Existe un trastorno del estado de ánimo caracterizado por sentimientos de tristeza, abatimiento, infelicidad, cansancio, inactividad, falta de energía, baja autoestima, desesperanza, abandono, culpabilidad, frustración, ira… etcétera, que interfiere en el día a día de quien lo padece provocándole la incapacidad para disfrutar de los acontecimientos cotidianos o positivos de su vida. El termino moderno para designar actualmente dicho trastorno es el de depresión, pero desde tiempos de Hipócrates y hasta principios del siglo XIX, el termino utilizado para referirse a este mal no era otro que el de melancolía.
Con el magnifico «Preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda» de Wagner sonando de fondo, asistimos a una sucesión de 8 minutos de imágenes a cámara superlenta y de hipnótico atractivo. Escenas de belleza gótica, que parecen sacadas de un tétrico cuento de hadas moderno, se alternan con otras del sistema solar donde el gigante Melancolía y la ridícula Tierra, en rumbo de colisión, se aproximan de manera lenta e inexorable.
Así comienza Melancolía, del polémico director Lars von Trier, declarado persona non grata por la Organización del Festival de Cannes en el 2011, debido a sus manifestaciones sobre Hitler durante la presentación de la película ese mismo año. Y aunque la cinta siguió en concurso, tal vez, aquello le costó la Palma de Oro.
El resto de la película está dividida en dos partes, tituladas con los nombres de las dos hermanas protagonistas de la historia, Justine y Clarie, y rodadas con el característico estilo visual de cámara en mano de Lars.
1ª PARTE: JUSTINE
Justine (Kirsten Dunst) parece feliz el día de su boda con Michael (Alexander Skarsgard). Su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland) le han organizado una lujosa y multitudinaria celebración en su casa, una fastuosa mansión con cuadras y campo de golf de 18 hoyos, con el único objetivo de que sea feliz. Pero Justine no es feliz. Sufre una profunda depresión que se irá haciendo presente conforme avance la fiesta. Incapaz de disfrutar de la compañía de los invitados, e incluso de la de su marido, ira hundiéndose más y más en su frustración. Intentará pedir ayuda, pero su padre no la escucha y su madre no quiere escucharla más. La fiesta no terminará bien y ella será, a los ojos de todos, la única culpable.
2ª PARTE: CLAIRE
Cuando todo se derrumba alrededor de Justine, su hermana Claire, que parece ser la única consciente de la gravedad de la situación, la única con la fuerza y la paciencia suficientes para ayudarla, la acogerá en la mansión y cuidará de ella. Pero al mismo tiempo que Justine parece estabilizarse, se va produciendo el derrumbe emocional de Claire. Melancolía se acerca y las teorías apocalípticas que circulan por internet, contradicen a los científicos que aseguran que el planeta pasará de largo. Las palabras de Justine tampoco son demasiado alentadoras al respecto. La ansiedad y el miedo crecen en el interior de Claire conforme el planeta va aumentado de tamaño en el firmamento. Su marido intenta tranquilizarla explicándole que no corren ningún peligro, que los cálculos de los científicos son correctos y que no tienen de que preocuparse. Pero el miedo terminará por superarla sumiéndola en un estado de histeria. Cuando descubre que su marido se ha suicidado y que la colisión es un hecho inminente, el pánico se apodera de ella. Justine, por su parte, asume la llegada del planeta con naturalidad, el fin del mundo no le preocupa y parece incluso feliz. Claire intenta huir con su hijo, pero el único refugio posible es una cueva mágica que solo Justine tiene el poder de construir.
Las sobresalientes interpretaciones de Kirstin y Charlotte nos acercan tanto a la crudeza de los trastornos y emociones que sufren sus respectivos personajes, que desplazan a un olvidado segundo plano la trama apocalíptica de la historia. No nos importa lo que le pase al mundo ni al resto de la humanidad, nos importa lo que sucede en el interior Justine y de Claire. Una impresionante fotografía y una magnifica iluminación, acompañada de unos diálogos desgarradores, complementan las interpretaciones y mantienen la tensión emocional durante las dos horas que dura el film.
FRAGMENTOS DE DIALOGOS
—Justine.
—Umm. Hola Claire. Estaba dando una cabezada.
—No te duermas. Es tu boda. Ni siquiera vamos por la mitad.
—Si tienes razón. Tengo que hacer un esfuerzo.
—¿Qué ocurre, Justine?
—Camino arrastrando un ovillo de lana gris. Se me agarra a las piernas. Me cuesta mucho tirar de él.
—No, no es cierto.
—Se que odias que lo diga.
—No se lo cuentes a Michael.
—No. ¿Crees que soy imbécil?
El cuñado de Justine y marido de Claire se dirigie a los invitados.
—Señores muchas gracias por su paciencia, hay un problemilla con el vestido de la novia, enseguida baja.
Acercándose a Claire, en voz baja le comenta.
—Esas cabronas se han encerrado en sus dormitorios y se están dando un baño. ¿Toda tu familia esta mal de la cabeza? Es muy violento.
—Ya lo sé.
—Debimos poner duchas en el ala de invitados. Lo dije diez mil veces. El que quiera darse un baño que se quede en su casa. Ofrecemos un campo de golf de 18 hoyos, ¿dónde hay algo así? En ninguna parte. Es increíble. Se acabó, se larga.
—¿Quién? ¿Justine?
—Tu madre.
Justine busca ayuda en su madre (Charlotte Rampling).
—Mamá estoy un poco asustada.
—¿Un poco? Yo estaría muerta de miedo en tu lugar.
—No. Es otra cosa, estoy… tengo miedo, mamá. Me cuesta caminar como es debido.
—Aún puedes ir tambaleándote. Sal de aquí tabaleándote. Deja de soñar, Justine.
—Estoy asustada.
—Todos los estamos, cielo. Olvídalo. Lárgate de aquí.
En fin, una obra de arte bella y emocional.
Mauricio Ciruelos
Punto y seguido
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