan bien elegidas, para remover el dolor de haber crecido en una sociedad que hacía como que «nada sucedía».  
Andrea Vinci
Punto y Seguido
Para saber más sobre el libro, pueden consultar su blog:


1 comentario:

  1. Andrea me interesa tu punto de vista de la novela, la leí el verano pasado y no advertí lo del idioma, la mezcla del lenguaje. Un libro que llega a través de los silencios y lo que no está. Los olvidos y los recuerdos.

    Abrazos

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