lunes, 9 de junio de 2014

HERMOSA JUVENTUD

En general, entre los temas tratados por el cine español suele existir el raro consenso de no recurrir a temas de actualidad. Si se echa un vistazo a la cartelera de este año o de años anteriores encontraremos, Blancanieves, trileros, brujas de Zugarramurdi, artistas y modelos, grupos siete, caníbales, heridas…, pero poca actualidad. En algunos casos, se toman prestados detalles de la actualidad, la evasión de impuestos, el paro, la corrupción, las estatuas humanas, pero más que nada como elemento anecdótico, de simple ubicación de las historias, o de caracterización de personajes, nunca como un intento de reflejar esa realidad. Si nos atenemos a la crisis ―ya estamos otra vez con lo mismo― actual, aparte del documental Mercado de Futuros, Mercedes Álvarez, 2011, no he encontrado ni una sola película de ficción que se haya acercado a este tema, admitiendo, eso sí, que la crisis está presente en nuestro cine, no por temática, sino como consecuencia de ella: aumento de primeras películas, argumentos concentrados en pocos actores, pocos decorados, pocos días de rodaje, pocos efectos especiales, música mínima, fotografía sin excesos, producciones entre amigos, familias, compañeros de facultad, socios de la web, etc. Por todo esto, hay que saludar el estreno de una película como Hermosa Juventud, Jaime Rosales, 2014, que aparte de sus logros estéticos y temáticos, tiene el valor y la osadía de poner en primer plano las consecuencias de esta situación, que bajo el manoseado epígrafe Crisis Económica, está teniendo un efecto devastador en la juventud española con un 53% de parados, a la cabeza de nuestra gloriosa Europa.


Así resumido en pocas palabras, parecería un tostón de película, un alegato infumable solo digerible por los muy concienciados, los raros o por los últimos mohicanos del antiguo cine militante, pero no es así. Aparte de ser una película única en nuestro panorama de actualidad, es también una película hermosa y necesaria, una película capaz de plantear con emoción y sin maniqueísmos ni paños calientes, ese lugar al borde del abismo al que han llevado a nuestra juventud, sin duda, con nuestra colaboración necesaria. Bastaría esa primera escena ―la madre de la protagonista, entra en su habitación y, después de subirle las persianas, le pide que se levante, que son las dos de la tarde, a lo que Natalia, Ingrid García Jonsson, con la cabeza bajo las mantas responde: Para qué. No tengo nada que hacer― para situarnos en el terreno de los desposeídos, de los sin sueños ni perspectivas. Es tan real, que asusta, tengo hijos de esa edad y sé de qué hablan.  Hay delicadeza en el dibujo de los personajes, un tratamiento hecho desde la comprensión que evita el dramatismo, la fatalidad, el señalar culpables. Los momentos de intimidad también son retratados bajo esa sutileza, como en la escena del porno, o el primer plano de  Carlos, Carlos Rodríguez, besando a Natalia, mientras le dice: cuando tenga dinero te compraré una casa en la playa, o la escena en que discuten porque ella quiere emigrar a Alemania, y él quiere saber si lo quiere. Al día siguiente, Carlos le regala un manual para aprender alemán.

La película no plantea soluciones, a través de una historia mínima, expone la situación de miles de personas en la España de hoy, de ahora mismo. De nuestros hijos, de los hijos de nuestros vecinos, de los de nuestros amigos, de los miles de hijos descolgados del sistema que sobreviven con trabajos de mierda a 10€ /día y, a veces, ni siquiera eso. Quieres creer en su fuerza para cambiar las cosas, en su ímpetu de juventud para empezar desde la nada, pero te sientes culpable por tener un empleo, una casa, un coche, por tener 8€ para el cine y otros 8€ para tomar unas cervezas. Porque ves a esta, nuestra hermosa juventud, perdida en la interminable carcajada de los mercados, de los Efe Eme I, los banqueros, los gobiernos, las agencias de calificación, que no solo reducen a cenizas su presente, sino que ocultan cualquier posibilidad de futuro bajo una montaña de baboserio repugnante.





Punto y Seguido

4 comentarios:

  1. Miguel tu reseña me pilla de lleno, en esa desesperación de ver como el futuro para nuestro hijos cada vez es más precario, la falta de trabajo, de posibilidades, de que la esperanza sea algo tan improbable como que toque la lotería.
    Estupenda reseña, gracias.

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  2. También completamente de acuerdo...y a partir de ahí ¿qué podemos hacer?

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  3. yo espero y deseo que esta crisis, aparte de dejarnos en ruinas y de la gran decepción en un sistema ¿democrático? basado en la manipulación, en mantener y ampliar el poder de los poderosos y en el arte del camuflaje, sirva como revulsivo, para no aceptar lo que sea, para no callarnos, para, por lo menos, hacerles mas difícil el que sigan engañanado.

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