jueves, 6 de noviembre de 2014

NEW YORK CITY (2ª Parte)

Queda tanto por contar de nuestro viaje a Nueva York, que dos partes se me antojan insuficientes. Sin embargo, no voy a extenderme mucho más allá, no pretendo contarlo todo, aunque una tercera parte sea necesaria. Este acercamiento, pues, es tan sólo la unión de retales de un viaje inolvidable a La Gran Manzana. 

Vista del puente de Brooklyn y del Skyline de Manhattan al anochecer
Dicen que para asegurarte la vuelta a la ciudad de los rascacielos, el glamour y los musicales, tienes que cruzar el puente de Brooklyn, todo un símbolo de la ciudad de Nueva York. Nosotras lo cruzamos dos veces, una al anochecer, al principio de nuestro viaje, y otra a mediodía, al final del mismo. Nos dirigimos en metro hasta DUMBO, la zona  de Brooklyn más cercana al East River, y una vez alcanzado el puente de Manhattan, bajamos hasta la orilla del río para admirar al puente más famoso y al skyline más peliculero. Nos sentamos en unas piedras grandes que hacían de mirador, y observamos cómo el día terminaba más allá de los rascacielos. El cielo era ahora rosa, ahora naranja, ahora añil, y así hasta el negro, y bajo él, cientos, miles, no sé si millones, (tal vez sea exagerar), de lucecitas se iban encendiendo en los edificios. Cruzar el puente de Brooklyn te puede llevar más tiempo del que imaginas, no porque su distancia de un lado a otro sea de casi 2kms, sino porque a cada momento te quedas paralizado, bien por las vistas que deseas inmortalizar en la retina y en la cámara, o bien por el atropello de turistas despistados o ciclistas, que aún yendo por su carril, te pegan más de un susto por la velocidad a la que circulan. Yo caminaba salvando obstáculos, pensando que el puente era tan impresionante como cuentan las películas, y repitiendo un mantra: ¡Queremos volver, queremos volver, queremos volver!

Caminando por el puente de Brooklyn, al fondo el skyline de Manhattan
No soy muy original a la hora de elegir mis rascacielos favoritos. Lo tengo bastante claro: Empire State, Chrysler y Freedom Tower, y como bonus track uno que no destaca por su belleza pero sí por su terraza, el Rockefeller y su Top of the Rock. 

Chrysler - Empire State - Rockefeller - Freedom
No nos cansamos de admirar el edificio Chrysler cada día. Desde el puente de Brooklyn, desde la Central Station, desde la calle 42, la ONU, o desde las terrazas del Empire y el Top of the Rock. Aunque sin duda cuando más me llamó la atención fue la primera vez que su diseño art decó y sus gárgolas se asomaron por sorpresa a una de las calles que cruzábamos cuando nos dirigíamos a Bryant Park, un pulmón indiscutible del midtown donde esa noche proyectaban aquella película que hizo famoso a Ralph Macchio y a Pat Morita (Sr. Miyagi), y a su dar cera, pulir cera. El vestíbulo del Chrysler no es tan ostentoso como pretende, y a fin de cuentas no te dejan pasar más allá de un cordón que corta el paso a los curiosos. 

Si de vestíbulo ostentoso se trata, entonces tenemos que hablar del Empire State, y después del Rockefeller, pero sobre todo el Empire State. Nada más llegar, a ser posible lo más temprano que se pueda para evitar colas, (nosotras elegimos subir por la mañana, porque al Top of the Rock íbamos a subir por la tarde-noche y así poder ver el Empire State iluminado), nos quedamos asombradas por el lujo de su entrada. Subimos hasta el piso 85 en lo que un ascensor normal tarda en subirte a un octavo. Temí que se me taponaran los oídos, (soy sensible con ese tema), pero ni un leve cosquilleo en el estómago. Llegar a la planta 85, (a 381m de los 443,2 que posee el que fuera el edificio más alto de NY, ahora es la Freedom Tower y antes lo fueron las Torres Gemelas), es un paseo que apenas da tiempo a disfrutar, cosa que no ocurre al llegar a la terraza acompañada por unos auriculares que evitan que te pierdas un sólo rincón de los edificios  y techos de Manhattan. La organización de la visita es absolutamente de diez y en cuanto a las vistas: Juzguen ustedes mismos.


Vista del sur  Manhattan desde la terraza del  Empire State

Vista del midtown y norte de Manhattan desde la terraza del Empire State
Abandono el observatorio que aparece en películas tan famosas como Tú y yo, Algo para Recordar o Cita de Amor, para irnos a la planta 69 del Top of the Rock del GE Building, (Rockefeller Center), en un ascensor que simula ser una nave espacial, con techo de cristal,  que viaja a años luz por el hueco iluminado del ascensor, que mide unos 240m. Son dos, incluso tres, alturas las que encontramos en la terraza. Desde allí, se divisa todo Manhattan, incluso el Empire State, que ese día de agosto, vestía de blanco. 


Vista al anochecer del norte de Manhattan desde el Top of the Rock

Vista nocturna del Midtown y Downtown desde el Top of the Rock
No quiero dejar de nombrar un edificio y el distrito que lleva su nombre: Flatiron, que debe su nombre al parecido con las planchas de su época. El Flatiron Building fue el primer rascacielos de Nueva York y uno de los más hermosos, (estilo Beaux Arts), y elegantes. ¿Que por qué no estaba en mi lista anterior? Pues por altura, simplemente, (mide 87m), pero como en el baloncesto, ¿acaso los bases no son importantes en el equipo? Pues este también lo es y mucho. Se cuentan historias de apuestas sobre lo lejos que llegarían los escombros cuando el viento lo derribara. Nadie creía en su futuro, sin embargo lleva en pie la friolera de 112 años, y probablemente sea uno de los edificios más queridos y fotografiados de Manhattan, y hemos podido verlo en varias películas: Spiderman, Armageddon, Hitch, etc. 


Flatiron Building
El Flatiron District es una zona altamente recomendable para pasear, y si es posible, comenzar el recorrido en Union Square, una placita que siempre está llena de gente y en la que es fácil encontrarse puestos de comida o de productos americanos. Esta zona es mayoritariamente residencial, con encantadores cafés y casas elegantes, como esa hilera de preciosas casitas de los años veinte llamadas Block Beautiful, por el encantador y hermoso conjunto que conforman, (En la 19th entre Lexington Av y la 3rd Av). Subiendo por esa calle, nos encontramos con un parque pequeño y privado, construido expresamente para los ricos, a principios del s.XIX, llamado Gramercy Park. Cuando llegamos al Flatiron Building, nos sentamos a descansar justo en el parquecito de enfrente, Madison Square Park, donde las ardillas corren a sus anchas y se acercan a pedirte algún cacahuete. Los M&M's les chiflan, sobre todo los de color rojo. Tras este breve descanso, decidimos proseguir. El edificio Flatiron está limitado al sur por la calle 42th, al oeste por la 5th Av y al este por Broadway. Nos decantamos por Broadway. 


Madison Sq Garden, delante del Flatiron B.
Hay tanto que contar de Broadway,  la diagonal principal de La Gran Manzana, que junto a los barrios, Times Square, los museos, Central Park, Harlem, Upper East and West, merecen un capítulo aparte, el tercero y último. Hasta entonces, espero que estéis disfrutando de este viaje por Nueva York. 





Esta entrada junto a la anterior, (Pincha Aquí),  y la siguiente de New York, están dedicadas a  Patricia Monteagudo, sin ella este viaje no habría sido ni posible ni tan fantástico. 

To be continued
(Continuará)



Punto y seguido


Fotografías propiedad de Isabel Merino. Tomadas en NYC en Agosto de 2014.

Videos tomados de Youtube.

4 comentarios:

  1. Hola Isa, de nuevo me ha encantado poder viajar a través de tus palabras.¡ No me extraña que la gente se quede paralizada al cruzar el puente, si fuera yo, me estaría parando cada dos pasos, para empaparme de semejante paisaje urbano. Espectaculares las vistas que nos muestras a través de tus fogotrafías, ¿ no sentiste vértigo o te temblaron las rodillas? a mi me pasa cuando estoy a una altura respetable. Excelente tu cróncia!!!!
    Un abrazo Isa.

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  2. Hola Chari, gracias por tus palabras. La verdad es que el puente de Brooklyn es una maravilla. Y no, no me dio vértigo, jaja, más que nada porque desde la parte peatonal no te asomas al East River, sino a la carretera por la que circulan todos esos taxis amarillos de las películas mezclados con el resto de vehículos, y en cuanto a temblarme las rodillas, pues no exactamente. A mí me temblaba todo el cuerpo de la emoción.
    Este viaje ha sido una experiencia increíble, de esas con las que se sueña toda la vida, y cuando llega, resulta que no es tal como lo habías soñado, sino mejor aún.
    Gracias por leerme, por tus comentarios, y por tu cariño constante. Un abrazo grande.

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  3. Qué bien regresar a Nueva York con tu crónica. Muchas gracias por el detalle que, en definitiva, es el mecanismo que nos hace volar.

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