jueves, 21 de mayo de 2015

LOS INTERVALOS DE LOBO ANTUNES (y 2)



Miguel:
Con respecto a la comparación con  las mujeres, sería interesante averiguar si él ya sabía que no lo querían antes de intentar tocarlas o se daba cuenta en el momento de hacerlo. Es posible que tuviera la intuición y al intentarlo tomara conciencia de esa realidad: sabes que todo ha terminado, lo intuyes, pero te niegas a aceptarlo y solo te percatas de que es imposible seguir en el momento de la insistencia, cuando descubres que no solo no vas a conseguir nada, sino que, tal vez, termines arruinando lo que habías logrado hasta ese momento, la novela,  una forma de recuerdo.




Inmaculada:
Supongo que eso se intuye, pero necesita uno la prueba para abandonar. Me resulta curioso, porque la mayoría de los escritores dicen que deben abandonar el trabajo en algún momento, pero que seguirían corrigiendo y puliendo interminablemente si les dejaran. Me gusta esa naturalidad con que Lobo Antunes dice dejar las novelas porque ya están. La misma con la que dice " nadie escribe como yo". Creo que está más allá de falsas modestias. Es verdad que nadie escribe como él. Me interesa mucho la manera en que utiliza los espacios y los objetos en su literatura, cómo a veces son símbolos de épocas completas o de sentimientos de los personajes, como consigue cifrar en ellos las emociones y favorecer sus juegos temporales. Los espejos y las fotografías, claro, pero también otras muchas cosas.

"(...) le vendría bien un ratón de chocolate para aguantar el miedo, no te quedes con el ratón en la mano, cómetelo, se acordó de la abuela acariciándole la nuca
- ¿qué va a ser de ti?
y del anillo con un lacito de plata, cuántos años tenía usted, sesenta, setenta, el médico descifrando papeles
- Vamos a estudiar las posibilidades
y por unos segundos un optimismo insensato, listo para colorear una palabra, una sonrisa, el abuelo rechazó el periódico y su madre desilusionada
- ¿No se toma al menos la sopa?
traigan un ratón de chocolate y puede ser que lo acepte mirando como hechizado el bigote y las orejas, abran la boca al ofrecerle la cuchara que él abre también la suya, ya no cuello, cuerdas y uñas sin brillo, la hiedra creciendo en la terraza (...)" 




Miguel:
¿De dónde es eso?

Esto de Esplendor de Portugal:
"soy tu puta o no lo soy has de reconocer que no me enfado por tu amante de galpón no tienes que complacerme ni preocuparte por mí ni ser tierno cuando fue lo del quiste en el pecho te hiciste humo porque sólo tienes que pagar soy tu puta gracias a que tengo salud que recibe dinero para tener salud no para ser desagradecida y enfermarse has de reconocer que no me enfado de qué sirve enfadarme"

También están Angola, la guerra, el barrio de Benfica, hiedras, terrazas, buganvillas, palmeras, ventanas donde se asoman los personajes, los sillones donde se sientan, las huellas de sus cabezas en las almohadas. Y también la enfermedad y los hospitales, la enfermedad y la locura, la enfermedad y la espera.

Inmaculada:
De Sobre los ríos que van. Ahí están la infancia, los abuelos, el dolor y el miedo, la soledad y la muerte, el cáncer como un erizo, una pista de tenis en la memoria y el descubrimiento de la mujer, la sensualidad...Hay una frase de él, no sé dónde la leí, dice algo así como que la sensualidad es el intervalo entre el guante y el comienzo de la manga. Tiene frases tan buenas que corren el riesgo de caer en un calendario de pared:
Vivir es como escribir sin corregir.
Nadie sabe lo que es la muerte. Pero no hay mucha diferencia, tampoco sabemos nunca lo que es la vida.




Miguel:
A propósito de frases:

"En realidad, la lápida común donde han ido a parar las grandes frases ha sido el Facebook: toma una frase, entrecomíllala, pon la foto del tipo que la pronunció para ilustrarla, y por obra y magia de la tecnología, esa sentencia parecerá haber sido escrita por Paulo Coelho." 

Lo dice Elvira Lindo en El País de esta mañana y es verdad lo del peligro de los calendarios. Cualquiera de sus frases aislada del contexto podría servir para un anuncio de coches o de perfumes o de seguros de vida, pero no creo que a nadie le importe, incluso le vendría bien al señor Antunes un poco de banalización, ¿Acaso no vivimos todos de vender algo?

Y hablando de personajes: ¿no tienes la sensación de que sus personajes no actúan? Hablan, sueñan, piensan, recuerdan. Hablan, solo tienen sus voces y a través de ellas los reconocemos. La acción siempre ha ocurrido antes o está a punto de suceder cuando callen. Se nos presentan en su desnudez, en un monologo interminable, nada se nos oculta, no tratan de engañarnos y aunque algunos de ellos sean verdaderamente odiosos, siempre tienen ese fondo de humanidad, de verdad, que los salva.

Inmaculada:
He estado repasando alguna de las novelas. Es verdad, los personajes apenas hacen nada. Algunos gestos, pequeños desplazamientos en el espacio, mientras todo ocurre en sus cabezas ( el mundo entero entre las páginas, dentro del pensamiento o las líneas de diálogo de los personajes).
En el siguiente párrafo de Acerca de los pájaros, una escena de un desayuno que necesita cuatro páginas para suceder y con apenas dos o tres acciones de los personajes. 

Entró en la habitación con la bandeja del desayuno ( pan en una cesta de mimbre, paquetitos de mantequilla, tazas, teteras cromadas, cosas que se entrechocaban y tintineaban), y sintió en la nariz el olor tibio, pastosos, desagradable del sueño, las sábanas mojadas de transpiración, el desorden de la ropa(...)
- Buenos días- dijo él con la bandeja en las manos mirando las paredes a su alrededor (...) Buscó dónde dejar la bandeja, no encontró espacio, arrastró una silla (...) Apagó la luz pálida del cuarto de baño, que agonizaba en la alfombra, y la encontró azucarando el té con los gestos aún sin huesos, blandos, de quién se despierta (...) Abrió un botecito circular de mermelada idéntico a los que sirven en los viajes de avión, lo probó, lo dejó a un lado: Demasiado dulce, me causa espasmos en la glotis (...) Marilia masticaba en un remanso de vaca de Walt Disney, y él pensó Sí sigo así mucho tiempo empezaré seguramente a odiarte (...)

Ahí se quedan los personajes, masticando el desayuno y la desidia, tan creíbles a pesar de las cuatro páginas repletas de ambiente y cuestiones tangenciales a la historia, más bien gracias a ellas.




Miguel:
Anoche vi la entrevista de Bilbao, bueno, no creo que fuera una entrevista, la señora que estaba sentada a su lado más que preguntas lo que hacía era meter alguna cuña para encarrilarlo y que no se fuera mucho por los Cerros de Úbeda. Nunca lo había oído hablar, tiene buena voz y el ritmo pausado, como si todo lo que dice se le ocurriera en ese momento, el ritmo de los recuerdos que fluyen, del pensamiento.
"Tienes momentos muy raros en los que te quedas tan contento con lo que has hecho. momentos en los que estas escribiendo y estas llorando. tienes momentos muy malos en los que no te crees nada de lo que estás haciendo. esto es escribir."





Fotografías de Ralph Gibson, ilustrador de las primeras ediciones en español de Antonio Lobo Antunes 

Inmaculada Reina
Miguel Núñez

2 comentarios:

  1. Muy buenas vuestras apreciaciones, sobre las escenas, que de tanto describirlas llega un momento que el propio lector se pierde en sombras y pensamientos, sin saber donde està la realidad de aquello que empezó con una simple palabra "el desayuno"
    fus

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  2. Genial, gracias por acercarnos un poco a este gran escritor.

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