El
vampiro despertó con sed después de doscientos años de sueño. Ávido de sangre
salió a la noche dispuesto a matar o a dejarse morir por la presa más hermosa.
Buscó en bares, whisquerias, salas de masaje, callejones oscuros, discotecas..., y en cada uno de estos sitios estuvieron encantados de verle y se le
ofrecieron sin reservas.
Pese
a ello, ya de mañana, el vampiro regresó a su tumba arrastrando su capa polvorienta
con más sed que antes. Se detuvo ante el ataúd y leyó lo que algún gracioso
había escrito con tinta fluorescente:
¡CERRADO POR DEFUNCIÓN!
El
vampiro emitió un extraño rugido, llevándose los puños a la boca y mordiéndose
las uñas con su afilados dientes −imagino que por puro hartazgo o tratando de
reprimir una sonora carcajada−. Sacudió su capa y se metió en la tumba decidido a no volver a despertarse.
Klaus Kinski en Nosferatu (Werner Herzog, 1979)
miguel núñez ballesteros
Punto y seguido
pobre vampiro!!
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