Un día cualquiera. Hora: 20:15. Me
siento a escribir. Abro mi documento: Novela. Doc.
Releo las últimas hojas
escritas. Me llega una notificación de Facebook: Uno de mis contactos ha subido
fotos de sus hijos. ¡Qué monos! Le doy a Me gusta. Suena el
whatsapp una vez, dos, tres… Es uno de los grupos. Lo
pongo en silencio, pero antes, leo la conversación. Aprovecho para
ver las fotos de los perfiles de mis contactos. Actualizo la mía.
¿Dónde estábamos? Ah, sí, la novela. Me releo el último párrafo.
Pongo un punto y aparte y escribo: Era un día… Notificación
de Twitter. El Unicaja ha ganado. ¡Olé! Retuiteo la noticia a todos
mis seguidores. Hace calor. Voy a por un vaso de agua y me recojo el
pelo en una coleta. No me gusta la frase que he escrito. Releo el
último párrafo de nuevo. La borro. ¡Qué hambre! ¿Qué hora es?
Las 21:20. Voy a seguir hasta las y media. Ay, me acabo de acordar de
un texto muy bueno de Baricco que me puede inspirar. Voy a la
estantería y cojo Seda. Busco un párrafo en concreto. Sí,
sí, es genial. Yo debería escribir algo así. Observo la hoja en
blanco. Uy, es hora de cenar. Mejor, sigo mañana. Hora: 21:47.
Esto es lo que se llama
Procrastinar, o como lo define la RAE: Diferir, aplazar.
La
procrastinación se define como el hábito de eludir
responsabilidades que son importantes en función de diversas
distracciones irrelevantes.
El procrastinador siempre buscará subestimar el tiempo para realizar una tarea y buscará otras formas de reemplazarla. Evade las responsabilidades sin negarse completamente a hacerlas, por ello se tranquiliza momentáneamente con postergarlas.
Pero no sólo se habla de procrastinación en ámbitos de escritores, ya que es un mal común que afecta a cualquier tarea importante a la que tengamos que enfrentarnos y que postergamos continuamente.
El procrastinador siempre buscará subestimar el tiempo para realizar una tarea y buscará otras formas de reemplazarla. Evade las responsabilidades sin negarse completamente a hacerlas, por ello se tranquiliza momentáneamente con postergarlas.
Pero no sólo se habla de procrastinación en ámbitos de escritores, ya que es un mal común que afecta a cualquier tarea importante a la que tengamos que enfrentarnos y que postergamos continuamente.
Ejemplo: Escena final de Lo que el viento se llevó.
Escarlata O’Hara:
No quiero pensar en esto ahora. Me volveré loca si pienso ahora
en que lo pierdo. Pensaré en ello mañana. Pero… no puedo dejarle
marchar. Tiene que haber algún remedio para impedirlo. No quiero
pensar en esto ahora. Yo… En fin, yo mañana me iré a Tara –Y se
sintió aliviada. (…) Pensaré en todo esto mañana, en Tara. Allí
me será más fácil soportarlo. Sí, mañana pensaré en el medio de
convencer a Rhett. Después de todo, mañana será otro día.
Detrás de la procrastinación en la escritura, por centrarnos en un campo donde es bastante frecuente encontrarla, se esconden miedos y autoengaños, problemas en la interacción con otros autores, en la búsqueda de información y en el establecimiento de prioridades. Pero todo es cuestión de convencerse y localizar cuál es el problema: qué cosas nos hacen procrastinar.
En el caso de la literatura en concreto, nos encontramos con el temor de no realizar un trabajo sobresaliente. Se trata de la espera por publicar la novela, poemario o ensayo que, al ser sometido a la crítica, salga airoso y se defienda por sí solo. Temor ante la incertidumbre, ante el despliegue a la luz, el salir de las sombras de creerse un Nobel. Preferimos vivir en el anonimato antes que vernos expuestos a los ojos de los demás.
Formas de procrastinar del escritor
Leer manuales para escritores, investigar sobre épocas y personajes, leer blogs de escritores, leer historias de éxito de otros escritores, participar en tertulias literarias, dejarse atrapar por las redes sociales, soñar con nuestro éxito rotundo, creernos un fracaso y considerar carreras alternativas, viajar para escribir, apadrinar a otro autor, etc.
Para evitar estos tipos de procrastinación bastaría con concentrarse en lo que nos hace falta para la construcción del personaje o la época, elegir un par de manuales acorde a nuestra etapa actual como autores, reducir el número de blogs que se siguen, limitar el tiempo de uso de las redes y centrarnos en lo que realmente nos interesa para nuestro proyecto.
En definitiva, aceptar la situación y tomar la decisión honesta de modificar nuestros ya formados hábitos de distracción sistemática, evasión y eternas huidas a nuestras actividades creativas y transformar la procrastinación en productividad.
Herramientas útiles para hacer frente a la procrastinación.
1. Técnica del pomodoro: Trabajar por objetivos pequeños y realizables, consistente en dividir las tareas grandes en pequeñas y puntuales de unos 20 minutos para empezar. El periodo no debe ser inferior a 5 minutos, ni mayor de 60.
2. Escribir un diario de procrastinación, donde crearemos un registro de la actividad evasora, para así sacarlas de la inconsciencia y llamarlas a nuestra atención.
3. Indagar y resolver la causa de la procrastinación, ya que ésta no es un síntoma de vagancia y por regla general esconde una causa más profunda, como el agotamiento mental, el sueño, el desinterés, la apatía o el estrés.
4. Evitar el autosabotaje y establecer una meta para finalizar un primer borrador.
El autosabotaje es una de las principales causas de la procrastinación y suele ocurrir cuando se le ha dedicado muchos años y esfuerzos a un mismo proyecto. El inconsciente se acostumbra a ser el eterno aspirante a escritor. Finalizar la obra implica completar una transformación y si la acabamos, muchas excusas dejan de tener vigencia: No puedo salir porque estoy con la novela, no puedo trabajar porque no he terminado la novela, no puedo llamarme escritor porque no he publicado, no puedo ser feliz porque no puedo llamarme escritor...
En resumen: Acabar con la procrastinación es pasar de la actitud de dejarse llevar por la corriente a asumir el control y manejar el timón del barco. Hay que tomar las riendas de la escritura y llegar hasta la meta fijada.
Lo más importante es terminar el primer borrador: sólo si lo completamos podremos empezar a cambiarlo.
Para finalizar, os dejo un cuento con moraleja y, tal vez, con mucho de procrastinación entre sus líneas:
EL MONO PIENSA EN ESTE TEMA

Augusto Monterroso
No es bueno dar consejo y solamente hablar de ello. Tienes que sentarte y resistir, decía James Herbert. Un buen consejo, sin duda.
Así que ya sabes: Deja de leer este artículo. Cierra el explorador, abre tu procesador de textos o saca tu cuaderno y:
PONTE A ESCRIBIR
Es la única solución real para la procrastinación.
Punto y seguido
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