Una niña corre a abrazar a su abuelo, su abuelo malagueño, sentado en el bar, esperándolos. Domingo por la mañana. Con los ojos abiertos lo veo, con su acento perdido, el mar en las pestañas, el caminar lento, cansado, el amor afirmado en los gestos. Y pienso en que se fue sin haber regresado. El elástico se tensa y el corazón susurra añoranzas. Canta nanas. Echarlo de menos es una mirada, un suspiro, algo que sucede cada tanto y que queda atrapado en el cofre de la memoria.
Andrea Vinci
Punto y Seguido
Me encantó tu relato...... poder expresar los sentimientos es una virtud muy grande......TE FELICITO......Tia Elsa
ResponderEliminarGracias tiita
ResponderEliminarHas logrado un hermoso relato, que transmite no solo el amor y la nostalgia de una pequeña nieta por su abuelo, también has evidenciado, que en tu corazón habita la ternura de una niña que se conmueve (y conmueve) al recordar.
ResponderEliminar¡Saludos afectuosos para ti!
mil gracias por tus palabras, Juan Carlos.
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