La Jaula Dorada es una de esas películas que se cuelan discretamente en la cartelera del mes de julio y que sabes que se quedará contigo todo un verano, a pesar de los X-Men, del perro Pancho y de la ¿maldad? de Maléfica.
María y José Ribeiro son emigrantes portugueses que viven en París, en la portería de un edificio de gente adinerada. María trabaja como portera del inmueble, y José trabaja como encargado de albañilería en una constructora. Con ellos viven sus hijos, un adolescente nacido en París y con poco apego a lo portugués, y una joven soñadora que se enamora de quien menos se esperan. Los Ribeiro son una familia querida en el barrio y cuando surge la posibilidad de regresar a Portugal, todos los que los conocen harán lo imposible para que no se marchen, pero ¿y ellos? ¿querrán regresar?
La película está dirigida por Ruben Alves, un joven director francés de ascendencia portuguesa, que se define como autodidacta y que además ha participado en el guión de ésta, su ópera prima, que ha revolucionado a Francia y Portugal.
Yo he querido hacer una película de la manera en que la hacía cuando no contaba con una gran productora detrás, dándole importancia a las imágenes y sobre todo a crear una emoción, dice Alvés. Lo más difícil ha sido trabajar con una producción francesa y crear un universo portugués, con actores portugueses, que además eran desconocidos. El único actor conocido es Joaquín de Almeida. Pero conseguí lo que quería: La autenticidad. Y para conseguir esa autenticidad, tenía que ser así.
La Jaula Dorada es una película llena de nostalgia, presentada de forma muy natural y con mucho sentido del humor, y en ella se trata el tema de los emigrantes portugueses en Francia. Está cargada de sutilezas, también de tópicos, de choques culturales, de guiños, y no va más allá de las relaciones y valores familiares, del trabajo y de la amistad, y de cómo en el momento más inesperado ocurre un acontecimiento que te hace debatirte entre dos opciones: Una que cambiará tu vida para siempre, y otra que cambiará tu día a día tal y como lo conoces. Ambas elecciones tienen sus pros y sus contras, y más aún, cuando son dos generaciones con visiones bien distintas las que se enfrentan a ellas.
No es sólo una comedia, comenta Alves. Trato de dar un equilibrio entre la emoción y el humor. Una profundidad. No me vale la risa sólo por la risa. En la película quería mostrar que son las propias personas las que, en la mayoría de ocasiones, se crean sus propios problemas. Yo doy mucho valor a no perder la identidad. Puedes irte a otro país, aprender otros valores, pero nunca perder tu identidad, y eso trato de reflejarlo en la película. En Portugal ha sido una explosión y la han aceptado como portuguesa, pero no es una película portuguesa, es francesa, quizá la película francesa más portuguesa de todos los tiempos. Y vale, es una familia portuguesa en París, pero también podría ser una familia española en París. Somos ibéricos, portugueses y españoles, y compartimos los mismos valores.
El resultado de la película es importante, continúa Alves, pero lo que estamos viviendo también, les dije a mis actores. He procurado que nadie sea una estrella, sino que todos sean iguales en el plató. Hemos estado todos juntos, y sufriendo lo que todos sufrían a la vez, la lectura de un texto, la primera interpretación de uno de ellos… Y todos participábamos de los sentimientos de todos. Es muy orgánico. Es un trabajo más humano porque al sentirnos todos bien y a gusto, podemos dar mucho más. Era importante crear esa complicidad y ese ambiente para la película. Ser actor, me ayudó a comprender eso y a querer hacerlo así. Ahora, cuando veo la película, no me gustan algunos planos, ni algunas secuencias, ni alguna fotografía, pero las emociones están, el mensaje que quería dar con los personajes está, y eso es exactamente lo que tenía en esta cabecita.
La jaula dorada cuenta con el Premio del Público 2013 de los Premios del Cine Europeo y ha sido nominada como mejor ópera prima en los Premios César de 2013.
Lo que algunos críticos dicen de ella (Fuente:filmaffinity):
El éxito de la película reside en su inteligente y divertido guión y en una actuaciones muy bien llevadas por un elenco portugués y francés que aporta vida a la historia y a su sentido del humor de una manera auténtica.
Comedia amable pero de andar por casa.
Es tan divertida y tan británica como, por ejemplo: Los apuros de un pequeño tren. El filme de Alves se mueve entre el buen rollo intercultural y la bonhomía descriptiva de personajes.
Yo fui a verla el sábado pasado y conseguí exactamente lo que deseaba, pasar un buen rato en el cine. Me vino a la cabeza, por comentar alguna similitud con alguna película, aquella vez hace años que fui al cine a ver Mi gran boda griega. Ambas películas no tienen nada que ver, pero a la vez tienen mucho que ver. Al menos es la sensación que tuve. Leyendo varias entrevistas del director en las que habla que ha tratado de transmitir sentimientos y emociones, a mí me llegaron todas y cada una de ellas, y también me reí, y mucho, y me emocioné, como se emociona la hija de la protagonista cuando escucha el fado en la taberna a la que la lleva su novio. Y el trabajo de los actores me pareció magnífico. Puede parecer una película llena de simplezas, pero son esas simplezas las que la hacen grande.
Punto y seguido
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