jueves, 17 de julio de 2014

GENTE EN SITIOS: GENTE, SITIOS Y UNA MIRADA.

La película del 2013 de Juan Cavestany, Gente en sitios, va de eso: de gente, de sitios y también de una determinada forma de mirar la realidad. En una entrevista al director le escuché decir que no le gustaba el título, pero que la película rechazaba cualquier otro que se le ocurría y que este fue el único que aceptó. Y es que le va como anillo al dedo.





Gente. Rostros conocidos o muy conocidos poniéndole cara a gente anónima. Cavestany, no con bajo presupuesto, directamente sin presupuesto, acudía a actores y actrices que le interesaban y les planteaba su proyecto. Si le decían que sí, adaptaba el rodaje a la disponibilidad del artista. Así fue rodando durante meses, a ratos sueltos, las diferentes escenas, sin ensayos, con un guión más o menos escrito. Y sacó oro de estos breves ratos de rodaje. Hay de todo entre los personajes: gente que busca trabajo con peluquín, gente que coquetea con el crimen, gente encerrada, gente que se venga, gente que se siente sola, completamente sola, gente que quiere ayudar y se golpea, gente que huele los zapatos de un amigo o que se ata los cordones mientras piensa qué hacer, gente que compra regalos de aniversario en un desguace, gente que hace fotos de otra gente…Gente frágil que se mueve entre lo ordinario y lo extraordinario a la que le suceden cosas que hacen emerger a la superficie lo que somos en lo más profundo.


Sitios. Dice Cavestany: “Yo soy muy observador y me gusta ver a la gente y los sitios horribles donde vivimos y cómo somos capaces de convivir en esos entornos”. Para hacer una película sin presupuesto hay que aprovechar los lugares que son gratis. “Lo industrial o lo periférico es un plató gratis donde nada es de nadie, por lo tanto nadie se siente invadido ni protesta”. Cavestany aprovecha lo que encuentra en estos lugares de los márgenes, en estos espacios poco fotogénicos y saca oro. Hay de todo: Polígonos en fin de semana, calles desiertas, pisos de 300 metros vacíos, gasolineras de extrarradio, escaleras, ascensores y rellanos, cocinas manga por hombro y salones kitsch, restaurantes anticuados, cuartillos de electricidad, autoescuelas trasnochadas, carreteras al atardecer, interiores de taxis, consultas de cirujanos plásticos, habitaciones con vistas a aeropuertos…solo falta un cementerio, que, sin embargo, le presta su desolación a todos los sitios de la película    .


La mirada. La mirada del director es lo que da coherencia a esta colección de secuencias inconexas. Cada escena es el comienzo de una historia, el planteamiento, si acaso el nudo, pero nunca hay desenlace. El espectador quiere saber más hasta que admite que solo va a tener nuevos comienzos. Es como un libro de relatos cada uno de su padre y de su madre pero que acaban hablando de lo mismo. Dice Cavestany que “la clave de la película era saber en qué orden iban las escenas. El tema es que no hubiera hilo conductor, porque a veces es una argucia un poco impostada. Las películas de escenas juntas son problemáticas, no suelen funcionar”.


En su caso resuelve hábilmente la estructura de su collage o su puzzle o su colcha de retales, que un poco de todo eso es la película, algo manufacturado. En el montaje cose y pega, busca el lugar idóneo para cada retal y utiliza un pegamento que esta hecho de elementos narrativos e imágenes recurrentes. En cada escena hay un elemento extrañador que sitúa a los personajes entre lo ridículo y lo patético; las escenas se abren o se cierran de cuando en cuando con puertas que se abren o se cierran para dar paso a la gente a los sitios o para dejarles salir de ellos; de cuando en cuando hay aviones que surcan el cielo o que se oyen rugir tras alguna ventana o que hacen que la gente se olvide de lo que está haciendo para mirar hacia arriba con curiosidad o tal vez con miedo.Y luego está la atmósfera como de docudrama, de video un tanto amateur. Cuando esa mirada, la del director,  termina de trabajar y deja paso a la del espectador, la película cobra sentido porque la gente que la mira sabe de qué le están hablando aunque le cueste encontrar una palabra para nombrarlo.



Inmaculada Reina
Punto y Seguido

(Imágenes tomadas de internet)

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